COLUMNISTAS
Comparaciones

Fronteras en la playa

010225_melania_trump_afp_g
Beso al aire. Saludo del presidente a su esposa Melania. | AFP

Las playas populares en verano son un lugar en el que, por disfrute del mar y el sol, interactúan personas con diferentes costumbres. Esto hace difusos los límites como las propias huellas en la arena.

Hace unos días circuló un video en donde un hombre utilizaba un aparato para bloquear la música de sus vecinos en la playa. El creador del dispositivo lo llamó “Reggaeton be gone” (el reggaeton se fue).

El aparatito manual obstruye los parlantes bluetooth, anulando la música que el hombre consideraba inoportuna.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Suele ocurrir cuando se mezclan la privacidad y los espacios compartidos.

¿Qué sucedería si la música del vecino playero te gusta? ¿Recurrirías al aparato inhibidor o aprobarías por afinidad?

Es una suerte que algunas medianeras de los gustos no estén reguladas, pero algunas fronteras de los territorios han pasado a ser cuestionadas por una serie de apropiaciones o ambiciones de liderazgos poderosos y/o autocráticos.

Putin y Ucrania, Trump con Canadá, Panamá, Groenlandia. La Franja de Gaza, Taiwán, nuestras Malvinas desde siempre, Siria, Nigeria y podemos llegar a la Luna, la Antártida y Marte.

Pero no solo son las fronteras geográficas, también hay quienes quieren redefinir por sí a la democracia.

La foto de la asunción de Trump, más allá del límite al beso conyugal que trazaba el sombrero de Melania, deja una evidencia que hay que procesar.

Entre los invitados estaba Musk con su mano derecha pronta a ser alzada. Musk, dueño de X (Twitter), XAi, SpaceX y Tesla, es administrador de Eficiencia Gubernamental de la Casa Blanca.

Los otros eran Bezos de Amazon, Zuckerberg de Meta (Facebook, WhatsApp, Meta Ai, Instagram, Threads), Pichay de Google, Cook de Apple y Altman de Open Ai. Es decir, los dueños de tus datos, de mis datos, los que te pueden informar, rechazar, insultar, ser tus seguidores o tus haters, si así lo quieren.

Esa foto, en la que algunos hubiesen dado su vida por colarse, es la imagen más cercana de lo que vemos en las distopías de la ciencia ficción. Un grupo de varones en medio de la deshumanización (que ellos derrotarán), autocracias cada vez más tiránicas (que ellos llaman democracia), desastres ambientales (que ellos niegan), pregonando una libertad (que ellos manejan con arbitrariedad).

Y en la periferia de esa foto, de esa fila opulenta, los que se quieren sumar como cholulos para simular una amistad inexistente. Puede ser otra frontera, la del éxito y el ridículo.

Trump representa, por el país que gobierna, el triunfo más resonante del populismo que, curiosamente, no es de derecha o de izquierda.

El populismo se apropia de las ideas que convengan. Se adueña, en algunos casos, del liberalismo, en otros del socialismo, del proteccionismo, pero siempre es populismo.

Así lo hacen los citados Putin y Trump, Orban, Bukele, Erdogan, Maduro, Netanyahu, Ortega, Modi, Lukashenko y siguen las firmas, incluidas las autóctonas.

Entonces los enemigos, tan necesarios como ficticios, dependerán de qué lado viene el populismo. Unos dirán que son los inmigrantes, los “zurdos hijos de puta”, los fachos, las iglesias, las etnias, los trabajadores, los empresarios, los ambientalistas, las diversidades sexuales, las mujeres, los viejos, los pobres, los desocupados.

Las fronteras de los derechos han sido usadas, en Argentina, sin importar el sujeto de esos derechos. La mano derecha le pega a la izquierda y viceversa, aunque formen parte del mismo cuerpo.

En una playa argenta apareció el aparatito que puede limitar la melodía ajena. Tengamos precaución con los que se apropian de la palabra “libertad” y van bloqueando nuestra vida, privada y pública, nuestras elecciones.

Ninguna persona posee poderes sobrenaturales (que no se los dé el Congreso). El problema es cuando los demás creen que sí, que esa persona es superpoderosa, entonces por miedo, se rinden, deponen sus ideales y, ¿por qué no?, sus valores, su moral, hasta que cae la frontera de la dignidad.

*Dirigente sindical / convencional nacional UCR.