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¿Hedonismo, masoquismo o venganza?

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AUGE DE LA ULTRADERECHA. Michel Feher, Sergio Zabalza y Arturo Pérez Reverte. | cedoc

Dos entrevistas que realicé esta semana ofrecieron argumentos opuestos sobre las causas de la emergencia de distintas formas de ultraderecha en el mundo actual. Una fue al protagonista del reportaje largo de esta edición, el filósofo y teórico cultural belga, estudioso de los movimientos ultras, Michel Feher, autor de tres libros sobre el tema: Productores y parásitos, El tiempo de los investidos: ensayo sobre la nueva cuestión social y Traficantes de sueños.

La otra fue realizada en mi programa de la mañana en Radio Perfil al doctor en Psicología de la UBA y profesor en varias universidades, Sergio Zabalza.

Y una tercera explicación está en una columna de Arturo Pérez Reverte que republicó ayer La Nación del diario El Mundo de Madrid que aunque muy focalizada en España aplica a todas las geografías. Dice: “La derecha radical y arrogante cuajó por un motivo aterradoramente sencillo: la izquierda de nuevo cuño dejó de ocuparse de los trabajadores para abrazar e imponer la ideología woke nacida en la Universidad de Harvard”.

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Pérez Reverte sostiene que “la más grotesca exageración de conceptos útiles, nobles y necesarios como izquierda, igualdad, paridad, feminismo y antifascismo” llevó al hartazgo a buena parte de la sociedad. Fácilmente se pueden traducir los ejemplos españoles que menciona en su columna a la sobreutilización política de las Madres de Plaza Mayo, al premio a Libertad de Expresión a Hugo Chávez por parte de la carrera de periodismo de la Universidad de La Plata, o a Alberto Fernández dando cátedra sobre el fin del patriarcado, entre tantos otros. El argumento de Pérez Reverte ha sido el predominante en Argentina: el péndulo, a la exageración del kirchnrismo le corresponde la exageración de Milei.

Pero cuando se le hace la misma pregunta a Michel Feher su respuesta es totalmente opuesta: “Siempre es fácil decir que la gente está enfadada. Están enfadados con el sistema, se sienten traicionados por los liberales (progresistas), entonces expresan su rabia y su traición votando a la extrema derecha. Me parece poco convincente porque si están enfadados, sobre todo por su condición material y su interés material, ¿por qué no votar a la extrema izquierda? (por lo menos en Europa, donde existe esa alternativa). Tiene mucho más sentido. Y sin embargo no lo hacen”. Sintetizando la completa explicación de Feher, la centroderecha (Macri) les pide a los votantes que para mejorar su calidad de vida tienen que esforzarse, hacer mérito, trabajar más, estudiar más, reinventarse, adaptarse a las nuevas condiciones de producción, sacar el espíritu emprendedor que está dormido en el corazón de cada uno y ser empresario de sí, o sea, más responsabilidad personal para el éxito.

La izquierda les dice a los votantes que si quieren que las cosas cambien hay que comprometerse socialmente más, militar más, luchar más, para poder redistribuir más. Mientras que “la extrema derecha tiene esta asombrosa ventaja que puede decirle a su electorado: conmigo las cosas cambiarán y mejorarán sin cambiar nada tu forma de vivir. Si eres un empresario, obtendrás más beneficios. Si eres trabajador, tu salario aumentará, porque la razón por la que eres infeliz es porque están todos estos parásitos que no son como tú, que están tanto en la cima de la sociedad como en el fondo de la sociedad, y mi tarea es librarte de estos parásitos. Y una vez que nos libremos de estos parásitos, las cosas mejorarán sin que ustedes, la gente buena, tengan que cambiar nada en su forma de ser y comportarse” (...) “ustedes son la gente buena, la gente trabajadora. Si no ganás lo suficiente, si sentís que tu vida no es plena, es porque otros que no lo merecen te están quitando cosas, y voy a asegurarme de que estas personas que no lo merecen desaparezcan”. En síntesis: “Conmigo obtendrás tu recompensa y no tendrás que cambiar nada” (...) “No se puede suponer que los obreros que votan a Trump o a Milei son en realidad socialdemócratas o socialistas de corazón que solo están engañados o perdidos por la ira. No. Saben por qué votan a Trump. Saben por qué votan a Milei”.

Mientras que para Pérez Reverte se elige a la ultraderecha por venganza, para humillar a los que humillaron (los políticos), y para Michel Feher se vota a la ultraderecha por la comodidad del menor esfuerzo, un hedonismo pasivo, para Sergio Zabalza se elige a la ultraderecha por masoquismo. Critica así la tesis de Michel Feher: “Ese argumento se basa en creer que las personas somos sensatas y, por lo tanto, si un gobierno ha sido malo en economía, hay que votar a otro, algo con lo que, desde el punto de vista psicoanalítico, no coincido. No se trata de la economía, sino se trata del masoquismo y la pulsión de muerte que es propia de los seres hablantes. Elegimos gobiernos que nos hacen daño, elegimos a un sujeto que goza de la crueldad. Aquellos que estamos a favor de la democracia tenemos que terminar de entender esta cuestión masoquista del ser hablante”.

“Desde el punto de vista psicoanalítico, podemos tomar información de que Freud escribió todos sus textos sociológicos, como El malestar en la cultura, El yo y el ello, y demás, durante la República de Weimar, y luego de que Hitler fuera designado canciller (...) no se trata de razonamientos sensatos. Se trata de que los pueblos, lamentablemente, o por la naturaleza o por lo propio del ser humano, son esencialmente masoquistas (...) Freud, en El malestar en la cultura, dice que hay una necesidad de castigo. Así llama a este impulso masoquista y lo atribuye a la culpa por los logros obtenidos a expensas del padre. Es decir que todo avance democrático luego tiene un retroceso. Freud hablaba sobre cómo crecía el nazismo. Sería bueno que, de una vez por todas, tengamos en cuenta esto, porque si no, vamos a seguir repitiendo tragedias”.

Seguramente una combinación de las tres explicaciones, en distintas proporciones, y otras que falten para completar lo complejo que siempre es la realidad, permitan acercarse más al fenómeno de época que, como bien dice Milei, no es barrial.