En abril de 2024, Javier Milei insultó a Jorge Lanata con el peor insulto que se le puede hacer a un periodista.
Le dijo que era un “ensobrado”; esto es, un operador mediático a sueldo de oscuros intereses.
Los periodistas estamos acostumbrados a recibir demandas judiciales, no tanto a hacerlas. Pero como en este caso las mentiras venían de lo más alto del poder político, a Lanata le pareció que debía iniciarle un juicio al Presidente por mentir. No solo en defensa de su honor, sino por lo que podía significar para el resto de los periodistas, menos conocidos y empoderados que él, que también fueran injuriados desde el Gobierno.
El otro periodista que enjuició a Milei durante su mandato es el fundador de PERFIL. Sus razones fueron las mismas que las de Lanata.
En aquel mes, Fontevecchia entrevistó al genial creador de Página/12 y de éxitos televisivos y radiales, quien le expresó su preocupación por el nivel de oficialismo del periodismo argentino: “Me llama la atención que esta vez, a diferencia de las otras, veo mucho mileísmo en el periodismo. Estamos acostumbrados, pero esta vez me parece que en alguna gente es peor. Así como Milei es más irracional, también hay mileístas igualmente irracionales en los medios”.
Ojalá que los periodistas podamos volver a opinar, preguntar e investigar sobre lo que en 2024 no se pudo...
Tiempo después, el 7 de junio, para un evento organizado por PERFIL para celebrar el Día del Periodista, Lanata envió un video que en los últimos días se hizo viral. Allí decía: “Los enfrentamientos del poder con el periodismo son siempre desparejos, porque es el enfrentamiento de una persona que tiene todo el poder contra otra que es un ciudadano. En el caso de Milei, esto es todavía peor. Él nos adjudica ilícitos. Dice que somos ensobrados. Y yo creo que, así como nosotros nos cuidamos de no acusar a nadie de un ilícito a menos que tengamos las pruebas, los políticos deberían hacer lo mismo”.
Una semana más tarde, el periodista sería internado. Ahora, su muerte ratificó su percepción sobre el periodismo militante.
La mayoría de los comunicadores oficialistas recordaron elogiosamente las investigaciones que él encabezó, pero solo poniendo el foco en las vinculadas con el kirchnerismo y silenciando la posición crítica de Lanata sobre el menemismo y la existencia de su juicio contra Milei.
El combustible del miedo. ¿Qué lleva a ciertos periodistas a apoyar sin matices al poder de turno?
Entiendo las expectativas positivas y las eventuales coincidencias ideológicas con ese poder, en este caso el libertario.
Pero la duda es por qué esos comunicadores, los de ayer y los de hoy, deciden clausurar su sentido crítico y justificar todo (o lo principal) de ese poder de turno.
Es posible que el dinero de la publicidad oficial y de la SIDE condicionen la voluntad de medios y periodistas, pero creo que el mayor combustible del oficialismo mediático es el miedo.
El miedo a dejar de recibir esos fondos públicos, el miedo de las empresas a ser castigadas en los negocios en los que el Estado tiene decisión o participación, el miedo de empresas y periodistas a ser expuestos con denuncias reales o fabricadas, el miedo a los ataques públicos de funcionarios y de la red de trolls organizados desde la Casa Rosada. O el simple miedo de los periodistas a perder su trabajo por criticar al Gobierno.
Más allá de lo que digan, tanto los hermanos Milei como Santiago Caputo les otorgan una importancia trascendente a los medios de comunicación, especialmente a los tradicionales. A los que ellos eligieron como sus principales enemigos.
De ahí sus refutaciones y ataques constantes a empresas y profesionales vinculados con el periodismo de diarios, televisión y radio. Incluso contra aquellos que muestran simpatías con el Gobierno, pero osan expresar mínimas diferencias.
El miedo genera censura y autocensura. Es muy difícil hacer periodismo profesional en ese contexto. Ya lo vivimos en el pasado.
... Con la templanza necesaria para que las presiones del poder no nos hagan olvidar que somos periodistas
Un mundo con periodistas. Con miras a un año en el que el Gobierno aspira a incrementar un aparato de comunicación estatal y paraestatal que hará empalidecer al que construyó el kirchnerismo en su apogeo, quiero expresar mis deseos de que en 2025 los periodistas podamos enfrentar y superar esos miedos.
Para volver a opinar, preguntar e investigar sobre lo que en 2024 no se pudo:
- Sobre las verdaderas secuelas que dejó “el mayor ajuste de la historia de la humanidad” y cómo se sostiene en el largo plazo un modelo que propone la desaparición del Estado, un poder político autoritario, relaciones internacionales conflictivas y un relacionamiento social de confrontación permanente.
- Sobre las denuncias que involucran a funcionarios y políticos cercanos al oficialismo.
- Sobre el origen del dinero que el senador Edgardo Kueider quiso ingresar ilegalmente a Paraguay. Kueider es la persona que Santiago Caputo postuló para presidir la Comisión de Inteligencia del Senado.
- Sobre cómo vive un monotributista como este Caputo y cómo funciona el aparato de Inteligencia y Comunicación que controla. O hasta dónde llega la deriva mística de alguien que tiene tatuado en la espalda a Parravicini, un hombre que creía poseer poderes paranormales y ser capaz de comunicarse con duendes y hadas.
- Sobre las cuentas en redes sociales que se le atribuyen a este Caputo y él no desmiente, en las que usa la violencia discursiva, amenaza a los críticos y promueve la abolición de la república y la instauración de un “Milei emperador”.
- Sobre el costo para el Estado de la amplia red de trolls usada para defender el relato libertario y atacar a los opositores. Quién la comanda, quiénes la integran, por qué no se investiga a aquellos con mensajes racistas, violentos u homofóbicos.
- Sobre Karina Milei, más allá de las informaciones oficiales que el Gobierno difunde sobre ella.
- Sobre el enriquecimiento y los negocios de los padres de Karina y Javier Milei.
- Sobre por qué el Presidente hace de sus perros un tema tabú que hasta mereció que el procurador emitiera un fallo que impone el secreto sobre ellos. Sobre la supuesta capacidad de los hermanos para comunicarse con otras especies, incluso con animales y personas fallecidas. Sobre por qué Milei dice que su perro Conan vive, cuando murió en 2017, y sobre por qué cree haberlo conocido en tiempos del imperio romano.
- Sobre por qué Milei escribió y sigue escribiendo libros plagiando a otros autores.
- Sobre la época en la que cobraba, como consultor, dinero del Estado bonaerense.
- Sobre por qué sigue diciendo que no se distribuye publicidad oficial si, al igual que hizo el kirchnerismo, usa a las empresas públicas para entregar ese dinero discrecionalmente. Un método de discriminación que ya fue condenado por la Justicia.
- Sobre por qué se usan esos fondos, más los fondos de la SIDE, para condicionar lo que los periodistas pueden opinar, preguntar e investigar. Sobre cómo se distribuyen y quiénes reciben esos fondos. O sea: lo mismo que se les preguntaba a los anteriores gobiernos.
- Sobre las versiones que aseguran que en los medios monitoreados por el oficialismo existen listas negras de temas y personas.
Viva la libertad. En fin, ojalá que este año se pueda hablar y preguntar a aquellos que no coinciden con quienes hablan y preguntan; que se les pueda exigir a un mandatario y a sus funcionarios, como lo hicimos con otros antes, que dialoguen incluso con aquellos medios y periodistas que no piensan igual; que el Presidente se exponga a responder preguntas en conferencias de prensa; y que nuestras investigaciones más profundas no se limiten solo a los que ya no ostentan el poder.
Es mi deseo para este 2025.
Que los periodistas podamos volver a opinar, preguntar e investigar libremente.
Con la templanza necesaria para que las presiones del poder de turno no nos hagan olvidar que seguimos siendo periodistas.