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Senado

Cristina Kirchner tiene los votos para voltear a García-Mansilla y al mismo Ariel Lijo

Lotería para el jueves 3 de abril, con el Senado en la marquesina. Lo único cierto hasta ahora es que la Casa Rosada jura que no retirará los pliegos de ambos aspirantes.

Jueces ciegos, por Pablo Temes
Jueces ciegos, por Pablo Temes. | Cedoc

Lotería para el jueves 3, el Senado en la marquesina. La ruleta rusa para alguien que supone descargada la pistola (Manuel García-Mansilla) y un Ariel Lijo con más de una bala en el cargador. En apariencia. Un desafío incierto para el gobierno atravesar con sus dos candidatos el océano de la Cámara Alta. La tempestad puede hundir al dúo, ambos pueden llegar a la playa o, quizás, uno se salve y el otro se quede en una isla en el intento por desembarcar en la Corte Suprema. Siempre y cuando, claro, haya quórum ese día del jueves 3. Clave, como el número a sentar en las bancas: 37. Lo único cierto hasta ahora es que la Casa Rosada jura que no retirará los pliegos de ambos aspirantes y que irá ese día a suerte y verdad en el Senado para disponer presuntamente de una mayoría adicta, al menos obediente con sus pedidos, reclamos e instrucciones. Ni que los dos postulantes —más Ricardo Lorenzetti en el cuerpo— vayan a comportarse como se le atribuía a la Corte en tiempos de Carlos Menem y, en especial, a ciertos jueces que eran apremiados con ordenes durante el gobierno de los Kirchner. Ejemplo: el finado Norberto Oyarbide.

Día de aritmética el jueves 3, mientras Lijo sigue la expectativa en su juzgado federal y el okupa García-Mansilla firma como cortesano por decreto y quien agradecerá que no haya el numero mágico de 37 sentados para sesionar. Como posiblemente, a esta altura, también lo desee el gobierno: Lijo en el limbo, sin asumir, y García-Mansilla firmando sin que lo confirme o rechace el Senado, como una anomalía constitucional. Sine die, ya que para tratar el caso de nuevo se requiere una sesión especial y si la del jueves 3 se frustra, convocarla no sera probablemente una prioridad de nadie. En el caso de que esto no ocurriera y se rechazaran los dos pliegos, alcanzan 25 voluntades. Y habrá que recordar que 34 legisladores responden a Cristina Fernández de Kirchner, 30 de los cuales dicen querer voltear a García-Mansilla y al mismo Lijo si no hay una negociación o reparto. Los 4 de Cristina que desertaron para constituir un bloque aparte esperan que la Vice Victoria Villarruel les conceda preferencias espirituales —se llama así a los recursos y habilitaciones que reclaman— para arrimarse aun más al gobierno. No es suficiente, pero deben merecerlo: responden a sus gobernadores, afirman no ser casta.

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Con 25 almas entonces pueden rechazar los pliegos del dúo, o sea unos 30 denominados peronistas más otros voluntarios: desde la mitad de los radicales encabezados por Martin Lousteau (entre 3 y 4), una confidente de Horacio Rodríguez Larreta (Guadalupe Tagliaferri), una parte del PRO (quizás 3) y hasta un oficialista como el formoseño Francisco Paoltroni que se indigesta con Lijo. Parece una suma suficiente para impedir el acceso de ambos candidatos, uno que se niega a asumir por decreto y solo acepta la aprobación de la Cámara y, el otro, que ya asumió por decreto y acaba de explicar que su designación es correcta con nutridos artilugios jurídicos. Sin embargo, si lo llegara a reprobar el Senado, tampoco podría continuar hasta febrero del año próximo en la Corte Suprema como desea. Quizás haya razones éticas que contemple o, caso contrario, importará una opinion: el juez Ramos Padilla, a quien García-Mansilla reconoció en su causa, seguramente dictaminará como abstracta su designación, sin interés, debería en consecuencia abandonar el provisorio despacho en el máximo tribunal.

Son trifectas del turf para el jueves 3, sin duda habrá otras que el autor desconoce, en una sesión a presidir por la Villarruel que específicamente opera contra Lijo y con ninguna intensidad contra García-Mansilla. Parte de los enconos en el gobierno, que recorrió varios meses sobresaltado con las dos designaciones, con criticas salvajes y denuncias de todo tipo, convencido Javier Milei por el interés personal de Lorenzetti —creyendo que ambos candidatos le devolverían luego la titularidad de la Corte Suprema en lugar de Horacio Rosatti—de que Lijo disponía de los votos suficientes en el Senado, mientras el otro aspirante era apoyado por el hombre fuerte del Gobierno, Santiago Caputo, quien consideró algunos papers de García-Mansilla como una semejanza teórica a su ideología. Tal vez ignoraba la cercanía del hombre de la Austral con la “escuelita” de Carlos Rosenkrantz, quien lo avaló en su tesis, y ahora, si permaneciera García Mansilla en la Corte, habría de reforzarlo territorial y políticamente. Juego interno.

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El gobierno se siente cómodo con esta nueva pareja, la sintonía se expresa en la conveniencia de que el jueves 3 no haya quórum, continúe irregularmente García-Mansilla y se desprenda de la responsabilidad por haber nominado a Lijo: le traslada, eventualmente, el tiro por la culata a la intriga de Lorenzetti. Tampoco se vislumbra que su mayor apremio sean ciertas exigencias de la Constitución, reservándole el día 3 a la Corte Suprema, con 3, 4 ó 5 integrantes una decisión sobre el destino de la expresidente Cristina de Kirchner. Ella ya trabaja en una apelación ante la Corte Internacional de Costa Rica por si el tribunal confirma la condena de prisionero, también para su propia jugada en el Senado del jueves de oro: finalmente dispone de una mayoría y no sabe bien como habrá de utilizarla, ya que en la misma rueda de la política se sortea no solo a los dos postulantes, también una multitud de jueces, y un procurador general —hoy un inamovible por número Eduardo Casal, aunque puede ser cesanteado por decreto— clave por su tutela sobre unos fiscales que serán más importantes que los jueces, cuando empiece a regir el sistema acusatorio que en unos meses impondrá Mariano Cúneo Libarona antes de renunciar al gobierno como ministro de Justicia.

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