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Ese extraño placer de ganar cuando merecemos perder

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Nuevas sensaciones. La Selección no anduvo bien, pero ganó con una jugada preparada. | afp

Ya se acercan las fases finales de la Eurocopa y la Copa América. Para hacer honor a la frase hecha, “toda comparación es odiosa”, y en este caso tal vez más que de costumbre. No solo por el marco, los estadios, los campos de juego (aunque no tanto por los arbitrajes, tan malos como los nuestros), sino sobre todo por el nivel de juego. La Eurocopa es básicamente un mundial sin Argentina y Brasil (más allá de que hace años viene jugando mal). Uruguay y Colombia están a la altura de un equipo de segunda o inclusive de tercera línea europeo. Miremos, si no, las cosas al revés: los peores equipos. Tomemos, por ejemplo, Albania y Jamaica. Mientras Jamaica es un equipo no profesional, Albania le empató a Croacia y perdió por solo un gol con España e Italia. Sin ningún talento, es sin embargo un equipo ordenadito, prolijo, que no pasa vergüenza. Pues, la Copa América está partida en dos.

Hay una serie de equipos cuyo nivel es muy bajo: Bolivia, Perú, Chile y Paraguay, de Sudamérica; México, Jamaica y Estados Unidos, de la Concacaf. Hoy, estos equipos no les hacen partido ya no a los grandes europeos, sino a los medio pelo de allá. Tal vez algo de lo que dice Mbappé sea cierto. Recordemos que si tomamos los últimos 20 años, sobre cinco mundiales que se disputaron, cuatro lo ganaron los europeos, y sobre 10 finalistas, ocho fueron europeos y solo dos sudamericanos (en verdad, uno solo: Argentina dos veces, en 2014 y campeón en 2022). Esto expresa también 20 años malos de Brasil que no llegó a ninguna final y que cuando llegó a una semifinal, la perdió de local 7 a 1 con Alemania, en un resultado histórico. Eso no quita que le tengo aún un inmenso respeto a Brasil (que va más allá de lo futbolístico, incluye a su cultura, su música, etcétera).

Entre tanto, como sabemos, el jueves Argentina le ganó por penales a Ecuador, en un partido en el que claramente mereció perder. Fue raro lo que me pasó: lo disfruté. No sabía que la ética bostera en la que estoy formado (nada se disfruta más que ganar cuando merecemos perder) podía aplicarse a la Selección argentina. Siempre es bueno experimentar sensaciones nuevas.

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Argentina jugó mal del principio hasta el final, incluso los jugadores que nunca desentonan (no menciono a Messi que jugó lesionado). Así que lo que voy a decir no es excusa, mucho menos siendo que en mi artículo anterior fui levemente irónico con el tema: no se puede jugar con el campo de juego en tan mal estado. Es obvio que a Estados Unidos no le importa el fútbol, pero a la Conmebol sí, y es una total falta de respeto jugar con un terreno más poceado que la ruta de acceso a San Clemente en los 80, cuando yo era chico (no se imaginan lo que era). El campo de juego en mal estado iguala hacia abajo, favorece al peor. Fuera de eso, la Selección hizo el gol con una jugada preparada inventada por Osvaldo Zubeldía. Al final, siempre ganan los buenos.