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El media punta, ese puesto indefinido

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Julián. El delantero de la Selección corre y corre y corre, y así descuida su objetivo: convertir goles. | afp

Una de las cosas más difíciles del fútbol es encontrarle el puesto que corresponde a ciertos jugadores, y sobre todo a un puesto en particular: el media punta (o segunda punta, como le dicen ahora). ¿Qué es un media punta? ¿Un 9 tirado atrás? ¿Un 10 que juega más adelante? ¿Ambas cosas a la vez? Ese puesto apareció con fuerza recién en los 80, Latorre en Boca es un ejemplo claro. Pero mucho más aún Francescoli en River. Cuando llegó lo pusieron de 8, y no anduvo muy bien. A veces jugaba de 10, pero tenía detrás la sombra de Alonso. Hasta que el Bambino Veira lo puso de media punta y terminó siendo uno de los más grandes jugadores de la historia de River.

A la inversa, hay jugadores que hicieron una gran carrera, que participaron en mundiales, que fueron cracks e ídolos, y que sin embargo nunca terminamos de saber de qué jugaban. El caso extremo es Tevez. Tal vez el mejor Tevez que yo vi fue el de los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004, con la selección que fue campeona dirigida por Bielsa. Tevez, goleador del torneo, jugó claramente de 9, e incluso la mayoría de los goles los hizo entrando a definir en el área chica o cercano a ella. Pero el otro gran Tevez fue el de la Juventus, donde Morata jugaba de 9 y Tevez de media punta (de hecho fue elegido en una votación en La Gazzetta dello Sport como titular en el 11 ideal de la década del 2010). Pero el punto más bajo fue el mundial 2010, con Maradona de técnico, donde nunca encontró su posición en la cancha, jugando siempre forzado, a contramano del equipo. Toda la vida esa indefinición acompañó a Tevez.

Y llegamos ahora al presente, a dónde quería llegar: a Julián Álvarez.

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Hay una publicidad que define mejor que nadie los problemas de Álvarez. Es la de un desodorante, en la que se ve a Julián entrenando en una ruta cerca de su pueblo. Entrenando sin pelota. Lo que hace es correr, correr, correr. Incluso pasa un micro lleno de hinchas que lo alientan para que no pare, para que siga corriendo, para que corra más rápido. A veces da la impresión que en la Selección (pero también en la sub-23 de Mascherano y hasta en el Manchester City) su principal tarea es la de correr a los defensores, ser él mismo el primer defensor del equipo. Jugador de inmensas cualidades, pero devenido  una especie de correcaminos, no sabemos de qué juega.

En el City no se asentó y en la selección, pese a que para Scaloni es titular, tampoco llegó a su techo (salvo en algunos pasajes de mundial, como su golazo contra Croacia). Ahora se va del City. Tal vez porque hace pocos goles. Y si hace pocos goles es precisamente porque no sabemos si es 9, media punta o un corredor de rivales. Permítanme decir una cosa: para mí un 9 es alguien que hace goles. Entiendo que a los delanteros hoy se les pida que hagan algo más que sombra cuando los defensores rivales salen jugando, se les pide que aprieten, precisamente que corran. Pero no tanto como a Álvarez. Correr, correr y correr lo está perjudicando. Si es 9 que haga goles. Si es media punta, que haga goles (menos), pero que también dé pases de gol. No es casual que no haya hecho goles en los cuatro partidos que jugó la selección olímpica. Álvarez tiene que definir de qué juega.