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sin disenso

El castigo a los infieles

En la semana se sumaron nuevos nombres a la larga lista de enemigos a los que el Gobierno aplica su rigor y despide.

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Cero en templanza, Javier Milei. | Pablo Temes

La economía sigue sin despegar. La rama ascendente de la V pronosticada por el Gobierno aún no se ve. La caída de la actividad sigue siendo fuerte. La Unión Industrial Argentina (UIA), que, por si hace falta recordarlo, se identifica con la ideas encarnadas por La Libertad Avanza, lo expresó con un documento cuidado –para no enojar al poder– pero indubitable en su significado crítico. Más allá de algunos de los intentos del oficialismo de minimizar esto, lo cierto es que hay preocupación entre sus funcionarios, lo que obliga al ministro de Economía, Luis Caputo, a adoptar medidas que son contrarias a su línea de pensamiento.

Veamos. Después de unos días en los que tanto el Presidente como el ministro se la pasaron diciendo que la disparada del dólar blue no les generaba ninguna preocupación, su impacto negativo hizo que tuvieran que actuar. He aquí, pues, una contradicción: la mano invisible del mercado fue frenada por la mano visible del Estado. Es que la brecha entre el blue y el oficial genera problemas a cualquier administración.

Aun así, los resultados no fueron los buscados. La baja del dólar no alcanzó el nivel deseado y, para colmo, esta contradicción incidió de manera negativa en el valor de los papeles de las empresas argentinas en Wall Street y produjo un aumento del riesgo país. Ante esto, Luis Caputo movió las fichas y decidió avanzar vía Banco Central con la recompra de una cifra cercana al 80% de los PUTS que estaban en poder de los bancos. Una maniobra en la que, luego de ser presionadas por el Gobierno, las entidades aceptaron participar de la operación en un nivel que fue importante y, obviamente, satisfactorio para la Casa Rosada. Así, pues, se dio un paso adelante en la tarea de desactivar uno de los focos claves con el objetivo de frenar la emisión monetaria, que es una de las causas principales que ejercen presión sobre el valor del dólar. No solo esto, la medida representa un paso determinante para el levantamiento del cepo, algo que se hace cada vez más necesario para destrabar la economía y hacer posible la llegada de las tan anheladas inversiones por parte de algunos de los grupos con cuyos mandamás el Presidente se ha venido reuniendo  en sus viajes al extranjero, principalmente a los Estados Unidos.

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Ante la disparada del dólar blue, la mano invisible del mercado fue frenada por la muy visible del Estado

Otro golpe de timón drástico –y poco creíble– se vivió en los últimos días con la intención de resucitar el peso que había sido enterrado por el Gobierno meses atrás. “Esa basura no sirve ni para abono” o “el peso argentino no puede valer ni excremento” fueron algunas de las expresiones más suaves que, en tiempos de campaña, y también como presidente, se le escuchó despotricar a Javier Milei. Sin embargo, Toto Caputo dijo esta semana sin ponerse colorado: “El peso será la moneda fuerte”, al tiempo que recomendó no comprar dólares porque sería “una mala inversión”. Tanta sorpresa causaron sus dichos que 24 horas más tarde tuvo que salir a aclararlos. “En competencia de monedas, la moneda fuerte será el peso” y aseguró que, con el correr del tiempo, va a haber cada vez menos pesos porque no se emitirán más por ninguna razón. La necesidad tiene cara de hereje; hay que frenar al dólar y achicar la brecha cambiaría.

La abrupta salida del empresario textil Teddy Karagozian como asesor del Gobierno sacudió el tablero y se sumó a la ola de despidos. Dentro del Gobierno hay quienes lo tildaban de “acomodaticio” por su buena sintonía con el kirchnerismo en el poder. No es el único. El exfuncionario metió el dedo en la llaga cuando habló de recesión y del atraso del dólar. Ahora pasó a formar parte de la larga lista de enemigos del Presidente en una semana en la que también perdió su cargo –de manera infantil– Julio Garro, exintendente de La Plata y hombre del PRO. A los empresarios no les hace ninguna gracia esta política de mano dura con “los infieles”. En voz baja sostienen que “la cantidad de funcionarios que volaron por el aire –52 en 7 meses– genera desconfianza ya que nadie sabe si sus interlocutores tienen el puesto asegurado”. No se pueden construir vínculos de cooperación política en medio de un terremoto constante.

Milei debería recordar que aplomo, corrección y buenos modales son atributos importantes de un buen presidente

Hablando del equipo amarillo, la ruptura y la desazón luego del enfrentamiento Macri-Bullrich es total. En lo que queda del PRO, no hacen pie. Por eso se elevaron los rumores de reaparición pública del expresidente Macri. Prepara munición gruesa para cuestionar al Gobierno e intentar marcarle la cancha. Por eso enviaron al presidente de la Asamblea del PRO, Martín Yeza, a cuestionar a la ministra de Seguridad, a quien tildó de “desagradecida” e “ingrata”. Una cosa es cierta y hay que reconocerle a Javier Milei; aun en momentos de orfandad de poder –al inicio de su gestión– aguantó estoicamente los intentos de Macri para sitiarle el Gobierno con funcionarios propios. Hoy el presente le da la razón y le permite descansar en un tablero político vacío de líderes opositores de peso. Nadie en la actualidad es capaz de hacerle sombra al Presidente.

Esa comodidad lo induce a cometer errores. En la entrevista que le concedió a Alejandro Fantino vía streaming por Neura, se lo vio desatado –una vez más– y repartiendo insultos para todos, en especial al círculo rojo y, puntualmente, contra Jorge Brito del Banco Macro. También se mostró en desacuerdo con Victoria Villarruel pero buscó bajarle el tono a la interna. Primero echa nafta al fuego y luego se calza el disfraz de bombero. La vicepresidenta, para defender al futbolista Enzo Fernández de las críticas por la canción con contenido racista que varios jugadores entonaron luego de obtener la Copa América, trató al Estado francés de “país colonialista”. Karina Milei tuvo que pedir disculpas en la embajada francesa e inmediatamente se activó el modus operandi del señalamiento público. En lugar de conversar con Villarruel en forma privada y saldar las diferencias, salieron a lavar los trapitos al sol marcándole la cancha delante de todo el mundo. Esa forma de escarmiento recuerda mucho al kirchnerismo.

Javier Milei debería recordar que el aplomo, la corrección y los buenos modales son atributos importantes de todo buen presidente.