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Gallos de riña

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La astilla del mismo palo. Javier Milei y Victoria Villarruel, ecos de la renuncia de Chacho Álvarez. | afp

La discusión sobre cómo pudo llegar a ser electo presidente un hasta hace muy poco ignoto fundador de un partido político con solo dos años de existencia, concluido el primer año de gobierno de Javier Milei, pasó ahora a cómo pudo gobernar sin legisladores ni representantes territoriales al frente de provincias y municipios, logrando llevar adelante transformaciones. Quizá la respuesta pueda estar en que la metáfora más apropiada para Milei sea la de ser un gallo de riña que, autopercibiéndose león convenció a los demás de que lo era, asustando y disciplinado a propios y ajenos.

Y en esa escenificación, convenció también a las víctimas de que los celulares son los lanzamisiles del brazo armado presidencial y que el Gordo Dan es un verdadero general de una Guardia Pretoriana. Mientras que ese ánimo presidencial de estar siempre alzado y dispuesto a la beligerancia, junto a la fortaleza de –por un tiempo– inhibir a los demás a enfrentarlo lo lleve a encontrar el camino hacia un choque frontal sin tiempo para poner marcha atrás.

Autopercibiéndose león convenció a los demás de que lo era, asustando y disciplinando  

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Un ejemplo de pulsear siempre creyendo que se cuenta infinitamente con la fortuna de las fuerzas del cielo, creando daños innecesarios y autoinfligidos, se expresa en la actual escalada del conflicto con la vicepresidenta, que en algún momento podría generar una crisis institucional insoluble. Victoria Villarruel también tiene una psicología especial, y el encuentro de dos terquedades puede terminar mal para ambas. Más allá de que desde la Casa Militar se le haya informado oficialmente a la secretaria de la vicepresidenta del viaje del Presidente, las fechas de ese periplo fueron publicadas y difundidas por todos los medios. No podía no saber Villarruel y solo se podría interpretar que, sintiéndose destratada (peor que el maltrato, ignorada), su no querer darse por notificada con todas las formalidades fuera un síntoma de su malestar y una forma, consciente o inconsciente, de hacerlo público.

“El Gobierno no miente”, dijo el vocero Manuel Adorni al difundir los chats entre la Casa Militar y la secretaria de la vicepresidenta anunciando con dos días de anticipación al viaje de Milei a Roma. Victoria (resuena el nombre de la hija de un militar indócil) Villarruel respondió que es el escribano de gobierno quien le debe informar, colocando la disputa en el plano del absurdo y dando una prueba pública más de que el Presidente y su vicepresidenta ni se hablan, lo que no habla bien de ninguno de los dos.

Más tarde, el propio Milei dijo que la vicepresidenta miente y que violó el sistema de división de poderes –lo que de ser así cabría el juicio político– porque no quiso atender ni ella ni su secretaria al escribano de gobierno para notificarla. La pregunta es si entonces el Presidente no debería haber viajado retrasando su partida hasta que la vicepresidenta apareciera y no sería también él mismo imputable de juicio político por dejar al país en acefalía por siete horas. Recuerdan los más memoriosos el día que el vicepresidente Chacho Álvarez le renunció a De la Rúa anticipando lo que sería el comienzo del fin de esa presidencia poco más de un año después.

Pero más allá de este conflicto, mañana podrá ser cualquier otro enfrentamiento el que vuelva a llevar a Milei al precipicio donde pareciera no sentirse tan incómodo, pero de tanto ir alguna vez podría caer en el abismo. Mientras tanto, ese estar dispuesto a llegar hasta al precipicio sin inmutarse, casi gozando de la abismalidad, le otorga un poder insuperable frente a sus oponentes, que no están dispuestos a jugar a la ruleta rusa llegando a un precipicio a ver quién es el que cae.

Es la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel en su Fenomenología del espíritu, donde el esclavo es esclavo porque teme a la muerte y el amo es amo porque no le teme, lo que a la larga no termina bien para el amo pero al comienzo le sirve para dominar. O como citamos a don Quijote en esta última columna diciendo a Sancho Panza: “Tu miedo te hace Sancho”.

La vicepresidenta no parece tener alma de Sancho, y hay que recordar que no hay peor astilla que la del mismo palo. Pero tampoco hace falta que en su paso Milei encuentre a otro autopercibido amo para caer ambos al precipicio sino, como se representa en el clásico del cine de los 70 y reeditado en 2006, Perros de paja, el personaje que caracterizó Dustin Hoffman sintiéndose humillado se rebela y, aunque con fuerzas mucho menores, destruye a sus agresores. La expresión “perros de paja” surge del libro más importante del taoísmo, el Tao Te King, escrito por Lao Tse 600 años antes de Cristo para quienes  “aparentan fuerza y poder y ocultan en realidad una naturaleza hueca y falsa”. 

En algún momento el humor social se modificará, los posteos dejarán de ser misiles, los celulares dejarán de ser armas, el león será aquel gatito mimoso de los ricos (Myriam Bregman en el debate presidencial) y como postulaba Hegel en su dialéctica del amo y el esclavo, se invertirán los roles. Pero, mientras tanto, funciona.

Sin embargo, al cuerpo del Gobierno comienza a notársele las heridas que dejó no haber votado la ley de ficha limpia y haber intentado que el senador Kueider no fuera expulsado en una imposible no asociación entre el dinero negro que llevaba Kueider y su voto a favor de la ley Bases, sin el cual no hubiera sido aprobada la ley porque el suyo logró el empate permitiendo a la vicepresidenta votar para desempatar a favor de la aprobación de la ley.

También se revela el caos operativo del Gobierno fuera de las dos áreas que conducen los ministros de Economía y de Seguridad, porque ir a la sesión del Senado para decidir sobre Kueider sin que los senadores de La Libertad Avanza tuvieran una posición coordinada se emparenta con el comunicado del vocero informado el llamado a sesiones extraordinarias con fecha y temario para que luego no las hubiera.

Al cuerpo del Gobierno comienza a notársele las heridas que dejó no haber votado ficha limpia 

Fin de semana en Roma. El viaje del Presidente a Roma no reviste urgencia ni necesidad, hasta se podría discutir si participar de un acto político interno de otro país como el festival de jóvenes de la derecha italiana, de Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), no es improcedente. En tres días se reunirá con dos empresas, vuelve a recibir un premio de una ONG y concede un reportaje a un diario marginal de Milán: Libero. La reunión con Giorgia Meloni tampoco parece imprescindible porque ya se vieron dos veces el último mes, en su visita a Buenos Aires y en la reunión, además de ya haberse reunido con ella en el G7 en junio.

A Milei le gusta Roma, viajó en febrero, en junio y ahora en diciembre.