COLUMNISTAS
gesto sin efecto

Antes de que lo echen

El Presidente quiere erigirse en garante de la competencia interna en el FdT. Nadie lo cree.

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‘Lo que más duele es la pluma...’ | Pablo Temes

La decisión de Alberto Fernández de bajar su precandidatura a la Presidencia se pareció más a una renuncia a su cargo, que a un renunciamiento a competir por su reelección. En los hechos, el Presidente terminó de licuar el poco poder que le quedaba. Sergio Massa ha quedado definitivamente empoderado luego de una semana en la que se encargó de aniquilar la figura de AF. El episodio que terminó con la eyección de Antonio Aracre de las esferas del poder representó uno de los momentos de mayor tensión que se vivieron dentro del Gobierno desde la llegada del tigrense al Ministerio de Economía. Pensar que Aracre, un ignoto asesor presidencial, podía llegar a desestabilizar a Massa habla del tembladeral que se vive en las arenas del poder.

En el entorno del Presidente hay quienes creen que el ministro aprovechó la filtración de lo conversado en ese almuerzo de dos –AF y el asesor– con aires de leyenda en el que Aracre planteó la posibilidad de una devaluación y otras medidas, para montar una operación para hacer que AF lo echara. Más allá de la veracidad o no de la versión, lo cierto es que Massa hizo una verdadera carambola y se sacó de encima no sólo al molesto asesor sino también al Presidente. Hasta en lo gestual las cosas han sido determinantes. Un Presidente desolado que va al despacho de uno de sus ministros, quien lo recibe como si fuera un asesor más, a dar explicaciones y buscar una foto para intentar pacificar los mercados, representa una claudicación total en términos del ejercicio del poder.

El renunciamiento de AF no fue un acto de generosidad. Y no tuvo efecto alguno sobre el mercado cambiario. Los mensajes de los dirigentes del PJ en los que elogian su actitud y la enmarcan como un acto de desprendimiento son un canto a la hipocresía. El mensaje de Eduardo “Wado” de Pedro en el que afirma que el renunciamiento del Presidente permitirá reordenar el Frente de Todos contra Todos es una muestra de la evaluación absolutamente crítica que Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora hacen de la gestión gubernamental.

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Vivir de espaldas

Es poco probable que el tembladeral que hoy representa la situación socioeconómica de la Argentina cambie. Llegar a diciembre será una penuria. Pero gobierna el peronismo. Y eso hace la diferencia. Si esta misma situación –alta inflación, dólar descontrolado, inseguridad, peleas internas–, sucediera con un gobierno de otro signo político, las cosas serían absolutamente diferentes. El país estaría incendiado.

La CGT decretaría paros cada semana. Algunos de los intendentes peronistas del Conurbano fomentarían los saqueos, los gobernadores peronistas se estarían reuniendo en Buenos Aires para apurar al Gobierno o al cambio de gobierno. Todo –absolutamente todo– sería un infierno. Esta es una circunstancia que deberá tener muy en cuenta la oposición si llegare a ser gobierno porque la situación con la que se encontrará será claramente peor que la que enfrentó Mauricio Macri en 2015.

El jueves por la tarde una fuente del mercado financiero describía una realidad muy compleja que pone en riesgo cualquier intento de estabilidad: “Está pasando lo obvio. Se está dolarizando todo el mundo desde las empresas hasta la gente de a pie. Están sacando los plazos fijos y comprando el billete. La poca confianza que había se terminó de quebrar”. Los que tienen la suerte de contar con algo de poder adquisitivo corrieron a los supermercados y mayoristas. Listas en mano y comparación de precios.

“Los que peinamos canas ya sabemos lo que hay que hacer. Si no podés comprar dólares hay que llenar las alacenas, mañana será más caro” –describió un vecino en un hipermayorista cercano al Abasto.

Una lectura política más amplia, obliga a toda la dirigencia a poner las barbas en remojo. El Frente de Todos Contra Todos le dio bandera de largada a su interna con diferentes nombres y apellidos. No son más de cinco. Bastante bien para lo que viene siendo una bolsa de gatos enardecidos. Es cierto que no es por deseo propio, sino más bien por la falta de figuras atractivas para el electorado. Pero es lo que es. ¿Podrá la oposición nucleada en No tan Juntos por el Cambio, ordenar sus peleas de cartel? El encuentro del PJ en la sede de Matheu 130, se convirtió en una formalidad de poco más de media hora.

Claudicación kirchnerista

El Presidente tomó la palabra y quiso erigirse en el garante de la competencia interna. Una especie de Mauricio Macri, pero golpeado y devaluado. Tanto es así que ninguna figura de peso tomó la palabra ni se dirigió a él con reproches. El objetivo ya estaba cumplido. AF se había bajado antes de que lo echen. En la calle la vereda estaba vacía, apenas un cartel en referencia a CFK se sostenía en soledad. Fue otro síntoma inequívoco del pulso interno.

Ya no había militantes porque no había qué militar. Ya no había furor porque no reconocen a quién vivar. La discusión apunta ahora –en manos de gobernadores e intendentes– a la conveniencia de buscar una lista unificada o abrir la competencia en una PASO. “El fondo de la cuestión es ser competitivos, poder hacer un papel digno y conservar la provincia de Buenos Aires” –dijo una fuente que participó del encuentro. Muchos son los intendentes que no estarían de acuerdo con el mal menor. Ellos necesitan mantener a salvo el territorio.

En JXC no esperan una semana tranquila. Horacio Rodríguez Larreta sostiene a sus contendientes para hacerle frente a Jorge Macri en la Ciudad. Mientras discuten candidaturas el país se hunde. Podrían alegar que no son gobierno, pero no pueden desconocer su enorme responsabilidad en el crecimiento exponencial de Javier Milei. Un experimento incierto que podría ser una sorpresa para la Argentina.