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De Julian Assange a Mariano Pérez

30_06_2024_mariano_perez_reporduccion_g
Break point (punto de quiebre). Información sobre la política y el liberalismo, el canal de YouTube de Mariano Pérez, quien genera controversias sobre si hace periodismo. | reproducción

La controversia sobre si el youtuber recientemente agredido, Mariano Pérez, es periodista o un influencer, y si un influencer es periodista, me recuerda la misma discusión sobre el programador y activista de internet recientemente liberado Julian Assange cuando se debatía si un hacker podía ser periodista. Assange se presenta como redactor jefe de WikiLeaks y Pérez como periodista acreditado en Casa Rosada remarcando en cada una de sus intervenciones que está haciendo periodismo.

No solo en el periodismo, también en el arte, cambios técnicos que generan nuevas herramientas también generan diferentes formas de contenidos: internet a Assange le permitió una nueva forma de comunicación, lo mismo que YouTube a Pérez. Las herramientas siempre son neutrales, desde el martillo que sirvió para esculpir La Piedad como para tratar de destruirla. Por lo tanto, periodismo puede hacerse con cualquier herramienta de la misma forma que, lo inverso, estar en una plataforma tradicional de periodismo (una publicación, radio o televisión abierta) no garantiza que lo que allí se esté haciendo sea periodismo. El tantas veces mencionado mítico programa kirchnerista 6,7,8 no era periodismo y algunos actuales 8,7,6 en sentido contrario parcialmente tampoco están haciendo periodismo.

¿Qué es entonces periodismo? Debate que se actualizó a partir de que la presidenta de Fopea, Paula Moreno, explicó en un reportaje en Radio Rivadavia que la institución que ella conduce defiende al periodismo profesional, y a su juicio, quien se asume militante como Mariano Pérez no lo era. El periodista que la entrevistaba insistió con que Mariano Pérez tenía ochocientos mil suscriptores en YouTube y correctamente Paula Moreno respondió que no es la cantidad de likes o de audiencia lo que hace a un comunicador periodista.

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La confusión es repetida: periodismo es solo una de las formas de comunicación, la propaganda es comunicación, pero no es periodismo, y en todas las universidades del mundo que enseñan comunicación separan en carreras diferentes la especialización en periodismo de propaganda. Esto no quiere decir que la propaganda sea mala; genios de la publicidad reconocidos mundialmente como Martín Mercado comunican desde la publicidad con belleza y valores que muchos periodistas carecemos. Pero a la publicidad o a su escalón subalterno: la propaganda, no se exige compromiso de verdad. Lo mismo sucede con la ficción que muchas veces comunica notablemente mejor que el periodismo, pero el periodismo tiene una exclusiva obligación: el  lenguaje verista que no se le exige a ninguna otra forma de comunicación.

La discusión taxonómica en el fondo es ética, decir que se hace periodismo cuando se está haciendo propaganda. Esto es muy común en todo el mundo y en todas las épocas, y no es un fenómeno de YouTube o internet. Y es algo repetido, porque el periodismo tiene protecciones jurídicas que la propaganda no. En Estados Unidos la misma discusión es sobre si las ONG deben o no estar amparadas por las mismas prorrogativas constitucionales que la prensa. Asumiendo que el activismo y la militancia quitan distancia y cierta neutralidad que sí debe tener el periodismo. 

Otra de las confusiones comunes sobre la objetividad, muy presente durante al ley de medios y la guerra del kirchnerismo con el periodismo, es que el periodismo no es objetivo o equidistante. Tomar posiciones a favor o en contra no convierte al periodismo en propaganda; el mejor ejemplo lo tenemos de antes de ayer con la meca del periodismo mundial, el diario The New York Times llamando a Partido Demócrata a sustituir la candidatura de Joe Biden porque el triunfo electoral de Trump representa una amenaza grave para la democracia, y en una escala infinitesimalmente menor, en endorsement contra Milei que hizo PERFIL en las últimas elecciones.

Pero entonces, ¿qué hace periodista a un periodista? No hay un solo elemento, de la misma forma que haya elecciones no hace a un sistema por si solo democrático. Es un conjunto de prácticas profesionales compartidas que se van actualizando consensuadamente, que lejos de ser perfectas tienen un objetivo ético tan amplio y subjetivo como el hermoso axioma “para ser un buen periodista primero hay que ser una buena persona”.

Repasando los videos de Mariano Pérez en su cuenta de X recomiendo asistir de adelante hacia atrás comenzando por la agresión que recibió en junio por quienes se manifestaban contra la ley Bases, en este orden:

1) bit.ly/JunioLeyBases 

2) bit.ly/Junio-trabajadores-de-ATE 

3) bit.ly/Abril-marcha-a-favor-de-la-educacion

4) bit.ly/marcha-24-de-marzo 

5) bit.ly/24-de-marzo-bis

En este último con tres meses de anticipación una militante le advirtió lo que sucedería: “Es como hicieron tus compañeros que se pusieron la gorrita de las fuerzas de cielo, siempre se vienen a reír de la gente y así no funciona porque la gente se está cagando de hambre, así que si te ligás alguna piña va a terminar siendo tu culpa porque te venís a cagar de risa en la cara de la gente”.

Claramente hay un estilo en la forma de encarar la cobertura de los hechos que crea las condiciones de posibilidad a las respuestas que cosecha. Pero lo mismo hacía CQC hace dos décadas y no pocos cronistas de espectáculos de los canales abiertos y profesionales en la actualidad. Nuevamente no es una sola práctica o una sola condición la que hace a un periodista, periodista.

Una mención final sobre Milei, esto dijo sobre la agrupación de periodistas más numerosa del país: “FOPEA ES UNA VERGÜENZA”. “Prefiero UN MILLÓN de veces tener la credibilidad de la gente que la de los CHORROS del ‘periodismo profesional’”.

Así como Lula exigió una disculpa del Presidente, los periodistas que tienen el privilegio de poder entrevistar a Milei harían un bien a la profesión pidiéndole que se disculpe también con los periodistas.