“Voy a estar donde mi hermano, el Presidente, me necesite”. Tensa y algo sudada, como le ocurre cada vez que habla en público aunque prefiera leer su discurso, Karina Milei cerraba esta semana el último acto del año de LLA abriendo por primera vez la puerta a una posible candidatura legislativa.
El escenario elegido distó de ser una casualidad. Ante unos 2 mil militantes y dirigentes libertarios, la hermanísima estaba rodeada en el plató del porteñísimo teatro Gran Rivadavia, en Flores, por varios de sus incondicionales, cuidadosamente seleccionados. Y sin prensa, claro.
Allí estaban las flamantes autoridades partidarias, que ella preside a nivel nacional. El presidente de la Cámara de Diputados y vice de LLA, Martín Menem; la jefa del bloque de legisladores porteños y presidenta del distrito CABA, Pilar Ramírez, y su par bonaerense, Sebastián Pareja. A ellos se sumó el vocero presidencial Manuel Adorni, el único sin cargo alguno en la agrupación, pero casi seguro candidato.
Tampoco es un accidente el espacio elegido. Al igual que el asesorísimo Santiago Caputo, la Secretaria General de la Presidencia insiste ante quien la quiera escuchar que hay que darle batalla a los primos Macri, Jorge y Mauricio, en el territorio que vio surgir y expandirse al PRO. Sin listas conjuntas, obviamente.
Hay multiplicidad de señales al respecto. En la Legislatura, el karinismo se opuso a varias de las iniciativas troncales de la gestión macrista, como el Presupuesto. El jefe de Gobierno debió apelar a los votos del grupo libertario de Ramiro Marra, el primer adelantado capitalino de Javier Milei, desterrado hace meses por Karina.
La posible postulación de la funcionaria, sin embargo, se podría ejecutar en la Provincia de Buenos Aires. Según cuentan funcionarios que los frecuentan, a ninguno de los hermanos Milei parece tentarlos demasiado esa posibilidad. “Pero hoy está más cerca de darse que hace un tiempo”, admite una fuente oficial.
La primera traba es que no los seduce cambiar la cercanía cotidiana en sus funciones ejecutivas por una campaña ardua para conseguir una banca de diputada. “Sería un problema para el Presidente su ausencia”, reconoce otro allegado.
Tampoco, hasta el momento, los estimula la posibilidad de una candidatura testimonial, a través de la cual Karina regresaría a sus funciones en el Gobierno pasado el comicio. “Sería defraudar al electorado, como ya lo hizo el kirchnerismo en su derrota del 2009”, analiza uno de los consultados. A aquella estrategia elaborada por Néstor Kirchner se plegó activamente el entonces gobernador bonaerense y actual funcionario libertario Daniel Scioli. Qué tiempos.
Se detectan más obstáculos para la hermanísima. Tiene reducido nivel de conocimiento popular, según encuestas que se manejan en la Casa Rosada, y saldo desventajoso entre su imagen positiva y negativa. Al revés de la castigada Victoria Villarruel y de Patricia Bullrich, que encima se retan a duelo por las redes.
Nota al pie de página. A propósito de la ministra de Seguridad, ¿aceptará finalmente ir de candidata y escalar su guerra al macrismo? Y si así fuera, ¿el primo Jorge logrará convencer al expresidente de que la enfrente en CABA?
Volvamos a Karina. ¿Por qué se postularía entonces? Por las posibles ventajas. La principal: el apellido Milei en lo alto de la lista, nada menos que en el debut de la Boleta Única Papel en el principal distrito electoral del país.
Con ese capital, que su hermano multiplica cuando la llama “El Jefe” o destaca en cadena nacional la deuda de agradecimiento que debería tener la sociedad argentina con ella, ejecuta y manda. Arma el partido y hará las listas con sus lugartenientes, sea o no candidata. Sacude en las sombras a Villarruel y se abraza y brinda en público con Claudio ‘Chiqui’ Tapia, el mandamás de la AFA que hasta ayer nomás era denostado por el Gobierno. Pragmatismo.
Si Karina decide lanzarse, significa un doble mensaje. Hacia adentro de LLA, de que hay disposición a poner toda la carne en el asador y dejar de lado rencillas internas para cuadrarse. ¿Será el lanzado José Luis Espert uno de esos destinatarios?
Hacia afuera, también en dos direcciones. Para el PRO, el mensaje de que se suban al mismo tren, pero como furgón de cola o que se arriesguen a una derrota histórica desde su ampliación nacional.
Vale el interrogante de qué harían en ese caso dirigentes amarillos de peso en el electorado bonaerense, como Diego Santilli, triunfante en 2021 y perdidoso en las PASO del año pasado. ¿Siguen a los Macri, que plantean listas conjuntas en Capital (PRO a la cabeza) y Provincia (LLA primero) versus ir separados? ¿O se suman al entusiasta bullrichismo saltarín?
De todas maneras, el agite de la bandera Karina 2025 busca fundamentalmente condicionar al convulsionado peronismo provincial. La creciente y permanente conflictividad entre Axel Kicillof y Cristina Fernández de Kirchner anima aún más al planeta libertario a intentar dar un golpe político impensado hace apenas un año.
Quienes defienden la idea de que se postule creen que su presencia en la boleta obligaría a jugar a Cristina. “Nuestra mejor candidata contra la mejor de ellos”, sentencia una integrante de la corriente karinista. El summum de la polarización tan deseada. Por ambos extremos.
Los menos entusiastas advierten sobre un riesgo. “¿Y si nos gana Cristina, aunque sea por poco? Nos metemos en un lío innecesario, si igual vamos a conseguir más bancas que las que ya tenemos”, comenta con alguna lógica, que no siempre es la que guía la intrépida hoja de ruta mileísta.
Acaso esa hipótesis de choque electoral entre las damas fuertes del oficialismo y de la oposición sume motivos coincidentes para que tanto Karina como Cristina eviten definir hasta último momento si juegan o no. En especial, si también concuerdan sus espacios en avanzar hacia la eliminación de las PASO, lo que posterga las fechas de presentación de listas.
A partir de ese juego de espejos podría definirse la elección 2025. Y las consecuencias de su resultado. Otro año en el que la política argentina no da respiro.