COLUMNISTAS
"Es lo que hay"

El país realmente existente

En la próxima etapa se necesitan liderazgos claros que formulen acuerdos y una estrategia creativa que no repita viejos esquemas.

20200719_cortoplacismo_temes_g
Cortoplacismo nacional. | Pablo Temes

Si se puede encontrar algún “beneficio” de la pandemia, es el retorno de una discusión olvidada de la Argentina: ¿qué modelo de desarrollo puede ser viable para los recursos y las capacidades del país?

Flotando en el viento. La discusión sobre el desarrollo viene enmascarada en cuestiones más urgentes: cómo frenar el deterioro de una economía que parece no encontrar su piso, y cómo detener el crecimiento de la pobreza, de la cual no se tienen datos recientes pero algunas estimaciones la colocan por encima del 40% para este año. La única salida que se encontró de marzo a esta fecha fue que el gobierno coloque dinero en quienes perdieron sus ingresos mediante el Ingreso Familiar de Emergencia, y ayudando a las empresas a pagar los sueldos de sus trabajadores a través de la Asistencia de Emergencia para el Trabajo y la Producción (ATP). Previamente a la pandemia del Covid-19 se había aprobado la ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva en el marco de la Emergencia Pública. No hay que ser un lector muy avispado para interpretar que la Argentina es encuentra en emergencia.

El único acuerdo que se puede encontrar es que esta situación no puede extenderse en forma infinita. Sin financiamiento externo, con la caída de la actividad y su correlato en la recaudación, la única salida es la impresión de billetes, tal como hizo Estados Unidos o la Unión Europea, pero claro con una distancia sideral en la solidez de las monedas. Mientras los famosos bonos del Tesoro norteamericanos siguen refugio mundial de reserva de valor (incluso para China), los bonos argentinos son hojas en el viento.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

¿Dónde hay un mango viejo Gómez? Las decisiones del viernes último sobre la apertura gradual de las actividades apuntan tanto a buscar una reactivación de la economía como aliviar el malestar social creciente sobre la propia cuarentena que paradójicamente coinciden con el crecimiento de los contagios y las muertes a causa del coronavirus. La incertidumbre y las preocupaciones son tales que aparece un comportamiento no habitual en la sociedad argentina, buena parte de la población prefiere ajustar sus gastos al mínimo (comestibles y medicamentos) y ahorrar lo que pueda, ya sea comprando los 200 dólares habilitados por el cepo o guardando los pesos sobrantes en una lata en la cocina. Se podrá contraargumentar que con una canasta básica en 43 mil (para un hogar de cuatro integrantes) según el informe del Indec de mayo la capacidad de ahorro sea mínima, sin embargo, el temor a la pérdida de los ingresos (por poco que sean) lleva a comprar lo mínimo necesario.

El debate que se viene es entre el Estado regulador y el Estado intervencionista, que reemplaza a los privados

Todo es historia. Se sabe que el principal objetivo empresarial es maximizar la rentabilidad. Y ese podría ser un enunciado universal. Por eso siempre la relación capital-trabajo es estructuralmente tensa. Pagar los menores salarios en una unidad productiva en particular parece ser un principio inalterable desde la invención del capitalismo a pesar que debilita el mercado interno. El paso siguiente de la lógica empresarial llevaría A ampliar mercados. Uno (de los tantos) problemas de la Argentina es que los empresarios han encontrado sucesivamente formas de encontrar ganancia extraordinaria por otras  vías sin inversión productiva o mediante la expansión de sus fronteras. Fuentes de ganancia extraordinaria pueden ser la valorización financiera, las ventas al Estado, la obtención de monopolio sectorial o simplemente aumentando los precios por encima del promedio. Por eso el nacimiento de buena parte de las grandes fortunas nacionales se vincula a la relación con el Estado y sus políticas, y muchas de las capacidades de esas organizaciones se orientan más al lobby que a la innovación.

También se debe destacar que a lo largo de los años noventa muchas de las grandes empresas fueron compradas o absorbidas por multinacionales lo que explica la preponderancia de un sector donde muchas de las decisiones se toman a miles de kilómetros de distancia.

¿Es con todes? En el marco actual es esperable que el presidente Fernández priorice reunirse con los pocos representantes de empresas nacionales que han expandido sus actividades más allá del espectro nacional. Esta son un puñado de empresas como Techint, Arcor, Grupo Clarín, Mercado Libre, algunas energéticas como Pan American Energy o Pampa Energía, algunas grandes empresas agropecuarias o los pocos bancos de capital nacional que subsisten. Son quienes tienen espaldas para aportar en un proceso de reconstrucción de la economía, y no están sometidas a las decisiones de sus casas matrices. Quizás el país tendría otro perfil si hubiera cien techines. Desde el kirchnerismo duro se lo critica a Fernández por valorar positivamente a estos empresarios: han apoyado fervientemente a Mauricio Macri y sólo van por la obtención de ventajas para su negocio. Es probable que tengan razón. Gran parte de los empresarios nacionales (incluso muchos pequeños y medianos) adscriben al mantra del Estado pequeño, con bajos impuestos y leyes laborales flexibles.

Dualidades. El empresariado argentino es el fruto de la montaña rusa económica del país, pero “es lo que hay”. Se trata del momento del pragmatismo y eso también lo saben los empresarios porque el debate al menos por el próximo lustro será entre el Estado regulador o el Estado intervencionista. El primero impone reglas y articula, pero el segundo reemplaza a los actores privados. Es probable que se precise más articulación que nunca. Qué pasaría si parte de la industria automotriz trasnacional decidiera retirarse del país como se rumorea en estos días a causa de las bajas ventas: ¿cerrarían cientos de pequeñas y medianas empresas autopartistas? muchas de ellas de calidad mundial. Ejemplos como estos hay muchos incluso en sectores rentables como los medicamentos. Luego la dicotomía entre “mercadointernismo” y “salida exportadora” es tramposa, ya que pocos sectores de la economía están en condiciones de expandir sus mercados en las condiciones de calidad y estabilidad que se requiere. Por eso será imposible transitar la próxima etapa sin liderazgos claros que formulen acuerdos y sin una estrategia creativa que no repita viejos esquemas fracasados.

 

*Sociólogo (@cfdeangelis)