Como todos los años, Argentina participó en la Comisión de la Condición de la Mujer que se realiza en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. La reunión se llevó a cabo del 10 al 21 de marzo y este año fue muy concurrida porque se celebraron los treinta años de la IV Conferencia Internacional de la Mujer realizada en Beijing en 1995.
Como es costumbre, los gobiernos negociaron y acordaron un documento, esta vez ratificando el compromiso con todo el Programa de Acción de Beijing y estableciendo acuerdos básicos para lograr implementar ese ambicioso programa, clave aun hoy, para lograr la igualdad de género. Argentina ahora no cree en la desigualdad de género, motivo por el cual hasta mediados de 2024 participaba y presidía el Grupo Buenos Aires, creado en 2022, que agrupaba a la mayoría de los países de la región. Este grupo, a través del cual los países negociaban, se vio abandonado desde que el Gobierno cambió su posición. Los países que lo integraban, excepto Argentina, continúan juntos en el grupo ahora llamado Latam. Lo más interesante es que Argentina volvió a la mesa de negociación desde que Trump se hizo cargo del gobierno de Estados Unidos.
En el caso de la negociación del documento aprobado en esta Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW), Argentina, sentada al lado de la delegación norteamericana, votó y apoyó todo lo que EE.UU. planteó; por eso hubo demoras: ambos países lideraban un pequeño grupo que quería eliminar desde la palabra género, hasta referirse solo a la familia en singular, negar la diversidad, la población LGBTQI+, los derechos sexuales y reproductivos, entre otros. Al igual que hace tres decenios en Beijing, cuando Argentina en el gobierno de Menem acompañó a pie juntillas las posiciones de la Santa Sede, ahora permitió proponer lenguaje, algo que solo pueden hacer los países que integran el Comité Directivo. Este cambio en 180 grados de nuestro país se expresó en el documento que leyó la jefa de la delegación, Úrsula Basset, directora de Derechos Humanos en Cancillería, quien aseguró que todo está bien en el país, sin aportar un dato y menos los fundamentos de lo que decía. En simultáneo, un grupo muy numeroso, más de 300 organizaciones de mujeres, redes, académicas y expertas argentinas, presentaron un documento en el que describieron la situación real de la implementación de Beijing en el país. El mismo fue presentado en una sesión a delegaciones de muy diferentes países, y también en muchas sesiones en las cuales se pudo expresar la verdadera situación de mujeres, niñas y personas de la diversidad en nuestro país. A diferencia de la presentación de la delegación, el informe de una gran diversidad de organizaciones de mujeres y feministas, así como de personas no binarias, plantea y fundamenta cada análisis y aseveración. Desde la ciudad de Nueva York, y especialmente en Naciones Unidas, se registra que, si bien se menciona al país, se perdió el respeto y reconocimiento por la conducta y actuación de quienes representan al Gobierno, algo que cuesta recuperar.
Es también interesante ver cómo en este país las políticas de Trump y Elon Musk están generando, así como en el nuestro, desempleo, atropello a los derechos humanos de migrantes y ciudadanos, persecución de los que piensan distinto, y deportación, además de un aumento del costo de vida muy grande y destrucción de las políticas de protección social básicas, como el recorte al Medicaid, servicio de salud y protección social que cubre a, aproximadamente, el 20% de la población del país, y también otros programas sociales y la educación.
Igual que en Argentina, muchos de estos recortes se justifican en mentiras, prejuicios, desinformación y algunos errores que se generalizan. Todo esto unido a una fuerte crítica al gobierno anterior. Estos gobiernos solo pueden sostenerse con la represión de toda manifestación de oposición, destruyendo la democracia y el respeto a los derechos humanos. Pero no podrán imponer sus propuestas porque el mundo sabe que la igualdad de género existe y es un requisito para lograr el desarrollo y sostener la democracia y el respeto de los derechos humanos.
