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“Golpistas”

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170 años de la bolsa de comercio. Allí disertó el Presidente el miércoles pasado, llamó golpista al principal banco privado del país e igual fue aplaudido. | na

Meter miedo es la estrategia recurrente de Javier Milei para domar a cualquier crítico. Lo hace todo el tiempo con los periodistas, con los economistas, con los legisladores y con los propios funcionarios, a quienes despide a un promedio de casi dos por semana. Su método del látigo para los díscolos alcanzó ahora al banco privado más grande de la Argentina, calificándolo de “golpista” y “kirchnerista” durante su volcánico discurso en el aniversario de la Bolsa de Comercio, el miércoles último.

Con la efusividad de un saber único donde todo le cierra en el aséptico espacio de un laboratorio matemático y tiene explicaciones para lo que sea, Milei lee la economía como un practicante religioso lee el mundo desde la perspectiva de La Biblia. Con la pasión de la ignorancia en campos diferentes a su especialidad, nunca podría medir “la rentabilidad social” y para aquellos que marcan sus diferencias no les cabe otra referencia más que el insulto. Llamar “golpista” al principal banco privado, además de insulto, implica la acusación de un delito que en una situación normal justificaría que el banco realizara dos demandas judiciales: por calumnias y por desbaratamiento de empresa.

Como Robespierre, Milei utiliza el terror contra los críticos para instalar su nuevo régimen

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Pero las palabras del Presidente no son consideradas literalmente en gran medida porque el vacío de representación opositor aterroriza más que su látigo. “Si a Milei le va mal, nos irá mal. Y si a Milei le va bien, también nos irá mal”. En el primer caso porque el fracaso económico de Milei tendría un gran costo económico y social para todos los argentinos del que nadie estaría a salvo, y en el segundo porque su éxito implicaría anular cualquier alternativa con la posibilidad de una deriva autoritaria donde el miedo de aquellos no alineados crecerá.

Como un Robespierre moderno que viene a destruir el régimen anterior para instalar uno nuevo, utiliza el terror como herramienta de disciplinamiento (“El terror no es más que la justicia rápida, severa e inflexible”, decía Robespierre, quien agregaba: “Si el resorte del gobierno popular en tiempos de paz es la virtud, el resorte del gobierno durante la revolución son, al mismo tiempo, la virtud y el terror: la virtud sin la cual el terror es mortal, el terror sin el cual la virtud es impotente”).

La necesidad de que a Milei le vaya bien, porque su fracaso crearía una nueva crisis de confianza –teniendo ya hoy 9 millones de argentinos en condiciones de indigencia además de 27 millones de argentinos en condición de pobreza–, es la mayor fortaleza del Presidente. Todo lo contrario al golpismo, los opositores desean estar equivocados porque un desenlace como el de 2002 tendría consecuencias aun peores que aquellas.

Por eso Milei puede insultar a los legisladores y lograr que igual terminen votando su ley Bases y manteniendo vigente su DNU 70/2023, o denostar a los gobernadores y que en su enorme mayoría concurran a la firma de un simbólico compromiso conjunto que representó un triunfo político para el oficialismo.

El abismo al que se arrojaría Argentina si Milei fracasara condiciona a todos los actores hacia la benevolencia con el Gobierno, disculpado sus atropellos, haciendo de cuenta que lo que sucede es normal y disimulando los innumerables síntomas de desquicio.

Consciente de esa fortaleza, Milei aprovecha esa ventana de impunidad que goza para amedrentar a opositores y críticos sin costo reputacional ni jurídico, ventana que no se mantendrá inalterable por siempre. En esta columna del 9 de marzo pasado nos referimos así sobre el peligro de normalizar lo anormal:

- Hay dos explicaciones que las ciencias sociales dan a las prácticas que utiliza Javier Milei. La primera es la Ventana de Overton y la segunda, la Ametralladora de Falacias.

- La Ventana de Overton (Joseph P. Overton) es una teoría política que “describe el rango de ideas o políticas que son consideradas socialmente aceptables en un momento y lugar específicos.

- Piensa el conjunto de las opiniones en una sociedad en un rango que va desde lo impensable hasta lo popular, y solo unas pocas de todas ellas son consideradas políticamente viables o aceptables para la población.

- Las ideas que están fuera de esta ventana son percibidas como radicales o extremas y, por lo tanto, tienen menos posibilidades de ser adoptadas o respaldadas por la sociedad.

- Pero el movimiento o la ampliación de los temas que pasan a estar dentro de lo aceptable es una estrategia para influir en la opinión pública, dar forma al debate político en una dirección favorable y/o instalar la agenda.

- De este modo, se normalizan ideas, propuestas o palabras que antes eran tabú, y ayuda a la reconfiguración de un nuevo centro, más extremo que el original.

- Javier Milei corre la Ventana de Overton a la derecha haciendo lo impensable radical y lo radical, aceptable. Para ello aplica otra técnica: la Ametralladora de Falacias también llamada Gish Gallop (galope de Gish), que “es una técnica de debate que consiste en abrumar al otro con el mayor número de argumentos posible, sin tener en cuenta la exactitud o solidez de los mismos”.

Igual al protocolo de Bullrich con los manifestantes, Milei usa el miedo para domar adversarios

El Presidente no fue electo, como él mismo dijo en la Bolsa de Comercio, para eliminar la inflación sino para generar prosperidad, que no se confunda, “no se salva a la sociedad alejándola de una hiperinflación para llevarla a una hiperrecesión”, como bien dijo el exministro de Economía de Cambiemos y expresidente del Banco Central de Lavagna, Alfonso Prat-Gay. Quien agregó: “En dos meses pasamos de ‘el que fuga dólares es un héroe porque escapó a las garras del Estado’ (Foro de Llao Llao) a ‘es un golpista’ (Bolsa de Comercio) quien ejerce su derecho para escapar de las garras del Estado. Notable pérdida de entusiasmo de la propiedad privada”. Prat-Gay tiene su estudio decorado con frases de John Maynard Keynes y Milei debe interpelarlo epistémicamente.

Al día siguiente de haber dicho en la Bolsa: “Dada la fuerte posición que tenemos en las cuentas del Central y nuestra posición de caja en el Banco Nación, pudimos derrotar a ese banco con intenciones golpistas”. En otro reportaje con LN+ redobló la apuesta diciendo: “Este banco intentó desestabilizar porque juega para otro lado. Creció en el kirchnerismo porque hacía negocios con Anses”.

Terrorismo financiero oral puro y duro de Milei.