Si algo le faltaba al turno electoral 2025, caracterizado por la fragmentación de la oferta política, es que quede exhibida que esa atomización puede multiplicarse desde las entrañas mismas de cada fuerza, que dirimirá internas o fracturas a cielo abierto.
Se podría analizar que este proceso es lógico al haberse postergado las PASO, en el orden nacional y en varios distritos. La historia de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias desnuda que ese argumento adquiere una validación parcial.
Lo más curioso, sin embargo, de este panorama novedoso es que en muchos casos los desafíos internos están dirigidos a las figuras de mayor peso en esos espacios. Una suerte de astillas del mismo palo.
Un ejemplo notorio es el que atraviesa el kirchnerismo en la crucial Provincia de Buenos Aires. El gobernador Axel Kicillof y su madre política, Cristina Fernández de Kirchner, tensionan al máximo al peronismo en el principal distrito del país en nombre del reto por cancelar las PASO provinciales y, sobre todo, anticipar o no los comicios locales de los nacionales.
Ya no se trata sólo de chicanas públicas de dirigentes de ambas corrientes. Ante la negativa de Kicillof de bajar su intento desdoblador, el cristinismo presentó un proyecto legislativo que plantea elecciones concurrentes. El mismo día, dos sistemas. Y hasta azuzó la posible candidatura de la ex presidenta hacia la Legislatura bonaerense.
Todo el peronismo sigue de cerca esa pugna, con la mira puesta en las consecuencias de corto y mediano plazo. O sea, 2027.
Otro probable parricidio político de trascendencia tiene como escenario la Ciudad de Buenos Aires. Aunque se trate de una renovación legislativa, es la primera vez en casi dos décadas que se pone en jaque el poder macrista en su cuna.
Es evidente que el impulso esencial en esa pelea contra los Macri, Mauricio y Jorge, lo da el oficialismo nacional de LLA. Se vale para ello de los servicios de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, la última candidata presidencial del PRO. La funcionaria obtuvo menos representación en la lista libertaria de lo que se imaginaba. ¿Se resigna o va por la revancha en octubre?
Esa astilla era mucho más predecible, en comparación con el impacto que provocó en el PRO la postulación de Horacio Rodríguez Larreta, el otro precandidato presidencial amarillo en 2023. Macri (Mauricio) intenta reponerse del golpe. Con dificultad, por lo visto, si se tienen en cuenta sus frases hirientes hacia su ex jefe de Gabinete porteño y luego Jefe de Gobierno de la Ciudad.
Del fenómeno no logra escapar ni siquiera LLA. Pese a ser una fuerza casi recién nacida, ya tiene escisiones que le pueden costar votos. Menos por el lado del MID de Oscar Zago (su ex jefe de bloque en Diputados) que por la candidatura de Ramiro Marra, el dirigente que apuntaló desde el territorio capitalino la génesis política de Javier Milei. Fue incluso quien le acercó a un tal Santiago Caputo.
Tachados ambos, Marra y Zago, del mileísmo por el dedo todopoderoso de la hermanísima Karina, intentarán una cosecha electoral que valide su idea de que es mejor tenerlos cerca que lejos. Por eso se cuidan de evitar cualquier crítica al Presidente. Nunca se sabe.
