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subjetividades

Familias de vacaciones

Virginia Woolf
Virginia Woolf | AFP

“Me encanta la arena, cambiar de piel, crujir”; “Odio la arena, los pies sucios, muero sin reposera”; “Depende del viento, si está caliente una tiradita saliendo del mar, hacerte milanesa por un rato”; “¿Se puede andar descalzo, no quema hoy? ¿Voy con ojotas? ¿Alguien me acompaña a probarla?”; “Amo las olas, el cielo reflejado, masajes de espuma, barrenar siempre, cruzarlas, ese rumor irreverente”; “El mar me aterra, jamás me acerco, prefiero la carpa”; “Según los días, no podría juzgar al mar”; “¿Hoy tira para adentro? ¿Hay aguavivas? ¿Está muy fría?”; “Exquisitas las rabas, y los choclos están que revientan, mantequita”; “Durísimas, y en aceite rancio, para devolverlas, un afano”; “Mejor cornalitos, vas por lo seguro, o lo que te recomienden, sin horarios todo vale”; ¿Estarán frescos? ¿Se puede elegir otra cosa? ¿A nadie le falta lo de todos los días?”; “Un libro en la playa, de Han Kang, Guerriero, García Márquez, una miradita al mar, la gente, el cielo, y de vuelta a la página, el placer de la lectura en vacaciones”; “Me hartan los autores del verano, el cliché intelectual, evitando el policial o un best-seller, aferrados a lo que hay que leer, me aburren el backgammon y las ojotas”; “No saber qué voy a leer, revolver librerías de la costa y encontrarme con El barón rampante, de Calvino; El libro de los monstruos, de Wilcock; un National Geographic, lo que venga”; “¿Qué podría leer? ¿Hay que hacerlo? ¿No tienen calor?”; “La felicidad de estar juntos, ¡qué familia, una fiesta!”; “Fiestas igual a conflicto, lo familiar, un deber, volver a lo mismo, la foto fija, el mandato, tolerancia, falsedades, preguntas capciosas, las obligaciones, hoy te toca lavar, clericó para todos, y vos querías un whisky”; “Cada familia es un mundo, relativicemos a Tolstoi, no todas las felices se parecen, ni las infelices lo son a su manera”; “¿El amor no cambia? ¿Nos queremos siempre igual? ¿Entramos todos en una misma carpa?”; “¡Qué alegría!”, “¡Qué condena!”; “Podría ser”; “¿Es así?”.

(Virginia Woolf escribió Las olas, una novela que hace del mundo una experiencia coral. Está construida solo con voces –en primera persona– que se alternan en el tiempo así como las olas en el mar. Su libro abarca años de amistades, muertes, nacimientos, reencuentros; este breve texto, apenas cuatro humores, y algunas horas de playa.)