COLUMNISTAS
Ser violento

Cuando el trauma llega al poder

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Alice Miller. “Fue acaso la máxima autoridad en el estudio del maltrato infantil”. | cedoc

"Un niño al que le han pegado y maltratado aprende a pegar y maltratar, mientras que el niño cuidado y respetado aprende a cuidar y respetar”. Esta afirmación consta en el libro Salvar tu vida, una de las obras fundamentales de la doctora en psicología y filosofía Alice Miller (1923-2010), nacida en Polonia, en una familia judía, y fallecida en Francia tras haber estudiado y ejercido en Basilea y Zúrich. Miller fue acaso la máxima autoridad en el estudio del maltrato infantil y sus consecuencias en la vida adulta, y entre sus obras esenciales figuran también las insoslayables Por tu propio bien y El drama del niño dotado. Ella explicaba que el niño maltratado acumula resentimiento y odio y que, si bien el odio es un sentimiento humano natural, se convierte en destructivo cuando no es comprendido y trabajado teniendo en cuenta su origen. Entonces, llegada la adultez, busca sustitutos hacia los cuales dirigirse, cabezas de turco, chivos expiatorios. Tras investigar las infancias de numerosos dictadores, criminales en serie, pedófilos y terroristas Miller dice: “He encontrado una crueldad extrema que los afectados, por norma general, desmentían”. En quienes alcanzan posiciones de poder la humillación de la infancia evoluciona, durante la adultez, hacia la megalomanía, según detectó esta eminente especialista. Consideraba a ese fenómeno como una “locura privada”.

La obra de Miller es cardinal para comprender traumas, conductas y neurosis que se experimentan en la adultez y que suelen taparse con los mandatos que obligan a no cuestionar (o a perdonar) tóxicas conductas parentales y maternales. El eco de la gran psicoanalista polaca parece resonar en el reciente libro del sociólogo chileno Pablo Mayol titulado El fenómeno Milei: el desafío del primer gobierno anarcocapitalista de la historia. Mayol describe al presidente argentino como “hijo de un dolor mal manejado”, que, como el Jocker, “es un niño dañado que ha buscado la fama”. Para Mayol, también politólogo, crítico cultural y libretista de ópera, la relación anómala de Milei con sus padres en la infancia (relatada por el propio mandatario, que llegó a desconocerlos) lo impulsa a rechazar la autoridad, representada ahora por el Estado, y a boicotearla. Tiene una agenda reivindicatoria de sí mismo, pero carece de una agenda de gobernante, y no le interesa tenerla, expresa el sociólogo chileno. Sería alguien que busca el reconocimiento como forma de revancha personal transformándose en líder de una protesta masiva, anómica y anárquica.

El odio sentido pero no vivido, no expresado ni resuelto en su momento, según formula Alice Miller en su trabajo Por tu propio bien, convierte a la persona que lo experimenta en una bomba de tiempo, y si a esa bomba se la provee de un detonante ideológico, estalla. Acaso sea necesario prestar mucha atención a los sólidos y fundamentados estudios de Miller (que todo padre y madre harían bien en leer), y a la perspicaz mirada de Mayol, para analizar la sucesión de conflictos que Javier Milei desparrama a diestra y siniestra insultando a otros mandatarios, a periodistas, a opositores con un lenguaje desbocado y una furia incontenible. Porque aquello que afuera de los escenarios del poder puede resultar un caso individual al que muchos ven como un simple “ser así” (“Javier es así”, se suele escuchar como disculpa cortesana) o como una conducta pintoresca, cuando se manifiesta en la figura de un mandatario puede terminar en gravosos costos colectivos y sociales. Las sociedades, añade Miller (y a esto hay que prestarle mucha atención) suelen elegir gobernantes que les recuerdan cómo fueron tratadas en su niñez.   

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*Escritor y periodista.