Siguiendo el tópico de las disputas entre hermanos, cabe trazar un recorrido de lecturas tan diverso que podría llevarnos desde la Biblia (AA.VV., varias ediciones) hasta La historia de las marcas deportivas de Eugenio Palopoli (Blatt & Ríos, 2014). Pasando, claro, y cómo no, por el Borges de “La intrusa” (El informe de Brodie, Emecé, 1970). La trama bíblica es tan sabida como fundante: es Caín matando a Abel.
En el cuento de Borges la disputa se suscita a causa de una mujer; la eliminan para eliminar el objeto de deseo, para suprimirse como sujetos de deseo y limitarse a ser lo que eminentemente son: fuerza de trabajo (la frase que resuelve el cuento: “A trabajar, hermano”, le fue sugerida a Borges por una mujer: su madre).
En el ensayo de Palopoli, por su parte, se relata la fabulosa historia de los hermanos Dassler y lo que hicieron a partir de una herencia recibida: uno, fundar Adidas; el otro, fundar Puma. La lucha de marcas, que es lucha de hermanos, partió en dos la ciudad en la que vivían, con sus fábricas a un lado y otro del río, y persiste hasta el día de hoy, aunque los dos ya se hayan muerto.
Caín, Abel: cabe decir, en un sentido visiblemente borgeano, que esa pelea, la de hermanos, no cesa de ocurrir, aunque cobre formas distintas y encuentre diferentes desenlaces. Y es interesante pensar desde ahí ese núcleo primordial del imaginario argentino, el del célebre mandato pronunciado por Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos/ porque ésa es la ley primera”. ¿No hay acaso un precedente definitorio para esa formulación: el de José de San Martín, Padre de la Patria, negándose a intervenir en las guerras civiles, esto es, a desenvainar su espada en las luchas entre hermanos?
Se trata de mitos de origen, sí. Aunque, en ese rubro, ¿cómo ganarles a Caín y a Abel, que están propiamente desde el vamos? A la consigna de la unión entre hermanos no hay entonces por qué pensarla sólo en términos de concordia, de armonía, de pacificación. ¿No parecen haberla acatado, de hecho, los hermanos Nilsen de Borges? ¿Y no parecen haberla acatado, tanto más, los hermanos Karamazov?
La novela de Dostoievski se publicó entre 1879 y 1880, es estrictamente contemporánea de La vuelta de Martín Fierro.