Te despertás una mañana y ya es 15 de enero. Medio mes de un año nuevo ha pasado y todavía no has experimentado ninguno de los cambios que planeabas, salvo un leve dolor en la rodilla que seguramente será el tema del próximo quinquenio (en los genes rotos de tu familia corren ríos de artritis). Siempre criticaste el modo en que el calendario gregoriano escandía el año solar. Te parecía absurdo que, en Europa, el comienzo de cada año cayera en pleno invierno y las vacaciones, que parten el año en dos, en la mitad del calendario. Los años escolares y académicos, en el Norte, se designan con dos cifras (por ejemplo: 2024-2025). Pero esa complicación nominal en verdad permite un mayor compromiso con lo que vendrá o lo que queremos que venga. Entre nosotras, los años empiezan con las vacaciones, que son o deberían ser el período del nada hacer, del libre caminar sin destino prefijado, del existir apenas, dulcemente. ¿Cómo habrías de planificar tu año en ese contexto ya no de incertidumbre sino de deliberadas suspensiones del juicio?
Los del Norte empiezan el año a todo trapo, encerrados en sus gabinetes de trabajo porque el frío exterior quiebra los huesos, te mandan resoluciones, te llaman para que organices workshops, te reclaman respuestas. Y vos les contestás: por ahora no podemos hacer nada, nadie hay en ninguna oficina. Y es cierto.
Te desperezás, regás las plantas. Acompañás el ritmo solar tratando de que lo que vive no se muera, apenas eso, que no es poco. Vos también esperás respuestas que no llegan. Porque nadie hay en ninguna oficina y tu propio gabinete hierve como una burbuja de lava. “No se puede”, pensás, “desplegar propósitos nuevos en esta época”. Mejor esperar a marzo, cuando el vértigo del año ya se haya condensado en nueve meses. En marzo parirás tu nuevo año o, tal vez, dejes para más adelante los grandes proyectos porque la urgencia de la hora te obliga a cumplir con las tareas diarias que se acumularon entre enero y marzo. Después de todo, ¿qué importancia tiene el calendario? ¿No sería mejor esperar a cumplir años? Te sentás a planear el momento adecuado. Después de todo, no se pueden forzar las situaciones y las decisiones. Todo te llegará en su momento.