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Apuntes en viaje

Apocalipsis ahora

Se nota la resolución del grupo en no tener contemplaciones con nadie, ni parejas ni amigos, el que sea un peso para la comunidad será abandonado a los lobos.

16_02_2025_apocalipsis_martatoledo_g
| MARTA TOLEDO

Estamos de sobremesa, fue un día caluroso y la noche sigue caliente. Conversamos de esto y aquello, somos ocho, sentados en la mesa, bajo los álamos, iluminados con velas porque hasta allí no llega la luz eléctrica. De repente se levanta viento, estamos en el corazón de un pequeño monte de álamos piramidales (¿oyeron alguna vez qué lindo suenan las hojas de los álamos?), se vuelan algunas servilletas, todos respiramos ese viento fresco. Sin embargo, aunque trajo alivio, también la posibilidad de la tormenta nos inquieta un poco y la charla deriva a los cambios bruscos de este verano, la lluvia intensa, el sol, la sequía. Empezamos a imaginar un futuro apocalíptico, un desastre universal, somos de los pocos sobrevivientes y estamos juntos porque por ahí la fin del mundo nos agarró en una sobremesa parecida.

¿Quién sabe hacer qué cosas? ¿Cuál es el don que cada uno va a poner al servicio de esta comunidad? Cristian se postula como conductor del grupo: va a distribuir las tareas, las raciones de comida y agua, y hará gestiones varias. Todos de acuerdo en que es la persona indicada. Grillo, el único ingeniero del grupo, el único que tiene capacidades a las que nosotros no llegaremos nunca, será el lugarteniente de Cris. Y Lu, que forma parte de una especie de logia que se llama Grillistas, será su más estrecha colaboradora. Los grillistas son buenos para organizar y resolver imponderables. Naty, que está sentada al lado del conductor, se ofrece a ser su sicaria: será la encargada de mantener a los zombis y a los intrusos lejos de nosotros. Naty creció en los monoblocks de Wilde, nadie duda de su sangre fría y su mirada de los mil metros a la hora de defender esta fortaleza. Quedamos un editor y comunicador social, una periodista y socióloga, dos escritores, uno además es músico y hace cine. Si no descubrimos rápidamente cuál es nuestra habilidad, nos van a dejar en el camino. Se nota la resolución del grupo en no tener contemplaciones con nadie, ni parejas ni amigos, el que sea un peso para la comunidad será abandonado a los lobos. Euge dice que ella puede matar animales y trozarlos, sabe dónde están las coyunturas, dónde conviene clavar el cuchillo para desangrarlos. A los cuatro que ya son el grupo les parece que puede ser útil, aunque hasta por ahí nomás: en este mundo posapocalíptico casi no quedarán bichos que vayan a parar al asador. Cris dice: ¡pero cuántas veces vas a poder hacer tu parte, una vez al año! El Rusi y Hernán sacan un incomprobable pasado de boys scouts y haberse criado uno cerca del río y el otro en el campo… tienen buena conversación también y estamos de acuerdo en que, aun en las peores condiciones, no perderemos eso que tanto nos gusta: la reunión, el baile, la música… ¿Y qué función voy a cumplir yo? ¿Qué habilidad tengo para la supervivencia? Todos somos buenos bebedores y nadie pensó en eso, en cómo regar esas conversaciones alrededor del fuego, mientras comemos animales asados. Yo soy buena para las plantas, no para hacerlas crecer, pero conozco las propiedades de muchas. Voy a ser la curandera y la destiladora de bebidas. Nos parece bien, cada uno encontró su función, vamos a sobrevivir. Alguno dice que, de todos modos, alguien que solo puede cazar animales que prácticamente no existirán es alguien que estamos manteniendo de arriba. Peligra la continuidad de Euge, hasta que Grillo le encuentra otra función: es buena escribiendo obituarios, ella se encargará de dejar, a medida que vayamos muriendo, un relato hermoso de nuestro paso por el mundo.