La corrección política está sin control. De un tiempo a esta parte, cualquier consigna, tuit o incluso parodia, entra inmediatamente en un terreno hostil vigilado por censores sociales o policías del lenguaje, que desencadenan acciones de rechazo, indignación y ataques para quien dijo cualquier cosa, así se haya expresado de manera humorística o sin la intención de ofender.
Aparecieron diccionarios como el Bias-Free Language (lenguaje libre de prejuicios), que propuso la Universidad de New Hampshire, en Estados Unidos, en el que sugiere utilizar el término “persona internacional”, para evitar extranjero; o “persona de talla” en lugar de “gordo”; o “persona que carece de las ventajas que otros tienen”, para señalar “pobre”; o “persona de riqueza material”, para decir “rico”.
En el terreno específicamente político, la corrección asume formato específico. Hay en la oposición en general –y en particular en el Frente de Todos–, desde los inicios mismos de esta campaña electoral 2019, un temor soterrado pero contundente de caer bajo la implacable censura de quienes exigen corrección política. Es el exacto momento cuando se debe recordar que la política popular-democrática es transgresora por naturaleza y toda exigencia de compostura finalmente la vuelve neutra y anula su pulsión de cambio, el gran atributo que la diferencia de las tendencias conservadoras.
Quienes dictan los cánones de la nueva “decencia pública” exigen el silencio o el subterfugio. El temor de “quedar mal” con los poderosos censores sociales conduce por un camino de perdición, que al final del día es siempre la autocensura y la neutralidad frente al conflicto social. Para no caer en este abismo sin salida hay que superar ese temor a cada paso.
Una anécdota personal ilustra el sentido de las reflexiones anteriores. Acababa de visitar a Amado Boudou, ex vicepresidente preso en Ezeiza sin sentencia firme y me encuentro con la indignación por una broma que le hicieron al presidente Macri en la sede de FIFA en Suiza. El video se volvió viral (https://youtu.be/SP9DPLjmSVs)
La crítica de parte de los analistas y dirigentes opositores consistía básicamente en que el video no resultaba políticamente correcto y provocaba un efecto de rechazo en “la gente”, aversión justificada por una serie de hipótesis que en el límite llegaban a caracterizar a la broma como “escrache”, una impostura por exceso ya muy evidente.
Sin embargo, a este punto insólito lleva la exigencia de corrección política y el consenso con los censores sociales.
Se desconoce por este camino correcto pero estrecho y falaz que “la gente”, que tanto preocupa a los candidatos, no vota “bondad”, “corrección”, “inteligencia” y menos “buen pensar”. Elige autoridad y contención.
Prefiere a quienes respondan la pregunta: ¿quién va a cuidarnos? Juan Perón, Néstor y Cristina Kirchner lo lograron y fueron padres y madre para un sector importante de la ciudadanía. La “corrección política” lleva a perder identidad y lo que es aún más grave, diluye la autoridad, y la capacidad de contención se torna increíble. Pastores sin iglesia.
En efecto, el problema de la corrección política es que colinda con la falta de autoridad y para la oposición esa pérdida de concretarse sería letal.
Por caso, Sergio Massa debe a sus jefes de campaña haberlo sometido a los dictados de las “encuestas de opinión” hasta transformarlo en el Zelig criollo, el hombre que quiere gustar. Obligándolo a decir y actuar siempre “lo correcto”, en cada lugar y tiempo, transformaron a un gran candidato sin prisa ni pausa en un sujeto sujetado a lo correcto, un dirigente finalmente increíble.
En esta dirección de análisis, las encuestas de opinión son un dispositivo para caricaturizar a los candidatos, normatizarlos, adocenarlos y finalmente someterlos al poder donde habita “el gran censor”, aquel que advierte qué es lo bueno y lo malo, lo posible y lo imposible y en el límite, lo que existe y lo que no.
Una pena que los candidatos opositores se sometan a este tsunami de corrección política hasta extinguir su autoridad. Deben salir de esta trampa y deben hacerlo rápido.
*Director de Consultora Equis.