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opinión

Final apasionante de un torneo mediocre

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Gago. Boca no tiene jerarquía, los jugadores no encajan en el 4-3-3 que propone el DT. | afp

Diálogo escuchado en el colectivo 106: “El mediocampo de Boca es menos combativo que la CGT. ¡Lo que ya es mucho decir!”. Ja, ja, pensé, la imaginación popular nunca descansa y la verdad tampoco. De acá al final del campeonato Boca juega a arañar puntitos para entrar a la Copa Libertadores, probablemente al repechaje. No es solo que este año fue muy malo para Boca en los resultados (dato no menor, al contrario, asunto clave) sino que, otra vez, como desde hace años, no juega bien. Y por momentos no juega a nada. A mí no me gusta Gago (tal vez el año que viene salga campeón y me cierre la boca. ¡Ojalá!) pero su responsabilidad es menor. La responsabilidad viene de lo más alto, y llega hasta lo más bajo, al número 4 por ejemplo (que se hace expulsar tontamente una y otra vez, como ocurrió con todo el equipo: en uno de cada dos partidos mata-mata, 14 partidos en los que a Boca le expulsaron 7 jugadores…). Y todo esto viene pasando desde hace tanto tiempo que ya pasó a ser normal. Nos habituamos a que Boca sea esto, juegue así, gané siempre con lo justo, pierda contra equipos menores (¡Tigre le hizo 3!).

En Rebelión en la granja, narración irónica y crítica sobre el totalitarismo en la Unión Soviética, George Orwell escribe: “Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”. Pues bien, en un campeonato mediocre (el argentino) el plantel de Boca es más mediocre. Allí reside el corazón del asunto: en la falta de jerarquía del plantel. Los arqueros, los defensores, los volantes internos y varios de los de por afuera, los extremos…. Hay que barajar y dar de nuevo. A Gago le gusta jugar con un 4-3-3 fijo. Para eso hay que tener dos buenos extremos, cosa que no abunda (abunda, en Gago, la improvisación, la de poner ahí a Zenón y a otros que no son extremos). Pero no hay que confundir las convicciones con el dogmatismo. En eso estamos.

Estamos, también, viendo el campeonato (o los campeonatos) de los otros: los de Vélez, Racing, y un River que tenía todo para ganar la Libertadores (hasta le habían armado la final de local…) y que la perdió silenciosamente. Digo silenciosamente porque el nivel de blindaje mediático de River en general, y de Gallardo en particular, es impresionante. Evidentemente el presidente de River tiene banca… Imagínense lo que serían los medios si Boca hubiera perdido 3-0 la semifinal, se le lesionaban durante semanas y semanas, sin saber bien qué tienen, los principales refuerzos (¡Los mundialistas!), y demás cosas que pasan en River (¡Gallardo poniendo a familiares a dirigir las inferiores!). Sería una cadena nacional de todos los canales del establishment contra Riquelme. Pero no es necesario: Riquelme se las ingenia solo para meter, una y otra vez, a Boca en problemas. Parece tener un talento innato para eso.

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Entre tanto, va terminando el campeonato y la Copa Argentina. Como escribí aquí mismo hace un tiempo, con Boca lejos, me gustaría que Vélez gane los dos títulos. No es fácil. El equipo viene trastabillando. Es el final apasionante de un campeonato que no lo fue tanto.