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El fútbol no es el mismo sin un Brasil poderoso

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Humillación. La goleada de Argentina en el Monumental fue un golpe duro para el Scratch. | AFP

Tiene razón, o mejor dicho, comparto lo que dijo Scaloni como respuesta a la última pregunta en la conferencia de prensa después del partido contra Brasil, hecha por un propio periodista brasileño, acerca de la superioridad de Argentina frente a Brasil, y la crisis que vive la selección brasileña. Fue una serie de frases, respetuosas y ajustadas, marcadas por el gran respeto a la tradición y a la “cultura futbolística envidiable” de Brasil. Incluso, antes, había marcado que Brasil tiene “más historia que Argentina, ganó 5 mundiales”, para terminar diciendo que Brasil “volverá” y que él es “fan del fútbol brasileño”.

Tal vez en ese último punto no coincido tanto, soy fan tal vez de otro tipo de fútbol que el brasileño (la Argentina de Bilardo, por ejemplo, o el Boca de Bianchi; un fútbol más “táctico” si se quiere) pero las respuestas y la actitud de Scaloni fueron tan extraordinarias como el juego de Argentina en la cancha. Perfectamente podría haber dicho “no opino sobre el rival” y lavarse las manos. Pero ya había opinado sobre Brasil cuando el arquero argentino (que creo pudo haber hecho algo más en el gol de ellos, no fue un tiro tan esquinado) se puso a cancherear y a hacer jueguito, y Scaloni, desde el banco, lo frenó. Nunca Scaloni se mostró “en ganador” y siempre tuvo en claro lo que tenía enfrente: Brasil, un gigante.

De hecho, casi que esta nota podría titularse “Elogio de Brasil”. Porque en este momento, en que Brasil arma una defensa en la que dos de sus integrantes juegan en el fútbol local, porque de tan malos que son no tienen ni siquiera cuatro defensores modestos que jueguen en Europa, que no tiene un 5 de marca y a la vez de fútbol –en la grandísima tradición de los 5 brasileños–, que la carrera de Neymar terminó siendo mucho menos buena que lo esperado, que adelante le falta un 9, y que tiene en el plantel apenas un par de jugadores de muy buen nivel (en verdad un solo gran jugador: Vinicius) es decir, que vive bajo el fracaso ya de varias generaciones de jugadores, el fracaso de décadas, de Mundial en Mundial, y que parece hasta haber perdido su identidad futbolística, en ese momento, precisamente es el tiempo de recordar no solo que Brasil es un grande, sino que es casi sinónimo de fútbol. Brasil “es” el fútbol. Y lo dice alguien, yo, que como escribía más arriba no es fan del fútbol brasileño (como sí lo soy de la música y la literatura brasileña, de las más extraordinarias del siglo XX). Pero no importa. No me imagino el fútbol sin un Brasil poderoso. Y si me preguntan sobre los candidatos para el Mundial 2026, seguro que uno es Brasil.

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Por supuesto que son la potencia regional a escala de la Copa Libertadores. Pero eso pasa por el presupuesto de los equipos (los de ellos inmensos, los de Boca y River también inmensos, pero bastante menores en su inmensidad) antes que por otras razones, como la de la tradición de la escuela brasileña. Hablo de que no me caben dudas de que el Scratch, al mismo tiempo que se encuentra sin rumbo, va a volver a ser una gran potencia dentro de poco.

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