Estamos en una época muy cambiante, donde la verdad es esquiva, o así parece. Todos tuvimos acceso a la grabación del discurso que el presidente Javier Milei dio en el Foro de Davos, Suiza. El mensaje fue claro y rotundo.
Ahora parece que no fue así, que se malinterpretó lo que dijo. Según esto, los argentinos tenemos alucinaciones auditivas, algo grave en salud mental. Es un tema para considerar seriamente. ¿Quiénes son los enfermos? ¿Nosotros, la ciudadanía, o el equipo de gobierno? Si algo podemos asegurar es que el discurso de Davos que escuchamos fue real y que allí el Presidente eligió continuar hablando de la batalla cultural contra las feministas y sus seguidores, en vez de hablar de su éxito económico.
No haber aprovechado el escenario que Davos brinda para lucir el gran éxito económico que él y su equipo nos recuerdan cada vez que pueden –por lo menos varias veces por día– es algo incomprensible. ¿Por qué lo hizo? Tal vez porque allí era más difícil sostener su éxito económico. Porque esa audiencia maneja la información económica, y no es tan fácil presentar éxitos ante ella.
Lograr el equilibrio fiscal como lo hizo en tan corto plazo, pero a expensas del congelamiento de la jubilación de los millones de viejos, paralizar las obras públicas, acabar con el apoyo a las provincias para servicios básicos como salud y educación, y tener casi al 60 % de niños en la pobreza, es difícil presentarlo como éxito de la política económica.
La motosierra no es una política económica, en ningún tratado de economía, ni en los de la Escuela Austríaca en la que abreva el Presidente, existe. Entonces, claro, no es fácil a expertos hablarles de la motosierra y planteársela como una política económica, y menos exitosa.
Eso es para nosotros, los ciudadanos de este país, que hablamos todos de economía, pero que no podemos valorar su calidad. Argentina cuenta con muy buenos economistas y expertos en economía, ellos son comparables con los asistentes a Davos. Sin embargo, se escuchan pocas voces críticas de expertos. ¿Por qué? ¿Tienen miedo? ¿Los discriminan y no les dan micrófono para expresarse, como a los periodistas no afines? Esto está ocurriendo y creo que no lo atendemos como deberíamos.
Volviendo al discurso de Davos que oímos y que fue muy claro, y que es lo que guía la política del Gobierno: si las palabras se pueden “entender mal”, sea o no con malicia, los hechos son claros. Desde el comienzo, el Gobierno evidenció su orientación con hechos. Eliminó el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidades con la excusa de que era ineficiente, algo en parte es cierto, pero todos los ministerios lo eran y mucho más algunos, pero no los cerraron. La desigualdad de mujeres, reconocida desde hace décadas, es negada por el Gobierno, escondiéndola en el género.
Lo dicho en Davos sobre el femicidio es lo que creen, por eso acabaron las políticas de atención a la violencia contra mujeres y niñas. Respecto a la diversidad, la rechazan, y tienen obsesiones que parecen contradecir u ocultar lo que sienten en realidad. No es casual que el jefe de Gabinete, Francos, para explicar lo que quiso decir Milei sobre la homosexualidad, aclaró que no se oponen, pero en privado.
Lo que no ven es que sus votantes, mayoritariamente, no comparten esas ideas. Por eso rápidamente dijeron no era eso lo que dijo, que se malinterpretaron sus palabras. Pero lo dicho es en lo que basan sus políticas y acciones. Davos muestra la realidad de lo que, disfrazado en el lenguaje contra el gobierno anterior, quieren.
Quienes nunca estuvimos ni fomentamos la grieta vemos cómo la usan y abusan Milei y su equipo. Por el otro lado, también Cristina y sus afines se aferran a ella. Pero las conquistas de los derechos de mujeres y niñas y de la diversidad son un valor de todos los argentinos, sin banderías. Al igual que cuando se opusieron a la educación pública, ahora el pueblo se expresó y la marcha en defensa de la diversidad fue otra muestra de eso. Los derechos humanos son un valor que los argentinos valoramos y defendemos.