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Irlanda y Argentina. Hambre y tecnología

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Milei en Stanford. Sueño de profesor e influencer: dar clase en la Universidad del Silicon Valley. | NA

Según el Proyecto Hambre de las Naciones Unidas, de las 150 mil personas que fallecen diariamente por toda causa en el mundo, el 16 por ciento, 24 mil personas, mueren cada día de hambre o de causas relacionadas con el hambre. 

El capitalismo moderno del siglo XX –gracias a los economistas neoclásicos que critica Milei– erradicó las hambrunas en Occidente mientras que sí se producían al comienzo del comunismo, tanto en la China de Mao como en la Unión Soviética de Stalin.

Pero en el siglo XIX la última gran hambruna en Occidente no producida por guerras fue la de Irlanda en 1845, cuando la mitad de los 8 millones de habitantes de ese país se alimentaba a papas y un hongo inutilizó parte de una cosecha haciendo que en solo un año Irlanda perdiera el 25% de su población. Y nunca pudo recuperarse: aún hoy el total de habitantes tanto de la República de Irlanda sumando la parte norte de Irlanda, que se integra a Gran Bretaña, sigue siendo un millón de habitantes menos que en 1845.

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Pero a la vez Irlanda es el ejemplo de éxito económico que Javier Milei pondera porque, mientras que en 2008 era uno de los países inviables de Europa y su euro, cuando se acuñó el acrónimo Piigs en inglés, por Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España, todos países con problemas de déficit y balanza de pagos, desde entonces, en solo 16 años su producto bruto se multiplicó por diez al modificar drásticamente su impuesto a las ganancias: del 50% a solo un 12,5%, haciendo que varias multinacionales instalaran su sede europea en ese país, muy especialmente las mismas tecnológicas (el Gafam: Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) que fue a seducir Milei en su viaje a San Francisco.

Dos piedras en el zapato de teorías de Javier Milei: los monopolios y morirse de hambre   

Irlanda es casi un paraíso fiscal, compite en Europa con Luxemburgo atrayendo inversiones con baja de impuestos, similar a Uruguay en Sudamérica. Lo que podría ser una estrategia para países pequeños, pero los países escandinavos también son pequeños tanto en población como en geografía y tienen éxito con el sistema tributario inverso: la mayor tasa impositiva del mundo. Y para un anarcocapitalista como Milei, si bien los paraísos fiscales siguen siendo Estados, la menor tasa de impuestos los acercan a su subideal: el minarquismo del menor Estado posible.

La Unión Europea litiga contra Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft –las Gafam– por “ventajas fiscales indebidas” mientras Alemania, Italia, Francia y España reclaman un piso mínimo de tributación para los gigantes digitales, acusados de practicar competencia tributaria desleal (dumping fiscal). Y en septiembre de 2023 la Unión Europea aprobó la Ley de Mercados Digitales, que regula las prácticas monopólicas y el desvío de utilidades a países de menores impuestos. Allí encuentra una oportunidad Javier Milei, yendo a ofrecer Argentina con el RIGI como la Irlanda del hemisferio sur y, en su conferencia en la Universidad de Stanford, volvió a defender la “utilidad” de los monopolios (repite como un mantra: no hay fallas de mercado, nunca se necesita que el Estado intervenga porque hasta los monopolios son “útiles” al mercado). 

Otra muletilla repetida de Milei que choca contra el sentido común es su referencia a “morirse de hambre”, lo hizo en este viaje a San Francisco al decir: “Va a llegar un momento en que la gente se va a morir de hambre. De alguna manera va a decidir algo para no morirse. No necesito (el Estado) intervenir. Alguien lo va a resolver” .

Ya había dicho la semana anterior, al responderle a un periodista a la salida de la Rural, que era falso que la gente no llegara a fin de mes: “Si la gente no llegara a fin de mes, se estaría muriendo en la calle”; y antes, en el debate con Grabois que moderé, se produjo el siguiente diálogo:

GRABOIS: No es un problema de capacidad. Si tenés que elegir entre no comer y ser explotado durante 18 horas, o 14 horas o diez horas, yo elegiría ser explotado. Pero esa no es mi voluntad.

MILEI: ¿Cómo que no? También podés elegir morirte de hambre y morirte.

FONTEVECCHIA: Javier, ¿vos sinceramente defendés el derecho a morirse de hambre?

M: Cada uno puede hacer de su vida lo que se le da la gana.

F: Pero sinceramente en esa situación a una persona no solamente la hacen trabajar 18 horas...

M: Si tenés la posibilidad de trabajar y alguien lo eligió, prefirió no trabajar y que sus hijos se murieran de hambre.

F: ¿A vos te parece una elección ética?

M: Yo me gano mi vida laburando.

Pero las opiniones en aquel debate, cuando las posibilidades de que Milei llegase a la presidencia eran remotas, bien podrían encuadrarse en una discusión académica, por tanto teórica, y la “función” morirse de hambre sea un condicional contrafáctico, como cuando el economista clásico Thomas Maltus, en su Ensayo sobre el principio de la población, en 1798 pronosticó equivocadamente que la población crecería geométricamente mientas la producción de alimentos, aritméticamente, haciendo –simplificadamente– que fuera necesario que murieran más personas porque “la población está limitada necesariamente por los medios de subsistencia”. Disquisiciones académicas que fuera de ese ámbito suenan insensibles, carentes de humanidad y mínima empatía, mucho más aún cuando quien las verbaliza tiene la responsabilidad de que eso no suceda y que nadie muera de hambre.

Para colmo, le tocó a Milei referirse dos veces a morirse de hambre la misma semana en la que, tras la denuncia de Grabois (como si el debate entre ellos de 2022 continuase), tomada públicamente por el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Oscar Ojea, sobre que el que el Ministerio de Capital Humano tenía retenidas 5 mil toneladas de alimentos sin repartir concluyera con la Justicia obligando al Ejecutivo a informar el contenido de ese depósito después de que Patricia Bullrich primero (¿qué tendría que hacer la ministro de Seguridad metiéndose en temas de otro ministerio?) y el vocero Manuel Adorni luego quedaran expuestos mintiendo al decir que eran alimentos no perecederos destinados a stock de emergencias, cuando finalmente se comprobó que había 339.867 kilos de leche en polvo que vencen en julio, por ejemplo.

El Hilo de Ariadna hilvanó esta vez hambre y tecnología, Irlanda y Argentina, que lleva –metafóricamente– al mítico minotauro de las teorías libertarias.