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El campeón del mundo en el país del soccer

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Lamentable. Los campos de juego donde se juega la Copa América están deteriorados. | afp

Hace unos días, el 22 de junio, se cumplió otro aniversario del gol de Maradona a los ingleses. Si repasamos bien las imágenes veremos que el pasto estaba duro y reseco, y la pelota, en vez de rodar suavemente, iba dando saltitos y picaba en exceso. Otro tanto en el gol de Burruchaga a Alemania en el que, seguramente por el césped, el control final se le va largo, pero el arquero, en vez de salir a achicar, se quedó clavadito en su lugar favoreciendo la definición. Agreguemos que para que los partidos se transmitan en horario central de la televisión europea, se jugaron en México al mediodía y comienzos de la tarde, bajo un terrible sol. Por mucho menos de eso, nuestros players de ahora y su DT se quejan sin parar.

Tal vez haya surgido, al fin, un sentimiento gremial entre los jugadores (del que el propio Maradona fue pionero) y de ahí las protestas. Pero no lo creo. Los jugadores de fútbol se parecen cada vez más a las estrellas de rock y de Hollywood, y no me asombraría que cualquiera de estos días pidan caprichos para los camarines, como hacen los rockeros, no sé, botellas de agua mineral de tal marca, dos docenas de rosas amarillas, ceniceros de marfil y cosas por el estilo.

Sin embargo, no deja de ser cierto que los campos de juego están malos. O mejor dicho: no son campos de juego. Sobre el pasto sintético, un par de días antes del partido les pegan unos panes de césped natural y listo. Y esto es así porque esas canchas están hechas para jugar en pasto sintético y, sobre todo, porque el fútbol (el soccer) no les importa prácticamente nada a los norteamericanos. Miren si no, las secciones deportivas de los diarios estadounidenses el poco (y a veces nulo) espacio que le dan a la Copa América. Messi “revolucionó” (palabra que la prensa argentina usa todo el tiempo, en una trivialización de la palabra “revolución” que da escozor) Miami donde vive una inmensa colectividad latina (que es la que mayoritariamente va a las canchas de la MLS y durante la Copa América), pero ni bien sale de Miami ya no es lo mismo (sin mencionar que la cancha del Inter de Miami es pequeña y no siempre se llena).

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El asunto es que otra vez, por guita y negocios, se le da la organización de un campeonato a un país no futbolero y que por lo tanto tiene un gran desinterés y desconocimiento del tema (en la conferencia de prensa después del partido contra Canadá a Paredes lo presentaron como “Leonardo” en vez de “Leandro” y hasta el propio Scaloni se rió del asunto, por dar solo un ejemplo menor).

Entretanto, hoy Argentina juega contra Perú con varios cambios, después del partido contra Chile, donde ganó con justicia, pero sin llegar a jugar del todo bien, como ya había pasado contra Canadá (y en el amistoso contra Guatemala) e incluso en casi todos los partidos de las eliminatorias. Obviamente, después del Mundial la vara quedó muy alta y no va a ser fácil igualarla. Argentina sigue siendo un equipo serio y duro, pero perdió frescura en el medio campo, algo que va más allá de los 37 años de Messi. Ese cambio de ritmo de Enzo Fernández y de Mac Allister todavía no apareció y se nota. Veremos los que jueguen hoy cómo lo hacen.