Más allá de coincidencias o discrepancias ideológicas, un número significativo de los personajes que en el orden local e internacional exhiben poder político o económico, deciden destinos colectivos y concitan atención, adhesión o repulsa, comparten un factor que salta a la vista en cuanto se investigan sus biografías. Sus padres fueron personas ausentes o su presencia fue autoritaria y violenta. En varios casos se suma a eso que, tanto durante la infancia como en la adolescencia, fueron objeto de bullying, burla, desprecio o exclusión tanto en los colegios a los que concurrieron como en otros círculos en los que se movían, incluidos ámbitos familiares. Algunos de esos personajes dirigen empresas, corporaciones e importantes instituciones. Otros, más que eso, gobiernan países.
Nacida en Polonia (de donde su familia huyó para escapar del nazismo) y formada en Suiza, país en el que ejerció su carrera y desarrolló sus ideas, la psicóloga, socióloga y filósofa Alice Miller (1923-2010) puso especial interés en investigar cómo ese maltrato infanto-juvenil opera en la psiquis de tales personalidades y de qué manera eso incide en las poblaciones sobre las que tienen poder (sean éstas subordinados, empleados, tropas o ciudadanías). Miller fue acaso la más profunda y exhaustiva especialista en esta cuestión y también la más firme e insobornable abogada de la niñez, demostrando que los chicos pueden ser dañados de múltiples e insospechadas formas, algunas de las cuales pueden incluso disfrazarse de amor, como la sobreprotección o la exigencia. Entre sus libros más reveladores resultan ineludibles El drama del niño dotado, El cuerpo nunca miente, La llave perdida y, especialmente, Salvar tu vida y Por tu propio bien. En este último, tras estudiar la infancia de Hitler, de integrantes de bandas terroristas como la Baader-Meinhof, de delincuentes juveniles y de asesinos seriales, Miller confiesa su pesimismo ante la idea de que “dependemos de individuos aislados (¡y no solo de instituciones!) mucho más de lo que nuestro orgullo está dispuesto a aceptar”. Son líderes, apunta, “en los que la masa descubre a su propio padre, son en el fondo (como también lo es el padre de familia autoritario), el niño vengador que utiliza a las masas para realizar sus objetivos personales (la venganza)”.
En el mencionado trabajo de Alice Miller puede haber una pista importante para entender la ira, el lenguaje insultante e incluso la gesticulación desbordada de estos líderes hoy preponderantes (también de esa mímica, a veces grotesca se ocupa la psicóloga). Miller no se propone excusar (muchos de los actos de estos individuos son inexcusables), sino entender y explicar. Entonces podemos ver cómo muchos de esos niños maltratados y avasallados crecen con un poderoso propósito inconsciente. El de contar un día con el poder suficiente que les permita alcanzar una posición desde la cual les puedan hacer a otros lo que les hicieron a ellos. Ese es a menudo el objetivo y el uso del poder. El análisis de éste será siempre plano, lineal y limitado si se lo pretende entender sólo desde una perspectiva política o económica o desde una biografía impresa. Es significativo que este tipo de líderes, dirigentes y gobernantes sean investidos por sus fanáticos con las características y los disfraces de súper héroes o que se los rodee con aureolas de emperadores. Esto vendría a revelar la mentalidad de los creyentes. Las sectas que se construyen alrededor de un líder mesiánico suelen estar integradas por quienes licúan su identidad en él y lo erigen como vengador de sus propios resentimientos. Inconsciente personal e inconsciente colectivo se funden entonces..
* Periodista y escritor.