Más que una foto, es una serie. Terminó esta semana (¿terminó?) con el abrazo y las sonrisas entre el presidente de la AFA, Claudio Tapia, y la secretaria general de Presidencia, Karina Milei, pero empezó en la anterior, cuando el mismo Tapia firmó el contrato de cesión del estadio Único Diego Maradona, en La Plata, junto al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. Por esas dos imágenes, en los grupos de WhatsApp de dirigentes, el significante AFA adquirió otro significado: Autonomía del Fútbol Argentino. A pesar de todos las embestidas presidenciales, de los decretos y de las declaraciones, la frase que ilustra un momento permanece inalterable: “Con la AFA no se pelea, con la AFA se pierde”.
Quizás porque esa ínfula victoriosa se homologa en fallos judiciales y en relaciones de poder, el encuentro de Karina Milei y el vocero presidencial Manuel Adorni –dos funcionarios que ahora también tienen la camiseta de la Selección con sus nombres– con Tapia puede leerse como la coronación de una tregua que posiblemente dure un tiempo. Es también el resultado de una gestión que ya llevaba varias semanas, y que buscaba pausar el fuego cruzado entre la AFA y la Casa Rosada, dos vértices en tensión desde que Javier Milei asumió como Presidente, hace ya un año. También fue un mensaje para Mauricio Macri, un actor que siempre vuelve al fútbol y que en las últimos meses había trabajado para horadar a Tapia no solo ante el Gobierno, azuzando una supuesta intervención que nunca llega, sino con el desplazamiento en el directorio del Ceamse, algo que ahora podría revertirse.
La Conmebol cursó las invitaciones a las asociaciones con una semana de anticipación. Era para sus respectivos presidentes y una autoridad política de cada país: de Uruguay, Paraguay y Argentina, los tres países que organizarán un partido en el inexplicable Mundial 2030. Ahí, la AFA tomó la primera decisión política para acercarse al Gobierno: no sólo extendió la invitación a través de la oficina de Ceremonial y Protocolo de la Casa Rosada, sino que eligió la opción de compartir el discurso en el acto oficial, en el Gran Bourbon Hotel Asunción.
Allí, en el primer hotel cinco estrellas de Paraguay, propiedad de una Conmebol que alguna vez blindó diplomáticamente su sede en Luque, la número dos de la presidencia se sentó al lado de María Mercedes Pérez, la esposa del poderoso presidente del organismo que organiza y regula el fútbol sudamericano, Alejandro Domínguez. Hay quienes afirman que Pérez ayudó a descomprimir la lógica tensión que había antes de la foto que recorrió toda la Argentina y parte del continente futbolero. Se sabe que la luna de miel entre Domínguez y Tapia, surgida en la Copa América 2021 y refrendada durante el Mundial de Qatar 2022, puede alcanzar a sus cónyuges.
Karina Milei había confirmado su viaje a Asunción 48 horas antes. Hubo dudas por cuestiones de agenda y porque iba a formar parte del viaje del presidente Milei a Italia, invitado a un festival que organiza la derecha italiana. En esa duda, finalmente desestimada, hubo una aceptación al diálogo de la que también formó parte Santiago Caputo.
Karina y Adorni volaron en un avión distinto al de la comitiva de la AFA. Antes del acto formal, Karina y Tapia se saludaron. Ahí se dieron las primeras fotos, luego formalizadas en el escenario del Bourbon. En esas charlas de ocasión, a veces forzadas para que solo pase el tiempo, la secretaria general de la Presidencia dijo que conoció muchos clubes de fútbol cuando acompañaba a su hermano, en sus épocas de arquero en las divisiones inferiores de Chacarita. La unidad, a veces, sólo es una cuestión de archivos.