Los viejos ya no producen nada, son incapaces de generar riqueza. Son una especie de batería gastada, y aun peor, sulfatada, que ya no puede recargarse, que ya no volverá a funcionar. Sirvieron, pero no sirven más. Perduran, es cierto, como perdura el rescoldo de un fuego pretérito, como perdura el palo seco del árbol que se agotó y ya no da fruto ni hojas.
No tiene entonces ningún sentido invertir dinero en ellos, como lo tiene, en cambio, hacerlo en bonos, en acciones, en bitcoins. Los viejos no rinden nada. La plata que se destina a su sustento es plata tirada, y plata tirada la que se destina a cubrir el costo de sus medicamentos. Lo bien que hicieron aquellos Benefactores de la Humanidad que, en su momento, cuando eran útiles, los emplearon, si se robaron sus aportes y los dejaron desguarnecidos a esa edad en la que ya no son necesarios.
Algo tienen de bueno, sin embargo: corren despacio. Hasta los agentes más excedidos de peso de las Fuerzas Represivas del Estado, si los persiguen, les dan alcance: les dan alcance muy prontamente. Otra cosa que tienen de bueno es que sus reflejos han mermado, cualquier agente de las Fuerzas Represivas del Estado puede golpearlos con facilidad. Y con poco que les haga (aunque, ¿por qué conformarse con poco?), un empellón, una zancadilla, ya se van redondamente al piso. Para el Estado Represor, son pan comido, porque les cuesta un montón levantarse. Por algo los llaman la clase pasiva.
Así llegamos a este punto: que, desde hace un tiempo, de miércoles a miércoles, la Policía les venía pegando a los viejos. Las noticias fueron ocupando cada vez menos espacio en los medios, señal de que esas palizas dejaron de ser novedad. Pero las cosas no están planteadas como en Diario de la guerra del cerdo de Bioy Casares: la guerra no es de los jóvenes contra los viejos, sino del Estado contra los viejos. Hasta que un día los jóvenes, los jóvenes y no tan jóvenes, decidieron intervenir y no dejar que les pegaran de nuevo a sus padres, sus abuelos, sus mayores, los viejos en general.
La que ahora manda a pegarles es la misma que alguna vez les quitó el 13% de sus ingresos. Si es capaz de cometer bajezas tales, nada le cuesta largarse luego a mentir con descaro acerca de lo que pasó.