Acumulados casi once meses del cierre del 2024, y ya con el partido económico jugado, hay certeza casi absoluta de que el gobierno de Javier Milei logrará lo que parecía imposible. Y que, por ejemplo, Mauricio Macri no logró: terminar el año con superávit fiscal, tanto primario (recaudación menos gastos) como financiero (descontando además la deuda externa). Es probable que el dato final llegue en el primer caso al 2,2% mientras que el segundo al 0,5%. Números más, números menos, si se tiene en cuenta que el 2023 cerró con un déficit primario de 3% del PBI, y que cada punto del producto son, aproximadamente, US$ 5 mil millones; la autopista entre diciembre del año pasado y el mismo mes de este ejercicio habrá sumado un ajuste de unos US$ 25 mil millones. Habrá que analizar en las estadísticas internacionales si el de Javier Milei 2024 no es la contracción de gastos y la llegada de un abultado déficit a un superávit, más importante en la historia de la economía mundial de Posguerra. Evidentemente, un gran logro.
Entre un déficit fiscal de 2,77 del PBI en el período enero-octubre de 2023 y un superávit fiscal de 0,52% del PBI en 2024 hay una diferencia de 3,3 puntos porcentuales del PBI. Ésta sería la magnitud efectiva del ajuste fiscal realizado en lo que va del año.
Surgen entonces varias preguntas: ¿dónde recayó el ajuste? ¿Dónde se concentró el ahorro? ¿Fue una caída en el gasto? ¿Fue una suba en la recaudación? ¿Fue un ajuste que pudo haberse evitado? Y fundamentalmente, ¿cuáles fueron los sectores que más aportaron para ese logro?
Los números fríos indican que en los primeros diez meses del año, quince de los 16 gastos nacionales bajaron interanualmente en términos reales, resultando una baja real del gasto primario del 29%. Según los datos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), quince de los 16 tipos de gastos tuvieron descensos interanuales en términos reales. Sólo creció uno: el gasto en asignaciones universales para la protección social (+27%). Los tres gastos que más cayeron fueron: transferencias de capital a provincias (-97%), inversión real directa (-71%) y transferencias corrientes a provincias (-67,8%), mientras que en el acumulado de los primeros diez meses del año, la reducción interanual del gasto público primario nacional base caja fue de $ 33 billones en pesos constantes de octubre.
Del total de gastos que cayeron, se aprecia que las jubilaciones y pensiones soportaron el 24% (su participación en la caída disminuyó un punto porcentual respecto al mes anterior), la inversión real directa el 15%, las transferencias a provincias el 16%, subsidios a la energía el 10% y programas sociales el 11%, salarios el 8%, entre los gastos más importantes.
En este orden, los jubilados, la obra pública y las transferencias a las provincias, fueron los rubros donde más se soportó el ajuste del plan económico de Milei. Al menos hasta ahora. Según analiza el Iaraf, los jubilados soportaron una fuerte caída de sus ingresos a principios de año y luego una recuperación real de los haberes. Paralelamente, un bono de $ 70 mil que se ha mantenido fijo durante varios meses, siendo posible que siga así en 2025: pero al no incrementarse por inflación, su peso real comienza a licuarse desde junio hasta diciembre. Este mes el haber jubilatorio podría superar en términos reales al de diciembre de 2024 en un 11,7% y al de noviembre de 2023 en un 7,6%, lo que sería además la pérdida real anual. Por su parte, el ingreso del jubilado con la mínima y bono, registraría caídas reales del 6,7% y del 4%, respectivamente en iguales comparaciones. Éste sería el aporte concreto de los jubilados y pensionados al ajuste general, como principales aportantes finales a que el gobierno de Javier Milei logre el superávit comprometido.
Del total de gastos que cayeron, se aprecia que las jubilaciones y pensiones soportaron el 24%.
El segundo rubro es la inversión real directa. O, dicho de otra manera, la obra pública; la que directamente se ubicó en niveles marginales. Concretamente, a sólo un 25% de lo que sucedía en 2025. El propio jefe de Gabinete Guillermo Francos, al concurrir esta semana al Senado, indicó que hay crédito presupuestario vigente para obra pública por unos $ 247.464 millones, lo que representaría un 25%, poco menos de un cuarto del total, con datos hasta finales de octubre. Sólo hubo un puñado de obras en marcha desde el 2023 al 2024 (la cuenca Matanza- Riachuelo y el Gasoducto del Norte); pero la gran mayoría de los proyectos ya iniciados durante el gobierno de Alberto Fernández se frenaron. Sin fecha de reinicio. Este parate voluntario de la obra pública tuvo su contrapartida en los niveles de actividad económica. Según el último informe del EMAE, en lo que va del año la construcción cayó un 25% acumulado en el año. Esto pese a que en septiembre ya operaba a pleno el blanqueo de capitales, que permite la exposición de dólares habilitados para el blanqueo. Sin embargo, la ausencia casi total de la obra pública frena cualquier intento de caída razonable.
El tercer rubro que explica el ajuste del 2024 del gobierno de Javier Milei, son las transferencias a las provincias. Recurriendo otra vez a los informes de Iaraf, menciona que luego de caer durante cinco meses seguidos, en noviembre las transferencias automáticas a provincias aumentaron interanualmente un 2% real. En el acumulado a noviembre la baja sería del 11%.
En noviembre el gobierno nacional giró a las provincias y CABA unos $ 4.236.000 millones más por los capítulos coparticipación, leyes especiales y compensaciones; lo que implica una suba real de 2%. En el primer caso (transferencias automáticas menos las leyes complementarias y compensaciones), creció un 1,7% real. Se trata entonces del primer mes donde se registró una mejora real en comparación con los meses previos. Para que esto haya sido posible, otra vez, el Gobierno (y las provincias) le deberán agradecer al blanqueo y el porcentaje de liquidación del llamado que corresponde girar a las administraciones regionales. En lo que va del año, ni Ganancias y el IVA ayudan, ya que, evidentemente, no reaccionan a la mejora de los indicadores financieras y se mantuvieron estancadas (en el mejor de los casos) por la falta de reacción de la economía real. En el caso de Ganancias, además, hasta octubre no se percibieron mejoras sustanciales pese a la suba de la presión del impuesto luego de que se incrementara el mínimo no imponible para los trabajadores en relación de dependencia. El blanqueo es entonces lo que provocó esta mejora (quizá temporal) en los envíos a las provincias, al aportar una mejora del 1,7% el mes pasado. La posibilidad de ingresar dólares que estuvieron hasta ahora fuera del sistema financiero e impositivo, está mejorando la realidad fiscal de los gobernadores. Muchos de estos, sin embargo, están en pleno proceso de aplicarles impuestos a los contribuyentes que se animaron a declarar. Y que fueron muchos. Para el gobierno nacional, esta intención es una emboscada.
Además del llamado a regularizar dinero no declarado, la suba de la coparticipación neta de noviembre estaría explicada principalmente por el buen desempeño de la recaudación del impuesto a las ganancias (+7% real interanual) que compensa un mal desempeño de la recaudación del IVA (-4,1% real interanual). En conjunto, la recaudación del IVA e IIGG habría registrado una suba real interanual del 0,2%. En el acumulado de los primeros once meses del año, la suma de estos tributos registraría una variación interanual real negativa del 10%.
Menciona Iaraf que en el acumulado entre enero y noviembre, las transferencias automáticas totales alcanzaron los $ 37.887.000 millones, lo que se traduciría en una caída real interanual del 10,7%. Habrá que ver si lo que ocurra en diciembre puede ayudar a que, al menos, la caída sea de un dígito.
En síntesis, los que más aportaron a que Javier Milei pueda cerrar el 2024 con un superávit admirable para todos los liberales del globo, fueron, en un ranking imaginario: los jubilados, la caída abrupta de la obra pública con sus consecuencias sobre la construcción y las provincias y sus gobernadores. Por lo que se percibe para el 2025, año en el que parece no habrá proyecto de ley de Presupuesto aprobado, podría replicarse la historia. En definitiva, a los ojos de Milei, porqué cambiar de estrategia cuando la que se aplica estaría funcionando bien.