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bestiarios

Hombre lábil

Hombre corriendo 20240906
Imagen ilustrativa | Negocios | Trabajo | Unsplash | Andy Beales

Al final resultó ser el hombre la bestia. Tantos intentos de representar los temores, figuras mitológicas, monstruos medievales, licántropos, y no hacía falta más que mirarse al espejo. Esta semana se realizaron las Jornadas sobre zoomorfismos en la arquitectura porteña (1880-1930) en el Centro Cultural Paco Urondo de la FFYL, organizado por las académicas Nadia Mariana Consiglieri y Catalina Fara. Entre fecundas exposiciones, fueron apareciendo sirenas aladas, dragones, leones, grifos; se habló de los diseños zoomorfos destinados a decorar fachadas, del vocabulario ornamental en portales, ventanas y cornisas, destacando algunos edificios increíbles de nuestra ciudad, pero también lamentando las indiferentes demoliciones. El recorrido incluyó un avistaje de bestias y muy originales ponencias. Pero también surgió la pregunta acerca del futuro. Una suerte de proyección hacia delante de la historia del arte de nuestro tiempo. ¿Cómo se representarían los monstruos actuales? ¿Cuáles serían las formas predominantes? Así como el art nouveau produjo hibridaciones interesantísimas entre el mundo vegetal y las formas zoomórficas, ¿de qué manera fantasiosa o fantástica se están expresando nuestros miedos y pasiones? Consiglieri proyectó ciudades de edificios espejados, quizá como una forma de evidenciar lo bestial.

Entre fecundas exposiciones, fueron apareciendo sirenas aladas, dragones, leones, grifos

En la literatura del siglo XX encontramos algunos indicios de monstruosidades invertidas. Hay varios ejemplos. En el poema dramático de Cortázar Los reyes, Ariadna no está enamorada de Teseo sino del monstruo que habita en el centro del laberinto. Ian McEwan, en su novela La cucaracha, da vuelta la historia de Kafka y en lugar despertarse Gregorio Samsa devenido insecto, se trata de una apacible cucaracha que un día se levanta transformada en el primer ministro de Inglaterra; o mismo el cuento de Boris Vian “El lobo-hombre”, que aborda los padecimientos de un lobo cuando algunas noches de luna llena se convierte en hombre.

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En el siglo XXI, la parodia no tardó en llegar, y con ella el  genial cortometraje El hombre lobby, de Martín Piroyansky y Santiago Korovsky.

Agregaría para estos tiempos distópicos la posible transformación en Hombre lábil.

Flan y panqueque.