CICLO DE ENTREVISTAS
USBA

Jorge Giacobbe: "La opinión pública se puede desgastar, pero Milei está lejos de caerse"

El consultor político participó del Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes del Posgrado de Periodismo de Investigación de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA). El apoyo emocional al Gobierno. El rol del kirchnerismo. Y hasta dónde se soporta el ajuste.

Jorge Giacobbe
Jorge Giacobbe en el ciclo de entrevistas | Ciclo de Entrevistas

Jorge Giacobbe participó de una conferencia de prensa organizada por estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA) y la Universidad del Salvador (USAL), en la que explicó los alcances de su última encuesta donde creció la imagen positiva del Presidente. "Creo que en algún momento la opinión pública se puede desgastar, pero Milei está lejos de caerse", sostuvo.

El consultor político también se refirió al tipo de apoyo que tiene el Gobierno. "Si querés entender al votante de Milei en términos racionales, intelectuales e incluso ideológicos, vas a naufragar y no vas a poder entender el fenómeno. Si lo entendés emocionalmente, vas a poder llegar a otro nivel de profundidad", agregó Giaccobe en el Ciclo de Entrevistas, coordinado por Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación y vicerrector de USBA.

—¿Qué análisis puede hacer sobre el sistema de creencias en el electorado oficialista, que sigue permitiendo un importante apoyo para Milei y su gobierno?

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—La opinión pública tiene un sistema de creencias porque no sabe lo que va a pasar. Existen sistemas de creencias tanto entre los que apoyan al Gobierno como entre los que están en contra. Unos creen que esto puede llegar a salir bien, y otros creen que puede salir mal. Pero ninguno sabe qué va a pasar. Es muy común que los seres humanos confundamos el creer con el saber, y esto también le pasa al Gobierno. Una de las principales creencias que puedo evaluar es que ellos tienen una creencia muy peligrosa: creer que lo racional lleva a una persona hasta el final. Cuando alguien tiene que liderar a un grupo de personas, puede intentar llevarlas un poco más allá de lo que creen que pueden dar. De ninguna manera puede llevarlas a la frontera del dolor tolerable. Supongamos que nadas 300 metros y yo soy tu entrenador. Ejerzo un nivel de liderazgo y te digo: "Mirá, yo sé que podés nadar 350 metros. Métele y entrenamos más". Y después te digo que al final de los 400 metros está la medalla de Oro, los premios, o todo lo que deseaste. Tal vez te lleve de 300 a 400 metros. Pero si te pido 4.000, soy un insensato porque no tiene que ver con lo que puedas creer. Hay un momento en el esfuerzo acumulativo donde el shock se desgasta y se hace cada vez más blando. La opinión pública que eligió a Javier Milei construyó una esperanza basada en sus propias necesidades, carencias y deseos de que algo bueno se concrete. Esto genera un comportamiento, pero eso no significa que uno llegue hasta el final.

—¿Cuál es la diferencia que puede encontrar con otros momentos similares de apoyo a un gobierno que atraviesa sus primeros meses de gestión?

—¿Esta es la primera vez que pasa de un apoyo para un gobierno? No. Así como Milei tenía un 68% de imagen positiva, ahora tiene un 58%, es decir, cayó 10 puntos. Cristina Fernández de Kirchner también cayó después de haber ganado una elección general de reelección de mandato con el 54% de los votos pero eso se desplomó. Mauricio Macri también cayó desde un balcón más alto. El lugar donde están ahora en el Gobierno es muy alto, pero está enjabonado y no tiene baranda. Ellos creen que la gente, solo por desearlo y entenderlo, va a llegar hasta el final.

Jorge Giacobbe

Considerando el actual contexto recesivo y de aumento de la pobreza, ¿en qué elemento se basa el respaldo a Milei?

—Antes de las PASO, teníamos en la oficina un focus group de jóvenes, que era el corazón del voto de Milei. En esa dinámica, un chico dijo: "Yo voy a votar a Milei". Otro le contestó: "Pero Milei está loco". Y el primero le retrucó: "Mirá, hasta ahora votamos pelotudos e hijos de puta, ¿Qué tal si probamos con el loco?". El comentario es hasta peligroso, pero lo que hay que entender es que está bien sustentado emocionalmente y es sólido. Si querés entender al votante de Milei en términos racionales, intelectuales e incluso ideológicos, vas a naufragar y no vas a poder entender el fenómeno. Si lo entendés emocionalmente, vas a poder llegar a otro nivel de profundidad. Por esa época, mucho antes de las elecciones, cuando le pedíamos a la gente que definiera a Milei en una palabra, la mayoría lo describía como loco. Loco era la palabra principal y más recurrente, proveniente tanto de los que tenían una imagen positiva, regular o negativa. Había gente que lo rechazaba por loco y otros que se adherían justamente por lo mismo. Lo que trajo a Milei hasta aquí es una gran herida. Milei es un síntoma de algo que se configuró mucho tiempo antes. Un año y medio antes de la elección, publiqué unos datos muy interesantes que encontramos en las encuestas. Preguntamos: “¿A partir del 2023, qué necesita Argentina? ¿Girar hacia la derecha, a la centroderecha o a la izquierda?”. El 71% de la gente contestó que hacia la derecha y la centroderecha. En 35 años de consultoría, nunca habíamos visto un clima tan acusado, con la gente diciendo: "Voy a pegar un volantazo violento para este lado". Un año y medio antes de la elección, Javier Milei era un chiste de la televisión. En esa misma encuesta, también preguntamos: "¿A partir del 2023, el Estado tiene que ser más chico, del mismo tamaño o más grande?". Hubo un 65% que votó "más chico". ¡Es el 65% de la población! Entonces teníamos dos números fuertes: 71 y 65, hacia la derecha y hacia un Estado más chico. La necesidad estaba configurada mucho tiempo antes de que la gente supiera cuál era el nombre y el apellido. Cuando los seres humanos nos encasillamos con algo, especialmente en tiempos de crisis, queremos girar hacia el lado contrario. Hay un sesgo que tiende a asociar lo nuevo con lo bueno y lo bueno con lo mejor. Lo que sucedió fue una catarsis de la gente.

Milei presidió la reunión de Gabinete, salió al balcón de la Rosada y saludó a chicos en Plaza de Mayo

—Señaló que si el esfuerzo se desgasta, no se llega hasta el final. ¿Cree que el desgaste de la gente podría impedir que Milei complete su mandato?

—No. Es una muy buena pregunta porque en este momento hay una bola de fantasía respecto a que podría terminar mal. ¿Qué significa terminar mal? Cada persona tiene una fantasía diferente al respecto. En algún momento la opinión pública se puede desgastar, pero Milei está lejos de caerse. Tengo alguna comprobación con preguntas muy difíciles. ¿Cuánto más crees que vas a tolerar?. Un 10% de la opinión pública dice: "Yo te estoy bancando, pero aflojame un poco porque no doy más". Otro 15% dice: "Aflojame antes de las elecciones del año que viene porque no doy más". Si ese desgaste no se presenta en los primeros dos años, se manifestará en los últimos dos. Detrás de la lucha contra la inflación vienen la recesión y la desocupación, seguidas por la hipotética reconstrucción de la confianza para que alguien invierta en Argentina. Si esto sale mal, o bien, tenés a un Milei que se convierte en Perón. Porque él dijo: "Dámelo a mí que yo lo arreglo". Pero, si no lo arregla, ¿qué puede pasar? Estimo que se va a desgastar, pero a los presidentes ya no se les cancela el mandato porque no está el permiso social para hacerlo. Esto no es la toma de la Bastilla. Él se va a quedar hasta el final. Van a tratar de que haga seis cosas en vez de diez, lo van a criticar, pero de igual manera les sirve. Y quien va a estar contenta con esto es Cristina.

—¿Cómo opera la oposición, de acuerdo a sus encuetas?

—En lo estructural, los argentinos han cambiado en este sentido. Hemos pasado de ser una sociedad movilizada a una sociedad participante sin movilización. Hoy producimos eventos de masa en vez de eventos de muchedumbre. La diferencia entre una masa y una muchedumbre es si la gente está o no en el mismo lugar físico. En algún momento, nuestra costumbre como pueblo era enfadarnos e ir a la plaza a manifestarlo. Hoy, la arena de la política no es la plaza, a pesar de que la Plaza de Mayo es un símbolo muy fuerte para la política argentina. Ejemplo: si uno llena la Plaza de Mayo en una manifestación de alta densidad, con cuatro personas por metro cuadrado, hay 120.000 personas, lo cual es solo el 0,2 por ciento del electorado. ¿Es un gran evento? No. La izquierda, que saca entre 2 por ciento y 3 por ciento en las elecciones, tiene gente para llenar la Plaza de Mayo ocho días seguidos. Y uno dice: "Esto es la Revolución"; "Hay que salir de la Casa Rosada y darles el poder". No hay relación entre lo que pasa en situaciones de muchedumbre y lo que ocurre en los hogares. Hoy la gente se expresa más por redes sociales, no sale de su casa y espera hasta la próxima elección para manifestarse.

—¿Cómo se explica que Milei tenga un 58% de imagen positiva en este contexto?

Parte de la explicación radica en la terrible decepción con lo anterior y en que actualmente no hay una oferta política que compita con Milei. También hay que entender que la mayoría de los análisis sociológicos y politológicos han estado equivocados al suponer que los pobres son de izquierda, y eso es un gran error. Si uno estudia la estructura del voto de Menem, se da cuenta de que en la Capital Federal ganó tanto en los barrios del norte como en los del sur. Ganó en Lugano 1 y Lugano 2, en La Boca, en Liniers, así como en Belgrano y Recoleta. Esto demuestra que los pobres son más liberales de lo que se cree, aunque no siempre puedan expresarlo abiertamente. El pobre tiene una clase de resiliencia que la clase media no tiene. Sobreviven y están acostumbrados a las adversidades. Además, hay enormes áreas donde el Estado no está presente. Hace 30 años que la gente se organiza para la recolección de basura. Hace mucho que el Estado ha cambiado y su ausencia en ciertas áreas ha obligado a las personas a adaptarse y autogestionarse.

¿Hay antecedentes en otros países u otros momentos históricos que muestren un apoyo a un gobierno que implemente un ajuste como se está viviendo en la Argentina?

—No creo que sea una catástrofe como después de una guerra. Sin embargo, en el cambio cultural que el Gobierno cree que ya está consolidado (y que no lo está), sí hay algo que ya sucedió. Los argentinos, esta vez, optaron por la opción menos problemática de todas. Las campañas políticas en Argentina ya no generan tanto dolor. Uno puede decirle al otro: "Vení y vótame que voy a solucionar todos tus problemas y no te va a ir mal". El político le dice al otro lo que quiere escuchar. La crisis fue tan profunda que dio lugar a la aparición de alguien que dijera: "Soy kinesiólogo, son 48 sesiones y te van a doler, pero solo si te bancás las 48 sesiones, está el premio final". Una parte de la gente se lanzó de cabeza a eso. El mundo está observando a Argentina con una extrañeza y un interés que tienen varios aspectos. Por un lado, hay un aspecto estrictamente económico, ya que comienzan a surgir oportunidades de negocio que antes no existían. Además, hay un segundo aspecto político-económico que tiene que ver con el hecho de que hay un país que implementó un ajuste más violento que el que proponía el Fondo Monetario Internacional (FMI). Somos un gran experimento político-social porque el mundo está viendo hasta dónde se puede romper el corazón de la gente y cuánto dolor se puede administrar sobre una Nación.

¿Cómo se traduce en la gestión esta falta de estructura política del Gobierno?

—Se traduce a sabiendas de que todas las semanas vuela uno diferente. Este gobierno es como una especie de puerta giratoria. Es un grupo de gente que no tiene ningún contacto con esto. Complicados, porque no tenían la gente para llenar las primeras líneas, imaginate las segundas y las terceras. Les quedaron las capas geológicas de los que gobernaron antes. Están sentados arriba de una bomba de tiempo, y eso es muy peligroso. Pese a eso, hay una opinión pública que en este momento de idealización, eso lo ve como positivo. Antes, la falta de profesionalismo en la política lo veía como negativo, hoy, en cambio, trasplantar gente nueva lo ve con alegría, lo valora, lo ve como espontáneo y genuino. La misma gente que hoy dice “qué piola que estos pibes vengan de otro lado”, dentro de dos años cuando tenga una situación peor va a decir "pero estos son una manga de inútiles que no saben hacer nada", y es la misma gente la que va a cambiar de opinión. Hoy les toca responder que lo están viendo bien y que cae bien.

¿Tiene medido lo que pasa hoy con Sandra Pettovello o hay alguna interpretación sobre los alcances para la Casa Rosada?

—Durante los meses de enero, febrero y marzo, Milei mantuvo una imagen positiva del 54 por ciento. En mayo, experimentó una caída del 2 por ciento, pero ahora ha subido a un 59 por ciento. Este aumento llama mucho la atención. En medio de estos cambios, ocurrió la marcha a favor de la universidad pública. Sin embargo, aún no es el inicio del fin. Siempre realizó un estudio sobre cuál es el principal problema de Argentina, utilizando una nube de palabras donde la gente escribe lo que desea. Este ejercicio se basa en una pregunta abierta y es crucial comprenderlo: durante los últimos 3 años, siempre aparecía lo mismo, mostrando una estabilidad notable. La inflación y la economía eran los temas recurrentes, seguidos de cerca por la inseguridad y la corrupción. Ahora, todo eso ha cambiado. ¿Ha disminuido la corrupción y la inseguridad? Personalmente, no lo creo. Simplemente la gente percibe que ahora hay alguien que está abordando estos problemas.

—Agradecemos su participación en este Ciclo de Entrevistas de Perfil Educación y le damos la posibilidad de cerrar con un comentario final.

—Yo les agradezco a ustedes el espacio y los felicito por las preguntas. Ojalá haya sido una buena experiencia para ustedes.

Alejandro Castriota y Sebastián Muzi
Estudiantes del Posgrado en Periodismo de investigación
Universidad del Sur de Buenos Aires