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las negociaciones con el fmi

La dolarización y el fin del BCRA tuvieron su Waterloo

El último informe del Fondo Monetario sepultó las dos promesas, ejes del discurso de campaña de Javier Milei. La publicación, de un tono directo y sincero como pocas veces antes, provocó un tembladeral en el quinto piso del Ministerio de Economía: frente al cumplimiento de todas la metas del primer trimestre, se esperaban más elogios que críticas. Caputo busca un nuevo acuerdo que reemplace el de 2022 e incluya fondos frescos por no menos de US$ 8 mil millones para avanzar en un objetivo en el que coincide con el Fondo: levantar el cepo cambiario. El peso y el Banco Central, entretanto, gozarán de buena salud.

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| Pablo Temes

El peor enemigo, apareció sorpresivamente cuando menos se lo esperaba; ingresando como un tornado destruyendo el sueño más deseado de Javier Milei. Tanto la dolarización como la demolición y posterior desaparición del Banco Central de la República Argentina (BCRA) quedaron sepultadas el lunes pasado, con la publicación del último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), correspondiente a las conclusiones del staff técnico del departamento para el Hemisferio Occidental del organismo financiero. La sorpresa para el equipo de Luis “Toto” Caputo, fue que como el informe correspondía al primer trimestre del año, donde el gobierno de Milei había sobrecumplido con las metas pactadas de superávit fiscal, emisión monetaria y recuperación de reservas; se esperaban más aplausos que críticas. O que éstas se concentraran en las tradicionales recomendaciones por los efectos sociales del severo plan de ajuste que aplica desde el 10 de diciembre del año pasado el gobierno de Milei.

El FMI fue casi brutal, directo y sincero como pocas veces; blanqueando relatos que según la versión de Buenos Aires eran discusiones que efectivamente se venían manteniendo, pero en los términos de debate. El hecho de que esos puntos de vista de no coincidencias hayan sido publicados a cielo abierto, sin siquiera mediar prudentes redacciones diplomáticas; provocó un tembladeral en las oficinas del 5º piso del Palacio de Hacienda. Nadie lo esperaba. Nadie del FMI lo anticipó. Ninguna de las fuentes con contactos con la gente del staff del Hemisferio Occidental que maneja el chileno Rodrigo Valdes, pudo mandar el dato. Ninguna información desde Washington anticipó la jugada del organismo. De ahí la desagradable sorpresa del lunes. Y el consecuente bombardeo sobre las posiciones financieras argentinas y en el mercado de capitales local; justo en una semana donde desde Buenos Aires se esperaba un plafón ascendente fruto del avance de Bases II. En todo caso, la buena noticia local, fue que feriados puentes mediante sólo hayan existido dos días hábiles en el mercado local. Así, la demolición en las cotizaciones de acciones y bonos fue menor, y la suba de los dólares financieros más controlados.

Al haber una moneda local, no podrá adoptarse una moneda extranjera de curso legal

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La dificultad real pasa por el hecho que Argentina quiere otro acuerdo con el FMI que reemplace al Facilidades Extendidas vigente, y que incluya fondos frescos por no menos de US$ 8 mil millones para avanzar en un objetivo en el que ambos coinciden: levantar el cepo cambiario. Saben las partes que sin ese dinero en las cuentas es imposible pensar en algún tipo de salida al principal problema crónico que tiene hoy la economía argentina, variable que además se agrava mes a mes al ritmo de un inflación que navega al 5% y un crawling peg que se mantiene en el 2%.

Las conclusiones negativas que el informe de Washington lanzó cual misil teledirigido al corazón mismo del programa de Milei y Caputo, son las siguientes.

*“La ‘competencia de monedas’ podría asemejarse al sistema de flotación administrada de Perú y Uruguay. La estabilidad de precios seguirá siendo un objetivo primordial del BCRA. Los individuos serán libres de ahorrar y transaccionar en las divisas de su elección”, menciona el FMI; en su conclusión más dura contra la ideología primaria de Javier Milei. Al menos si por ésta se entiende la dolarización y la desaparición voluntaria del BCRA como rector de la política monetaria y cambiaria. Lo que el FMI impone en la frase, es que el esquema de “libre competencia de monedas” en el que coinciden Milei-Caputo y el organismo, puede ser factible, pero con algunos condicionantes claves. El primero, es que el peso seguirá siendo la moneda de curso legal del país, a través de la cual continuarán pagándose (exclusivamente) impuestos, salarios públicos y pagos a proveedores del Estado. El peso argentino (o como se llame en el futuro la moneda de curso legal) continuará teniendo así el monopolio de las transacciones públicas. Luego, sí habrá libertad para que cada persona pueda vender sus bienes o servicios en otras monedas como el dólar, euro, reales, etc.; sin que por eso pierdan validez. Esto implica para las personas que reciban pesos y elijan otras monedas para moverse, la necesidad de recurrir a los mercados cambiarios oficiales (o extraoficiales) para adquirir esas divisas; con lo que siempre habrá un valor para el peso en la comparación con otras monedas. Esto es, un tipo de cambio; que servirá como faro para la medición de la competitividad de la economía argentina. Y que, obviamente, deberá ser una moneda sana. Que habrá que cuidar. Tarea que será responsabilidad del Banco Central. En consecuencia, al haber una moneda local, no podrá adoptarse una moneda extranjera de curso legal. No habrá así dolarización. Pero además, el cuidado del peso para que no pierda calidad tendrá un responsable. El Banco Central. Entonces, el BCRA no podrá eliminarse.

*¿Por cuánto tiempo durarán ambas restricciones? Argentina negocia un nuevo acuerdo de Facilidades Extendidas con el FMI, el mismo esquema que rige las relaciones con el Fondo desde marzo del 2022 luego de la negociación que realizó el entonces ministro de Economía, Martín Guzmán. Lo que se aprobó en el primer trimestre del año es la octava revisión, de un acuerdo que, por otra parte, fue renovado dos veces. La primera en julio pasado por Sergio Massa y la segunda en enero de este año por Luis “Toto” Caputo. A lo que aspira el país, es a una nueva versión del Facilidades Extendidas actual, que implique no una renovación de términos y metas, sino de tiempos. El criterio de cualquier Facilidades Extendidas es la realización de reformas estructurales por quien lo pide (en este caso Argentina), mientras el FMI financia los costos de corto y mediano plazo de esos cambios de fondo. Las reformas de Bases II y las desregulaciones que está implementando el gobierno de Javier Milei, ameritan (según la visión de los técnicos del FMI) la renegociación del acuerdo vigente; y habilitarían los nuevos tiempos. Si las negociaciones llegan a buen puerto, el nuevo acuerdo comenzaría a regir desde el segundo semestre del 2024, y duraría diez años. Esto implicaría que el vencimiento final del acuerdo caería en el primer trimestre del 2035. La ventaja de este eventual nuevo esquema, es que durante cinco años el país no debería pagarle al organismo deuda (ni vieja ni nueva) por tres años (hasta fines de 2027), y comenzar a liquidar cuotas de intereses entre el año cuatro y el quinto (2028 y 2029). Recién en 2030 empezaría la liquidación de capital; la que, además, puede renegociarse si el país cumple con las metas y objetivos pactados. Como el FMI es acreedor fundamental y prioritario de cualquier país que firme un acuerdo de Facilidades Extendidas o Stand By, la existencia de una deuda abultada con el organismo produce un efecto de “crawding out” con los acreedores privados; ya que el Fondo cobra antes que cualquier privado. Este efecto no aparecería hasta luego de los primeros cinco años de vigencia de un nuevo Facilidades Extendidas, ya que el país no debería pagarle al FMI. Esto mejoraría la exposición de la Argentina ante el mundo financiero voluntario, reduciría el riesgo país y le permitiría al gobierno de Javier Milei recurrir a la colocación de deuda voluntaria internacional; algo que hoy está vedado. El problema para Milei, es que mientras esté vigente el acuerdo con el FMI, se deberán respetar las metas, objetivos y normas acordadas; incluyendo la libre competencia de monedas a la peruana o uruguaya. En otras palabras, mientras dure el Facilidades Extendidas  vigente, Javier Milei deberá abandonar el proyecto dolarizador y la eliminación del BCRA. Como el acuerdo será a diez años, hasta el 2035 ambas ideas quedarán archivadas. El mandato actual de Javier Milei culmina el 10 de diciembre de 2027. Suponiendo que haya una reelección del actual Presidente, si el segundo mandato terminaría en diciembre del 2031. Tres años y medio antes del fin del Facilidades Extendidas, por el que el FMI prohíbe una dolarización y la eliminación del BCRA.

El cuidado del peso para que no pierda calidad tendrá un responsable. El BCRA no podrá eliminarse

En síntesis, si Javier Milei quisiera volver a sus dos propuestas de campaña, y a lo que él considera como la salvación final de la economía argentina, pero además firmara un nuevo Facilidades Extendidas con el FMI que le permitiera acceder a unos US$ 8 mil millones extras, y así levantar el cepo; sólo que quedaría una alternativa. Pagarle al FMI en algún momento de su gestión toda la deuda contraída con el organismo. La actual y la futura. Esto es, unos US$ 44.800 millones según el pasivo actual,  y unos US$ 52 mil o 53 mil millones de dólares si hay nuevos préstamos.

En algún sentido, Néstor Kirchner la tuvo más fácil. Sólo tuvo que cancelar unos US$ 9.810 millones al FMI en aquel diciembre del 2005. Dinero que representó una sola campaña de retenciones sojeras. Haciendo números rápidos, Milei necesitaría ocho campañas sojeras brillantes para liberarse del FMI y poder dolarizar y dinamitar el BCRA. El peso como moneda de curso legal y el Central gozan de buena salud. Y así será por muchos años.