Despacito, con más rumores que certezas, el mapa electoral de Racing empieza a tener algunas definiciones. Los comicios serán en diciembre y aunque en el club se respira una tensa calma, las candidaturas que se anunciarán en las próximas semanas harán que esa atmósfera se transforme.
Los resultados deportivos, que en términos generales son buenos pero no lo suficiente como para aplacar cualquier enojo, moverán las piezas y el ánimo de un tetris que tendrá, como en toda esta última década, al presidente Víctor Blanco como pieza central. Por la positiva y por la negativa. Todo indica que Blanco buscará una nueva reelección, pero a diferencia de lo que sucedió en 2020, cuando la oposición fue atomizada y con candidatos sin peso propio –Leandro Rodríguez Hevia por el Frente Racing de los Socios, Fabián Mangaretto por el Frente la Acadé y Martín Navarro por el Frente por Estos Colores–, esta vez tendrá enfrente un armado que buscará quedarse con la conducción del club.
Aunque aún no se oficializó, ese conglomerado opositor puede tener al exministro de Economía Hernán Lacunza como candidato, y al ídolo Diego Milito en algún lugar de la fórmula. A pesar de algunos rumores y de ciertas publicaciones en cuentas partidarias, Lacunza no tiene cerrado ningún acuerdo con Milito, por ahora más abocado a proyectos personales en el exterior –una cadena de TV en Italia y una posible asesoría en un equipo del fútbol de Arabia Saudita– que a la rosca política racinguista. La decisión depende exclusivamente de lo que quiera hacer Milito: él tiene la última palabra.
En algunos espacios y agrupaciones del club, la ponderación del ídolo tiene un componente más emotivo que político: aquel futbolista que volvió y salió campeón en 2014, y que luego se convirtió en el secretario técnico que ayudó a armar el Racing campeón de 2018-2019, ahora está más cerca de las recetas que tiene Sergio Agüero para Independiente –una inyección de capitales privados para potenciar supuestamente el nivel del fútbol profesional y la infraestructura– que hacerse cargo de la presidencia de un club complejo y heterogéneo como es Racing.
Blanco, que durante meses había deslizado que no iba a presentarse si enfrente estaba Milito, ahora recalcula: sabe que con el ídolo en un segundo plano y con el aura privatizadora que domina este contexto político, muchos hinchas que lo cuestionan terminarán votándolo. El encuentro que prepara en un salón de Puerto Madero para este viernes a la noche, en la previa del clásico contra Independiente, es parte de esa estrategia para su lanzamiento formal.
Validando aquel apodo que Daniel Angelici le dedicaba en reuniones –“Es Mister Magoo, el mundo se cae y el viejo sigue caminando”–, Blanco homologa apoyos, mide fuerzas y hasta prepara una sorpresa (¿otro ídolo reciente en la fórmula?). Su abanico de apoyos va desde Máximo Kirchner, que siempre respaldó su gestión, hasta Horacio Rodríguez Larreta, quien observó cómo en el último tiempo, su cuñado, Roby Martínez Álvarez, perdió poder en la mesa de decisiones del club. Otro que lo perdió –o que terminó de perderlo esta semana– es el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, que acaba de expresarse a favor de las sociedades anónimas deportivas. Cúneo Libarona es parte de la comisión directiva de Blanco, aunque probablemente no tenga espacio en la lista de diciembre.
