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La desmesura de Milei

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Un año después volvió al Congreso manteniendo, pese a los escándalos diarios, la centralidad del poder. | PRENSA SENADO

Un año después del primer discurso de Javier Milei en el Congreso, lo que llama la atención de su segundo mensaje no son algunos notorios rayones sobre ese teflón que aún parece protegerlo de la corrosión; sino cómo construyó y mantuvo el poder careciendo de estructura partidaria y legislativa. Aunque lo más sorprendente es que, a esa carencia de origen, él se encargó de sumarle la desmesura en el ejercicio del poder. Traducida, semana tras semana, en hechos escandalosos que en cualquier otro momento hubieran conmocionado y paralizado al país.

La des-mesura expresa la incapacidad de la moderación. Y la palabra moderación remite a los conceptos griegos de calma, autocontrol y modestia. “Meden agan”, decían los griegos, “nada en exceso”.

Esta Argentina de Milei es lo contrario. Es todo en exceso. Cada día es un nuevo ejemplo.

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Esta última semana sorprendió con un nuevo exceso. La designación por decreto de dos jueces para la Corte Suprema; uno de los cuales, Manuel García Mansilla, ya asumió. Se trata de un hecho inédito desde la última reforma constitucional. La designación de jueces en comisión en el máximo tribunal conlleva una riesgosa contraindicación: debilita la independencia judicial al no garantizar la estabilidad y permanencia de los magistrados en sus cargos. De modo que quedan expuestos a las eventuales presiones del poder político, que es el que los designó provisoriamente y sin acuerdo del Congreso.

La incertidumbre sobre estos jueces derrama incertidumbre sobre las instituciones y sobre quienes evalúan invertir en el país. ¿Qué tan confiable es un jefe de Estado que transmite la pretensión de querer controlar a la Justicia?

Esta semana también aparecieron más revelaciones sobre el criptogate, el negocio promocionado por Milei que ocasionó que miles de personas perdieran sus inversiones en menos de cinco horas, generando decenas de juicios aquí y en los Estados Unidos.

La fama del Presidente no deja de crecer en el mundo. Ayer llegó a la tapa de The New York Times con la investigación sobre las conexiones de los creadores de $Libra con el Gobierno y la denuncia de que los encuentros con empresarios se cotizaban en dólares.

Casi como un dato de color entre tanta desmesura: el martes pasado, once días después de que estallara la criptoestafa, Milei recibió en la Casa Rosada el premio al Economista del Año, otorgado por una ignota fundación brasileña cuyo titular, según los medios de ese país, fue condenado por… estafa.

Los exabruptos se suman uno tras otro. Con la misma naturalidad con la que un día vuelve a insultar a quienes no piensan como él, al siguiente sugiere intervenir la provincia de Buenos Aires.

El hecho de que aún se naturalicen sus escándalos implica que Milei sigue contando con el apoyo sostenido de, al menos, una parte de sus votantes.

La des-mesura es la incapacidad de la moderación. Y moderación implica calma, modestia y ...

Son los sectores sociales los que forman alianzas circunstancialmente mayoritarias que luego corporizan en un dirigente que los represente. Mientras esa representación cumpla con los principales objetivos para la que fue elegida (en Milei, derrotar al peronismo y bajar la inflación), el apoyo continuará. El día que esos objetivos dejen de cumplirse o ya no alcancen, hasta los mínimos deslices serán cuestionados.

Así como Milei resistirá el escarnio mientras lo resistan sus votantes, el surgimiento de un líder opositor empoderado solo tendrá lugar después de que se consolide una nueva mayoría circunstancial que lo necesite.

La primera condición para que suceda es que los caídos del modelo libertario sean notoriamente más que sus beneficiados. Esto ocurrirá si el reordenamiento de las cuentas fiscales y la baja de la inflación no demuestran ser suficientes para mejorar, en algún momento, la calidad de vida de la mayoría.

Históricamente, las primeras señales de que algo anda mal entre representados y representantes aparecen cuando se comienzan a objetar actitudes que antes se naturalizaban. Por ejemplo, el silencio frente a los crímenes de la dictadura que luego mutó en indignación colectiva; la frivolidad y corrupción del menemismo que pasó de ser celebrada a ser estigmatizada; o la corrupción y los aprietes a la prensa durante el kirchnerismo, que fueron ignorados por años y luego se convirtieron casi en una commodity del periodismo de investigación.

Ciertos medios y periodistas (y ciertos jueces y políticos) suelen funcionar como reactivos químicos que detectan, antes que el resto, los primeros indicios de degradación de los oficialismos. Por eso, cuando los medios y periodistas más obsecuentes comienzan a señalar errores, es posible que estén intentando anticiparse a un cambio de humor social.

¿Estará pasando algo así?

Demasiado pronto para saberlo, pero es verdad que, a partir del criptogate, se escucharon críticas impensadas de quienes solo se habían preocupado por ocultarlas y por atacar a quienes las formulaban. Como en el pasado, seguramente serán estos ultras oficialistas los que más se encarnizarán cuando sobrevenga el despoder.

Más allá del sustento social a Milei, su mérito consiste en haber desarrollado una extraordinaria fuerza de voluntad que lo diferencia de la mayoría de los políticos. Él demostró hasta qué punto la voluntad significa poder y es capaz de compensar sus fragilidades políticas y emocionales.

... autocontrol. Los griegos decían "meden agan", "nada en exceso". Milei es todo en exceso"

Es cierto que la voluntad de Milei tiene un origen mesiánico (el de creerse designado por el “Uno”, para desterrar “al Maligno de la Tierra”) y una convicción ideológica extrema (el anarcocapitalismo como destino final). Pero desde que asumió demostró, ayer como hace un año, que su voluntad es un factor de poder que ejerce impiadosa e irreflexivamente.

Su desmesura va mucho más allá de la voluntad para perseguir algo. Funciona, como diría Schopenhauer, como “una agitación sombría y oscura alejada de cualquier cognoscibilidad inmediata”.

Es el poder emanado de esa voluntad y el apoyo de los sectores que lo eligieron los que hicieron de este outsider un hombre capaz de doblegar a partidos históricos, llevando adelante el “mayor ajuste de la historia de la humanidad” sin mayores contratiempos.

Hasta ahora funcionó.

Lo que no se sabe es cuándo las necesidades de una nueva mayoría reemplazarán a las de la anterior. Y cómo se expresarán políticamente.