COLUMNISTAS
PJ en jaque

El escándalo de Alberto Fernández hunde más al peronismo

El peronismo en general, y el kirchnerismo en particular, asiste a este espectáculo en medio de un largo proceso de debacle conceptual y práctico. “Default moral”, tal como lo denominó el politólogo Federico Zapata.

Alberto Fernández
Alberto Fernández. | Cedoc

Casi como una espiral sin fin, el peronismo suma nuevos ingredientes a una crisis en la que su dirigencia, principal responsable de su debacle, no sabe o no puede escapar. Peor aún: la alimenta con los renovados bríos que provocan en la política y en la sociedad escándalos como se ventilan en estos momentos sobre el ex presidente Alberto Fernández.

Es de prever que las novedades al respecto se sucedan a diario. Que en la causa donde se investiga el armado de un sistema aceitado para repartir millonarias comisiones en seguros desde el Estado sigan apareciendo nombres de ex funcionarios involucrados en el lucrativo negocio. En nombre de la patria, siempre.

Quiénes encubrieron a Alberto Fernández

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Y ni hablar de la resonancia del caso de violencia de género, por el que la ex primera dama Fabiola Yáñez denunció a Fernández. En esta etapa, el morbo arrasa en la opinión pública: nada supera al goteo cotidiano de fotos, declaraciones, mensajes, videos, archivos, celebridades y explicaciones en torno a agresiones, infidelidades y el ejercicio del poder público. No todo es lo mismo, pero estas cataratas de desenfrenos arrastran la paja y el trigo, con perdón por la metáfora.

El peronismo en general, y el kirchnerismo en particular, asiste a este espectáculo en medio de un largo proceso de debacle conceptual y práctico. “Default moral”, tal como lo denominó el politólogo Federico Zapata. Alberto Fernández y la aciaga gestión del ex Frente de Todos es producto de ello, no la causa. Si a ello se adjunta el deficiente gobierno de Mauricio Macri, el resultado se llama Javier Milei.

Julián Ercolini contra Alberto Fernández y Ariel Lijo contra Mauricio Macri: Comodoro Py se alinea con la agenda judicial de Javier Milei

Es en esa lógica declinante que resultan previsibles las reacciones de las diferentes escuderías peronistas en torno al Albertogate. Mucho antes de que dejara el poder ya habían tomado distancia, sin hacerse cargo jamás de cómo y para qué lo habían cobijado hacia la presidencia, del país y del partido. Quien no quisiera verlo, que no lo viera, pero eran conocidos sus profusos antecedentes de doble vara, mentiras, hipocresías y violencias (al menos simbólicas).

Sin autocrítica, Cristina Fernández de Kirchner ahora se horroriza. Como si Alberto Fernández fuera apenas un experimento fallido en su “exitosa” carrera como abogada y dirigente. El dedo de CFK ungió a Amado Boudou, a Daniel Scioli, a Fernández y a Sergio Massa. Está lejos de ser un hecho aislado, se trata de un problema sistémico.

Alberto Fernández y Cristina Kirchner
Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

Tampoco sorprende que sus protegidos de La Cámpora, en interna abierta con Axel Kicillof, intenten victimizar a Cristina prácticamente al mismo nivel de Fabiola, a quien defenestraron aún antes del nefasto cumpleaños en Olivos. ¿Ternura o patetismo?

El gobernador bonaerense se declaró en estado de shock. No habría por qué no creerle. El asunto es que Kicillof tampoco goza de originalidad al respecto. El año pasado asistió al impúdico caso de Martín Insaurralde, su jefe de Gabinete (cierto, impuesto por CFK y su hijo Máximo). Y actualmente se muestra sin dudar junto al intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, procesado en una denuncia por abuso sexual que busca apelar ante la Cámara de Casación Penal.

Salvo por un pronunciamiento crítico de su esposa Malena Galmarini y del colectivo femenino del Frente Renovador, Sergio Massa guarda silencio y mantiene su encierro. Acumula postergaciones: iba a lanzar un libro, iba a liderar un congreso partidario, iba a dar algunas entrevistas. Todo suspendido hasta nuevo aviso, por culpa de Alberto. ¿Argumentación o excusa? Nadie escucha en el peronismo clamor por la reaparición de su último candidato presidencial.

Unión por la Patria, obligado a reaccionar y dejar de lado los movimientos individuales

Un condimento más picante todavía se agrega a este laberíntico escenario peronista. Cunde el temor, o el pánico, entre su dirigencia en relación a cuánto la puede salpicar la pericia que se iniciará en el teléfono celular de Alberto Fernández, incautado por la justicia el viernes pasado.

Si se toman en cuenta las desprolijidades obscenas que se exhiben estos días, abunda la pavura. No sólo en el peronismo: empresarios, jueces y sindicalistas, entre otros, activaron la alerta máxima. Y generan súbitas ganancias a serviciales limpiadores de teléfonos. Un clásico del emprendedurismo argentino.