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La nota que generó la ira de Moretti

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Cuatro meses antes. Esta nota generó indignación en el presidente sospechado. | cedoc

En la edición del 21 de diciembre del año pasado, Agustín Colombo publicó en estas páginas una nota sobre la situación económica de San Lorenzo. La nota planteaba, entre otras cuestiones, que en el balance del club “había rarezas que se parecen bastante a las aventuras del senador Kueider en Paraguay”. ¿Se acuerdan de Kueider? Fue el tipo que quiso entrar a Paraguay con 200 mil dólares que no tenía manera de justificar. Bueno, los números del Ciclón andaban por caminos parecidos: bajo el eufemismo “préstamos mutuos”, en el balance figuraban aportes privados de dirigentes y de empresas, fondos de dudosa procedencia y dinero que entró al club a partir de triangulaciones sospechosas. Todo demasiado turbio.

Cuando la nota salió publicada, el presidente Marcelo Moretti se enojó muchísimo. Es un clásico que algunos personajes se irriten cuando un periodista cuenta lo que no les conviene. El presidente (de la Nación, no de San Lorenzo) Javier Milei lo demuestra todo el tiempo. Pero volvamos a Moretti y la nota en cuestión. El tipo llamó a Colombo para transmitirle su ira y decirle de mala gana que no estaba de acuerdo con lo que había escrito. Colombo fue práctico: le ofreció la posibilidad de que escribiera un descargo, propuesta que Moretti aceptó y que salió publicada en la edición siguiente del diario.

Pero no fue lo único que hizo el entonces presidente de San Lorenzo. Además de hablar con Colombo y de acordar un derecho a réplica, le escribió al dueño de la editorial para quejarse por la nota. Va de nuevo: se quejó ante el dueño de la editorial.

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Si algún jugador de San Lorenzo le hubiera ido con algún cuento del plantel a Moretti (cuando era presidente, es decir, antes de que estallara el escándalo por el video donde se lo ve embolsar 25 mil dólares inexplicables), si algún futbolista le hubiera filtrado alguna interna, decía, ese jugador inmediatamente hubiera sido calificado por sus compañeros como buchón. En el fútbol hablar de más con quien no se debe está considerado casi como un delito de lesa humanidad. El buchón merece perpetua, una condena ejemplar. Son códigos, del fútbol y de la vida.

Moretti no aprendió esa lección. Reaccionó como ese niño de primaria que le señala a la directora quién fue el que vació el cesto de papeles sobre el escritorio de la maestra. O como ese joven que le cuenta al entrenador del equipo de papi fútbol que es mentira que un compañero no fue a entrenar porque acusaba 40 de fiebre.

Ni siquiera apendió la lección del Diego, que repudiaba a los que hablaban de más y como en tantos otros temas trascendentales dejó una frase con destino de remera: “Buchón de la policía, jamás”.

En definitiva, en la vecindad del Chavo, Moretti hubiera sido Quico.

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