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divide y reinarás

Animal indescrifrable

Así llama al peronismo José Pepe Mujica. Por eso, el Presidente debería dejar de jugar con fuego frente a Cristina Kirchner.

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Duchampesco, Javier Milei. | Pablo Temes

En la acepción cuarta de la definición de soberbia que aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua se lee: “Cólera e ira expresadas con acciones descompuestas o palabras altivas e injuriosas¨. La soberbia es el primero de los siete pecados capitales. Para muchos, la soberbia es el verdadero vicio más importante, porque las personas tienden a él. Es algo así como un deseo excesivo por ser preferido a otros, el amor desmedido por uno mismo y por creerse por encima de los demás.

En la concepción religiosa de esta conducta, se concibe a la soberbia como una conducta con la cual una persona está menospreciando no solo a Dios en su magisterio, sino también a los demás, es decir, al prójimo.

La euforia que, a causa de los números positivos de la macroeconomía, reina en el Gobierno, lo ha envuelto en el halo de la soberbia. La virtud capital que se opone a la soberbia es la humildad. La persona sabia es humilde. “Donde hay soberbia, habrá ignorancia; mas, donde hay humildad, habrá sabiduría”, es una frase atribuida al rey Salomón. La humildad es necesaria para saberse finito, seguir aprendiendo y evolucionando.

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Impera en el gobierno un sentimiento de euforia excesiva. La principal causa para ello radica en los números de la macro y el guarismo de inflación que barrunta entre el 2 y el 3% mensual. Son cifras que parecen increíbles si se mira lo que sucedía hace algo más de un año en el bochornoso cierre del gobierno de los Fernández y Sergio Massa. Un gobierno que, en nombre de la defensa de los más necesitados, le dio rienda suelta a la maquinita de imprimir moneda, repartió plata a más no poder y hundió al país en una de las mayores crisis poniéndolo de rodillas a las puertas de una hiperinflación.

Populismo berreta. Es por eso que Donald Trump y su entorno se deshacen en elogios hacia el presidente de la Argentina. Le pese a quien le pese, Milei logró revertir esa historia y trajo algo de orden a las cuentas del país. Los medios especializados en economía más importantes del mundo se desviven por entrevistarlo. Economistas importantes y prestigiosos que eran escépticos acerca del plan económico propuesto por el líder libertario hoy reconocen su error y señalan los logros del actual gobierno.

Si el Presidente sucumbe a la tentación de la soberbia, se estará autoinflingiendo un severo daño cuyas consecuencias serán nocivas para la sociedad, que viene acompañando con un nivel de estoicismo y paciencia sorprendentes. La soberbia es un mal del poder.

Milei y su entorno creen que son lo más. “Se la creen”, como se dice en el lenguaje de la calle. Envalentonados, además, por las encuestas –que muestran niveles de aprobación que superan el 50%–, piensan que son los únicos y que no hay otra posibilidad que Mauricio Macri abdique ante las aspiraciones de supremacía que se exhiben desde la cúpula del poder.

Sin embargo, el expresidente resiste, aunque sabe que no puede perder este tren para que el país deje atrás al kirchnerismo de una vez por todas. La decisión de su primo de desdoblar las elecciones porteñas es una muestra de esa rebeldía hacia el poder. Pero también es una foto de la debilidad política del PRO en el territorio que lo vio nacer. Se ha encendido una luz anaranjada ante el avance de Karina Milei. Desacoplar las elecciones de las de nivel nacional es un intento desesperado por evitar el efecto arrastre de las primeras figuras de La Libertad Avanza que, seguramente, encabezarán las listas.

Lo que está ocurriendo en el radicalismo es también una muestra de la fascinación hipnótica que genera el Gobierno. Los llamados radicales con peluca se reunieron con Milei el pasado jueves en Balcarce 50. Un dato no menor y una enorme paradoja tiñeron la foto que provocó el estallido del partido radical. Esta vez los diputados Mariano Campero, Luis Picat y Martín Arjol –que habían sido expulsados por el Tribunal de Ética de la UCR luego de haber apoyado los vetos contra los jubilados y las universidades– no fueron los únicos ni los díscolos. Muy por el contrario, fueron acompañados por una parte creciente de sus compañeros de bloque, incluido el presidente de la bancada, Rodrigo de Loredo, que sonrió algo tenso para la cámara. La paradoja es que los propios radicales que se quejaban del destrato dispensado por el gobierno de Cambiemos, con Mauricio Macri a la cabeza, parecen dispuestos a volver a ser el “furgón de cola”, pero esta vez de La Libertad Avanza. Tabula rasa parecen haber pensado 13 de los 20 hombres del bloque que asistieron al encuentro.

Los más eufóricos se despacharon contra el presidente del partido, Martín Lousteau. “No importa lo que piense. Es un ególatra que está llevando a la UCR al precipicio. Desde hace bastante tiempo solo aparece en los últimos puestos de las encuestas de imagen, incluso por debajo de CFK y Kicillof”.  

Mientras tanto, en el Gobierno parecen hacer culto del divide y reinarás. A decir verdad, la oposición dialoguista se la está haciendo bastante fácil. En los últimos días –como se ha visto– sorprendió la foto con parte del radicalismo, pero, semanas atrás, ya se habían puesto la peluca conspicuos miembros del PRO mientras el propio Maurico Macri trataba de aplicar un torniquete para detener la sangría.

En el Gobierno le abren las puertas de las fuerzas del cielo a quien quiera sumarse y colaborar, convencidos de que la polarización será con el kirchnerismo. Es tal la obsesión por vencer a CFK en las urnas que, aunque lo nieguen a viva voz, dejaron caer el proyecto de Ficha Limpia que le hubiera impedido a la exjefa ser candidata.

El Presidente debería dejar de jugar con fuego y recordar las palabras del exmandatario uruguayo José Pepe Mujica: “El peronismo es un animal que existe, es una mitología indescifrable que tiene el pueblo argentino. Siempre nos sorprende”.