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Fantasmas, liberalismos y Estados

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Causa. “El kirchnerismo, principal responsable de los descontentos del pueblo”. | cedoc

Allá por 1848 Marx escribía “Un fantasma recorre Europa…”. Lo hacía en El Manifiesto, que escribió a pedido de La Liga Comunista (organización de los sindicatos de Europa) para dar contenido a su lucha contra la explotación capitalista. Explotación permitida por un Estado que (pese a identificarse con el liberalismo económico, que señalaba la no intervención del mismo en ese tipo de procesos) garantizaba la propiedad privada de los medios de producción y una explotación de la fuerza de trabajo como la señalada por Engels en La situación de la clase obrera en Inglaterra.

Otro “fantasma” recorre hoy el mundo: “la derecha”. Fantasma que, a diferencia del anterior, invoca las banderas del liberalismo económico y llega al poder por el voto mayoritario de los ciudadanos. Esto ocurre en países de Europa; ocurrió y puede volver a ocurrir con Trump en Estados Unidos, así como en países de América Latina. En Argentina, este nuevo “fantasma” llega al poder con Milei, por el voto de mayorías ciudadanas descontentas con el desempeño de las fuerzas políticas que lo precedieron: kirchnerismo y radicalismo.

El kirchnerismo, principal responsable de los descontentos del pueblo que votó por Milei, decía gobernar con banderas que combatían al liberalismo económico, enarbolando otras que coqueteaban con el socialismo, para terminar haciendo del Estado un instrumento de enriquecimientos ilícitos, agrandando su tamaño al solo efecto de ubicar a una clientela política que no calificaba para cumplir las complejas tareas que impone manejar el Estado; junto a un asistencialismo corrupto que compraba voluntades y enajenaba la dignidad de personas que no conseguían trabajo por el estancamiento económico que resultaba de sus medidas de gobierno. A lo que se agregan negociados que beneficiaban a funcionarios y capitalistas amigos, a través de obras públicas mal otorgadas (entre otras). Todo lo que llevó a un Estado que, pese a su excesivo presentismo, en los hechos estaba ausente para resolver las situaciones de pobreza e indigencia.

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El caso del radicalismo es diferente, ya que estuvo a cargo del Estado en menos oportunidades. Sin embargo, cuando lo administró se limitó a la defensa de los principios del liberalismo político, con ausencia de las políticas necesarias para un desarrollo económico que generara empleos y recursos genuinos para el Estado. Sesgo que se mantiene hasta el presente, cuando sus preocupaciones por la vigencia de la institucionalidad republicana descuidan los problemas socioeconómicos que padecemos desde hace décadas. En una nota reciente (“Una necesidad imperiosa: la sólida infraestructura institucional”), un dirigente del radicalismo, después de hacer un acertado y detallado análisis de los problemas económicos y sociales que vivimos los argentinos, sostiene que “para poder esperanzarse con un horizonte de progreso social y realización individual es imprescindible que una sólida infraestructura institucional… deje de ser un ideal para constituirse en una necesidad imperiosa”.

Para evitar “fantasmas” debe construirse un Estado alejado del liberalismo económico, pero que vaya más allá del liberalismo político, para así satisfacer las necesidades materiales y sociales de los ciudadanos, con un desarrollo económico que, además de cuidar el medioambiente, distribuya equitativamente las ganancias. Un Estado que reduzca sus funciones, y su tamaño, al cumplimiento de objetivos básicos, dejando de ser un aparato ampliado al servicio de intereses de funcionarios y amigos del poder.

*Sociólogo.