COLUMNISTAS
destino

La aceptación es vanguardia

Mientras las grandes potencias se aferran al imperialismo, cayendo en la propia trampa de la soberbia subestimadora, Argentina es refugio de libertades, y eso puede llegar a salvarla del oprobio mundial. Esperemos que la motosierra no arrase con la riqueza de nuestra diversidad; la política de inmigración aún vigente permite que nuestro país sea elegido por personas que buscan mejor destino. En otras fronteras, incluso latinoamericanas, la restricción provoca mayor clandestinidad, y eso facilita el ingreso, por ejemplo, del narcotráfico. Impedir que entren no significa que dejen de hacerlo. Y si está prohibido, serán los más tránsfugas quienes lo consigan.

El bloqueo del otro no es una salida. Se parece más a una forma de cancelación aplicada a los países. Pienso en las rejas que ¿protegen?, ¿limitan? parques y plazas. Macedonio Fernández las pondría en su lista de cosas que afean la ciudad. Sin embargo, en ciertas plazas, en lugar de rejas, se optó por trazar un sendero para que la gente pueda correr en distintas horas del día, y la instalación de artefactos de gimnasia que estimulen el ejercicio gratuito y al aire libre. En esos espacios, paradojalmente (o todo lo contrario), casi no hay delitos. Sencillamente, porque se le otorga un valor de expansión y de encuentro; la gente circula, intercambia, se ejercita. ¡Y conversa! ¡Ni siquiera mira el celu! Así se ha comprobado justamente en la plaza llamada Unidad Latinoamericana, hace unos años imposible de transitar por las noches, hoy poblada de runners y paseantes.

El peligro aminora cuando se privilegia el acercamiento.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

El rechazo es casi garantía de futuras agresiones.

Por eso no deja de ser una grata sorpresa la corriente migratoria de los rusos en la Argentina desde el inicio de la guerra de Ucrania, huyendo de las políticas restrictivas de Putin. Nuevo aire lingüístico y cultural que llega amablemente a nuestra ciudad, gracias a instituciones que facilitan el ingreso de quienes se sienten expulsados de sus propias tierras: no requieren visa, pueden radicarse y obtener la nacionalidad. Después de la Revolución rusa, se convirtieron en el tercer grupo europeo de inmigrantes (detrás de los españoles e italianos), estableciéndose incluso en pueblos alejados de las grandes ciudades, como en Winifreda, La Pampa (¡a dónde llegaron mis abuelos!). La Segunda Guerra Mundial también significó una ola migratoria importante, cuando en 1948 Perón dictó una ley que admitió el ingreso de diez mil inmigrantes rusos. Con la Perestroika se produjo una nueva afluencia, muchas mujeres costureras, al tiempo que se abrían unos cuantos restaurantes.

El borsch vuelve a ser sabor actual (¡y estamos en temporada de remolachas!). Al caminar sobre todo por la zona de Palermo, se renuevan las estaturas y los nombres. Aleksandra, Elena, Egor, Andrei, Anna, Kseniia, Mikhail. Algunas cuadras se parecen a secuencias fílmicas de Nikita Mijalkov, o páginas de Anna Karenina. Familias numerosas, ojos claros, bebés de pelusa blonda; atuendos coloridos, el privilegio del rojo. Ya hay carteles escritos en ruso en el hospital Fernández y en algunas panaderías; Casa de Rusia (Rivadavia 4266) tiene cada vez más estudiosos del idioma y se abrió la primera banya rusa, sauna ancestral con ramas de abedul. Las coordenadas son amplias: Palermo Moscú llega hasta Villa Crespo, parte de Almagro y Chacarita.

Si bien las malas lenguas y los prejuicios atentan contra la diversidad, dictaminando que los “rusos solo vienen a tener bebés y después se van a Europa”, muchos más son los que se afianzan al nuevo destino, brindando lo suyo, integrando lo nuestro, como lo hicieron sus compatriotas en oleadas anteriores, mitigando la tristeza de haberse ido con el bienestar del recibimiento grato. A diferencia de la denuncia que realizó Gogol en su maravillosa novela Almas muertas, nosotros las recibimos vivas, irradiando alivio. Y podemos sumar otras naciones, con los brazos abiertos, mayor será el entendimiento. Como sucede con la mayoría de los venezolanos y venezolanas que llegaron a nuestro país, desalojados de sí mismos, reinventando sus aromas en nuestras calles. La aceptación es vanguardia, más allá de los requisitos que la enmarquen, siempre facilitándola.

Disfrutá nuestra newsletter
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas y editores especializados.