COLUMNISTAS
opinión

La pelota siempre al 10

12_10_2024_palma_afp_g
Palma. Falleció esta semana. Fue un símbolo de una raza en extinción: la de los número 10. | afp

Esta semana murió Omar Palma, ídolo de Rosario Central. Yo lo vi jugar, era bueno. Lo vi jugar como a muchos 10 de los 70, 80, incluso de los 90, época en que la figura del 10 empezó desaparecer. Primero se le cambió el nombre (pasó a llamarse “enganche”) y después se le cambió el puesto hasta ser, casi, una especie en extinción. De hecho, ¿Messi es 10? Es difícil saberlo, por momentos sí, pero por otros es un temible delantero, un goleador de los más grandes de toda la historia. A veces es un organizador colectivo, que da decenas de pases de gol, y otras es un solista que, cuando aparece en la “zona Messi” (la puerta del área) es letal.

En esos años, los de mi infancia y adolescencia, todos los equipos tenían un 10. Bochini, Alonso, Marito Zanabria, Babington, Rubén Paz, Valencia, entre tantos otros, sin contar al más grande: Maradona. E incluso, estaba lleno de números 8 que no eran volantes mixtos ni nada por el estilo, sino casi números 10, tanto era el talento que tenían. J.J López y Brindisi, por ejemplo (Brindisi terminó jugando casi de 10 o de 9 tirado atrás en el Boca de Maradona en el 81. Y J.J le hizo un gol a Boca desde mitad de cancha). No sé por qué no hay más números 10. O quizá sí. ¿Por qué el fútbol cambia? ¿Avanza? Pero, ¿avanza hacia dónde? Se escucha: los 10 solo juegan cuando tienen la pelota y no vuelven con la marca, no regresan. Lo dijo Van Gaal sobre Messi antes de partido entre Holanda y Argentina en el Mundial. Así le fue. Se escucha: los 10 ya no sirven, se les pone una marca encima y no tocan la pelota. Pero si tienen dinamismo y velocidad mental, no es así. A Zidane no se la podían sacar. ¿Y a Riquelme contra el Real Madrid? Y todavía era un pibe, no había aún llegado a su techo. Los 10 hacían goles, pero no eran, en general, goleadores. Pero no había un 9, que jugara al lado de un gran 10, que no terminara goleador del campeonato. Maradona hizo goleador a cada tronco que parece increíble pensarlo hoy.

Así como adoro la figura del 10, incluso vago, morfón y pachorro, detesto la figura contemporánea del “volante mixto”. Un volante mixto es alguien que no juega lo suficiente como para ser enganche o 10, ni marca tanto como para ser un 5 o un mediocampista defensivo. Mixto quiere decir híbrido: ni chicha ni limonada. Sí, claro: corre mucho. Y el GPS lo marca domingo a domingo. Es ordenado tácticamente. No desentona nunca, es cumplidor y barato: el volante mixto es el empleado del mes del fútbol global. Dos van por afuera y dos por adentro, y ninguno la rompe nunca. Pero ninguno juega mal tampoco. Todo encaja a la perfección en la medianía intensa del fútbol actual. A los volantes mixtos es más fácil pensarlos como mano de obra barata y eficiente antes que como otra cosa.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Pero yo estaba ahí, sí, ahí. Ahí en la primera bandeja de la Bombonera del lado de la Casa Amarilla, cuando un número 10, Maradona, la paró de aire, en un amague se sacó de encima a Fillol, y esperó tranquilamente a que llegara Tarantini, para hacerlo pasar el ridículo, tocarla suave contra un palo y salir a gritarlo al banderín del córner, una noche de lluvia, una noche que no olvido más.