Argentina llega a 2023 con estancamiento económico, pobreza que alcanza a la mitad de sus ciudadanos, desempleo, informalidad e inseguridad descontrolada. En este escenario el 55,65% de los votantes eligió un gobierno que prometía cambios drásticos en varias dimensiones de lo económico e institucional, sin esconder que lo mismo exigirían esfuerzos y sacrificios.
Cambios que necesitan del apoyo de varios actores de la política; el que se dificulta cuando el nuevo presidente se permite gruesos y desafortunados improperios contra todo aquel que no asienta pasivamente a sus decisiones. Improperios que son respondidos, con todo derecho, por los agredidos.
Pero el ejercicio de esa defensa de su dignidad no debiera olvidar las urgencias de tomar las decisiones que permitan superar el escenario descripto. Del conjunto de esos actores, una obligación particular cabe a las fuerzas políticas que han ejercido el poder desde la recuperación de la democracia, dado que las mismas nunca retomaron una preocupación por el desarrollo económico, presente tanto en el Perón de 1952 con su Congreso de la Productividad, como en el desarrollismo de Frondizi. Ambas iniciativas frustradas por golpes militares.
El 55,65% de los votantes eligió un gobierno que prometía cambios drásticos
La primera fuerza política en ocupar el Estado después de las dictaduras fue el radicalismo, la que se concentró en la tarea fundamental de juzgar y condenar el genocidio de la Junta Militar, pero sin ocuparse de promover un desarrollo económico creador de las riquezas necesarias para el bienestar del conjunto de la población. Deficiencia que se consolida cuando el partido le impone al presidente Alfonsín prescindir de Sourrouille, al precio de un estallido inflacionario que lo lleva al abandono del poder antes del fin de su mandato. A esto se agrega un pésimo manejo del Estado por parte de los funcionarios de ese partido en lo relativo a la prestación de servicios básicos. Deficiencias que Mora y Araujo registra con estadísticas en La Argentina bipolar, las que provocaron un fuerte rechazo ciudadano a esa gestión, facilitando la llegada de Menem al poder, y con él, el regreso del peronismo.
Fuerza política que pasa a manos de un kirchnerismo que la utiliza para su enriquecimiento ilícito, supliendo la creación de riquezas por un asistencialismo que, sin recursos genuinos, solo sirve para generar una pobreza de millones de ciudadanos; los que son utilizados para crear un “ejército electoral de reserva” que le permitiera mantenerse en el poder. Kirchnerismo que, pese a ser el principal responsable de nuestro retraso, mantiene una fuerte y cerrada oposición a cualquier cambio que se proponga. Comportamiento que se diferencia de otras fuerzas políticas, como la mayoría del radicalismo, de Hacemos Coalición Federal y el PRO, los que sin resignar a sus posiciones han permitido la aprobación de la ley Bases y la firma del Pacto de Mayo.
Otros actores que pueden ayudar a salir del atraso son los intelectuales, analistas y comentaristas de la realidad, en tanto formadores de opinión a través de los medios de comunicación. Actores que también han recibido ataques desde el Ejecutivo, los que sin dudas deben responder como corresponde, pero sin olvidar la imperiosa necesidad de contribuir a la tarea de crear consensos tendientes a que prosperen los cambios imprescindibles para superar nuestro atraso.
*Sociólogo.
