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El pago de julio: el primer acuerdo extra con el Fondo Monetario

El Gobierno acordó un nuevo programa de facilidades extendidas con el FMI que reducirá 0,8 puntos la tasa de interés, que deberá ser aprobado por el directorio del organismo antes de la tercera semana de abril. El alivio llegará a tiempo para el primer gran vencimiento del año que le queda a Luis Caputo el 9 de julio. Allí, el capital más intereses que debe afrontar de los bonos asciende a casi US$ 4.500 millones totales. El más fuerte pago anterior había sido en enero.

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| Pablo Temes

La primera operación concreta de uso de los dólares que lleguen del facilidades extendidas que se firmará, en breve, con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya está acordada. Los negociadores del Ministerio de Economía local y los miembros del staff técnico del organismo financiero cerraron la posibilidad de que parte del dinero que llegue por el nuevo acuerdo se utilice para cumplir con el vencimiento del pago de capital e intereses de los Globales y Bonares que deben liquidarse el 9 de julio próximo, y que representan el mayor compromiso financiero del país hasta fin de año. La deuda que habrá que cubrir alcanza unos US$ 2.898 millones en capital y US$ 1.559 millones en intereses; lo que suma unos US$ 4.457 millones totales, y que completan el primer pago que se realizó en enero pasado, por un monto similar. Entre ambos pagos, representan casi el 50% del total de vencimientos de todo el año; con lo que, despejado el panorama de este compromiso, ya casi el Gobierno no tendrá deuda importante por cerrar. Al menos durante este ejercicio 2025.

La habilitación para que este vencimiento se cumpla con el dinero del FMI no es un logro menor para Caputo y sus huestes negociadoras con el responsable del caso argentino ante el FMI, el venezolano Luis Cubeddu. La ecuación general del préstamo de facilidades extendidas implica desde siempre que el dinero que se gire dentro del acuerdo debe quedar en las reservas del BCRA como si fuera en un escaparate intocable. Con el único objetivo general de mostrarle al público operador en el mercado financiero que la entidad que maneja Santiago Bausilli tiene la suficiente fuerza de acción financiera para poder enfrentar tormentas. Y comenzar, ahora sí, a moverse en terrenos de azul y no de rojo permanente, como viene ocurriendo desde el gobierno de Mauricio Macri hasta hoy. Para cualquier otra acción dentro del mercado de capitales, queda claro para Washington que deben usarse dólares que el país vaya consiguiendo vía liquidaciones del campo (soja, maíz, etc.), del primer superávit energético de peso o de la posible caída de la demanda de turismo por el fin de las épocas estivales Sin embargo, saben desde el FMI que no hay tiempo para que, fuera del enorme refuerzo que implica el giro de dinero desde el organismo, las reservas del BCRA puedan recuperarse lo suficientemente rápido como para poder hacer frente al majestuoso vencimiento de julio. Es por eso que se conversó entre las partes negociadoras que no haya mayores cuestionamientos para que el dinero del facilidades extendidas se utilice para el vencimiento. Más teniendo en cuenta que para junio las posibilidades de recurrir a un potencial préstamo del mercado financiero voluntario dedeuda internacional aún no sería conveniente, dado que en el mejor de los casos se descarta que el riesgo país tendrá una contracción importante de los más de 750 puntos básico que rigen actualmente. Pero aún lejos de un 300 o aún menor nivel que le permita al equipo de Caputo recurrir a la colocación de algún bono de deuda. Menos por un monto como el que se necesita para cumplir con el vencimiento.

Para una operación de este tipo, saben en el Palacio de Hacienda, habrá que esperar a que el país logre despachar la principal incógnita que quedará despejar, luego del acuerdo con el FMI. Esto es, lo que suceda luego de las elecciones legislativas de octubre de 2025, donde la gestión de Javier Milei se juega parte de su futuro político, económico, financiero y monetario. Esta circunstancia la saben los mercados en general, que reconocen que un buen resultado electoral le dará espaldas a Milei para seguir adelante con su plan económico libertario, y llevarlo a una instancia superadora. Y luego comenzaría a caer el riesgo país, al ritmo de las reformas que siempre el mercado pondera. Por el contrario, si el resultado legislativo es negativo, difícilmente ese nivel de riesgo país pueda bajar sustancialmente, con lo que la alternativa de una posibilidad de recurrir a los mercados financieros internacionales voluntarios quedará para otra oportunidad.

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El uso del dinero del FMI para el pago de julio es aire puro para los complicados pulmones de pago de deuda con que se vienen manejando Caputo y su gente desde comienzos de año. La falta de ritmo ascendente en la recuperación de las reservas, incluyendo los días de ventas de la semana que terminó, no le permite al ministro y su gente aventurar un futuro provechoso en cuanto al ingreso de divisas para reforzar el azul del BCRA, por fuera del dinero que llegará de Washington una vez que se terminen las negociaciones con el FMI y se firme en nuevo acuerdo. La posibilidad de mostrarle al mercado que el dinero está (venga de donde venga) es clave para restablecer la confianza de los viejos y nuevos tiburones que se manejan en el mercado de capitales local con catalejos enfocados desde dentro y fuera de las fronteras argentinas. Estos operadores vinculados a los money makers solo tendrán confianza en que se puede cerrar 2025 el día después que Economía haya cumplido en tiempo y forma con el pago de las obligaciones del vencimiento más importante del año, el de julio. Y que, en lo posible, se haga con un Ministerio de Economía a plena acción y con la situación controlada.

Estos Bonares y Globales que se liquidarán en julio son títulos públicos que forman parte de los instrumentos de deuda emitidos por el Estado nacional durante el canje de deuda que cerró el exministro de Economía Luis Guzmán, durante su gestión como habitante plenipotenciario del oficialismo en el Palacio de Hacienda, en los tiempos en que en la Casa Rosada intentaba hacerse fuerte el expresidente Alberto Fernández.

Los Bonares y Globales que se pagaron el 9 de enero se emitieron en septiembre de 2020, en la reestructuración de deuda negociada por el gobierno de Alberto Fernández (Frente de Todos) y se caracterizan por tener una tasa de interés muy baja (los que vencen en 2030 pagan menos del 1%), costo que va creciendo a lo largo de los años y varía según la fecha de vencimiento. Ambos títulos tienen características muy similares y lo que los diferencia es la ley aplicable: los Bonares están sujetos a la ley argentina y los Globales se rigen bajo la ley de Nueva York, Estados Unidos. Ambos son emitidos en dólares y tienen fecha de vencimiento final en 2029, 2030, 2035 y 2041, entre otras. La letra fina del acuerdo de 2020 indica que en total son más de vobligaciones que tienen plazos que van desde los 8 a los 25 años. Estos bonos pagan amortizaciones en cuotas semestrales de capital, al que hay que sumar los intereses.

Fueron emitidos por el gobierno anterior y representan, quizá, la única política de Estado, en términos financieros, que se sostiene de una gestión a otra.

Por lo demás, se sabe que el programa que se firmará será el de facilidades extendidas con el Fondo y que antes de la tercera semana de abril estará aprobado por el Board del organismo que maneja Kristalina Georgieva. Incluirá una reducción de la tasa de interés del 6,46% del acuerdo vigente desde el gobierno de Alberto Fernández a una del 5,63%. Esto es, 80 puntos básicos. Y teniendo en cuenta que el programa será a diez años con cuatro años de gracia para pagar capital, el ahorro total alcanzaría los 3 mil millones de dólares. A esto habrá que sumar la contracción que se produzca periódicamente por el perdón que el FMI aplica a los países emergentes por el castigo de haber tomado deuda por encima de la capacidad de pago de estas economías. En total, el ahorro por tasas de interés, podría alcanzar en diez años los 5 mil millones de dólares.

Esta definición quedó clara, y pasó algo desapercibida, en la exposición que el viceministro de Economía José Luis Daza dio en el Congreso el lunes pasado, al pedir de parte del Ejecutivo la aprobación del DNU que le habilita al Poder Ejecutivo las negociaciones finales por el facilidades extendidas. El funcionario no aclaró, como tampoco lo había hecho Luis “Toto” Caputo, el monto final que se negocia con el FMI, pero dio una tenue precisión mayor a la del ministro. Daza

dijo que “no hay un monto máximo”, lo que implica que ya está cerrado el mínimo que el FMI le girará a la Argentina. Tal como adelantó este medio, serán unos 9.800 millones de dólares, dinero coincidente con el total de divisas que el país le giró al Fondo desde el segundo trimestre del año pasado hasta febrero de este año, por el cumplimiento del facilidades extendidas vigente, y que hubiera correspondido que el FMI le devolviera al Banco Central. Esos casi 10 mil millones serán el piso que recibierá Argentina y, probablemente, de manera rápida y directa. El resto del préstamo sería girado a partir del cumplimiento de las metas trimestrales. Daza aclaró en su exposición en el Congreso que de la velocidad de la liquidación del acuerdo dependerá la “la forma de salida del cepo”.