La NASA ha detectado un asteroide potencialmente peligroso al que bautizó “2024 YR4”, y cuya aproximación a la Tierra ha generado gran preocupación entre los expertos. Con un diámetro estimado de 90 metros, su impacto contra nuestro planeta generaría graves daños, y, si bien según afirmaron los especialistas la probabilidad de colisión es muy baja -entre el 1% y el 2%-, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha tomado muy en serio esta posibilidad, por lo que decidió activar, por primera vez en su historia, el Protocolo de Seguridad Planetaria.
Una de las principales preocupaciones de la comunidad científica mundial es que el asteroide podría llegar a atravesar la atmósfera sin desintegrarse, lo que aumentaría enormemente el riesgo de impacto. Si bien los asteroides más pequeños suelen desintegrarse al ingresar a la atmósfera, el tamaño de este objeto hace que permanezca intacto, incrementando mucho más su ya de por sí gran potencial destructivo, por lo que los científicos consideran que un riesgo de tan solo el 1,5% es muy elevado y peligroso comparado con los eventos previos.
En el hipotético caso que el "2024 YR4" impactara contra la Tierra, podría afectar a varias regiones, especialmente partes de Africa y de Asia, como así también, el norte de Sudamérica y los océanos Atlántico y Pacífico. Aunque no sería un evento de escala global, las consecuencias serían comparables a las de una explosión nuclear moderna, por lo que la activación del Protocolo de Seguridad Planetaria de la ONU resalta la gran importancia de la cooperación internacional para enfrentar amenazas cósmicas y proteger la seguridad planetaria.
Ante ello, los científicos ya están explorando tecnologías para intentar desviar al asteroide, tal como se hizo en el año 2022 con otro objeto de menor tamaño. Por su parte, la ONU ha coordinado esfuerzos internacionales con la Red Internacional de Alerta de Asteroides y con el Grupo Asesor de Planificación de Misiones Espaciales, con el fin de preparar una respuesta efectiva ante la amenaza cósmica.
La identificación de “2024 YR4” fue posible gracias al sistema ATLAS en Chile, lo que le permitió tanto a la ONU como a la NASA y a la ESA iniciar medidas preventivas para monitorear su trayectoria. El caso recuerda tanto al impacto de Tunguska que tuvo lugar en 1908 y que devastó 2.000 kilómetros cuadrados de bosques en Siberia, como al meteorito de Chelyabinsk, que se produjo en 2013 y dejó miles de personas heridas, de allí la gran preocupación de los científicos.