Carlos Pagni participó de una conferencia de prensa organizada por estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA) y la Universidad del Salvador, en la que reflexionó sobre el impacto que tendrá el triunfo de Donald Trump en la Argentina. "El proteccionismo estadounidense daña a las economías emergentes. ¿Qué podría decirle Milei a Trump? '¿Por qué lo hiciste?' Trump se enfoca en los intereses de su propia ecuación política. Esto muestra que, en algunas decisiones sobre economía, la visión de Milei y la de Trump son el día y la noche. Trump se parece mucho más a Cristina Kirchner. En términos económicos, Trump se asemeja más a Cristina que a Milei. Comparte la idea de una economía más cerrada y autosuficiente", explicó.
El periodista también analizó el ejercicio del poder de Milei en la relación que establece en el plano emocional. "En Milei, la autenticidad está ligada, y no quiero decir nada irreverente, a un enorme narcisismo. Milei ejerce todos los días un enorme reconocimiento sobre sí mismo. En una entrevista con Yuyito González, afirmó: 'Hicimos el ajuste más importante de la historia de la humanidad'. Se mide en esos términos, a la escala de la historia de la humanidad”, agregó Pagni en el Ciclo de Entrevistas coordinado por Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación y rector de USBA.
—En una entrevista, le preguntaron por los pros y contras de Milei, y usted destacó su autenticidad. ¿Por qué destaca esa característica?
—Me interesa, en primer lugar, el concepto de autenticidad y, después, ver cómo se aplica a Milei. ¿Qué significa autenticidad? Es cuando alguien se muestra o relaciona con los demás sin filtros, sin especulaciones, sin preocuparse por administrar su imagen. Es similar a la sinceridad. Alguien incoherente puede ser auténtico. Se manifiesta tal cual es. Va y vuelve. Creo que en Milei aparece un rasgo muy importante, sin entrar en psicologismos. Pero yo soy un poco psicologista, porque creo que la política esencialmente está hecha de emociones y que los políticos son seres humanos que en la política exponen mucho de su condición emocional. El poder está muy ligado a eso. El trato con el poder no es una cuestión meramente intelectual o racional sino que mueve pasiones. Por eso, creo que es legítimo psicologizar la política. Y creo que, en Milei, la autenticidad está ligada, y no quiero decir nada irreverente, a un enorme narcisismo. Milei ejerce todos los días un enorme reconocimiento sobre sí mismo. En una entrevista con Yuyito González, afirmó: “Hicimos el ajuste más importante de la historia de la humanidad.” Se mide en esos términos, a la escala de la historia de la humanidad. “Soy una de las dos personas más importantes del planeta; el otro es Trump,” expresó. Estoy citando frases textuales de Milei. "¿Cómo pueden las ratas relacionarse con un gigante, que vendría a ser yo?" Este narcisismo muchas veces lo lleva a pensar que él mismo es la medida de todas las cosas. Que las cosas están bien hechas simplemente porque las hace él. Si ayer pensaba A y hoy piensa B, está bien en ambos casos, porque es él quien decide qué es lo correcto, y eso, en su perspectiva, es meritorio. Ojo, Cristina también posee algo de este rasgo, y muchos líderes políticos lo tienen, porque no existe liderazgo político de gran dimensión sin un gran narcisismo. Así que todas estas marchas y contramarchas en Milei no representan un problema para él; al contrario, son una expresión de su autenticidad.
—¿Cómo se observa esa autenticidad en el plano político?
—Ahora, además, podemos dejar de lado lo psicológico y meternos en lo político. La incoherencia y la incongruencia pueden referirse a esto que estás señalando: que dice una cosa, pero luego dice otra; por ejemplo, que los chinos son unos criminales comunistas que mataron a miles de personas y ahora son gente buena que simplemente no quiere ser molestada. Esas incoherencias o idas y vueltas pueden ser muy saludables. ¿Por qué son saludables? Porque generan tracción en el poder y la política. Pueden ser una señal de responsabilidad política. Hay un libro escrito por dos franceses titulado El ojo de la traición. Es decir, el político debe tener la capacidad de traicionarse a sí mismo, porque las circunstancias cambian. A lo mejor el diagnóstico que yo tenía sobre algo al llegar al gobierno, por el mismo ejercicio de gobernar, se fue modificando. Esto es lo que le ocurrió a Milei con respecto a China, por ejemplo. Él no entendía o no era consciente del enorme peso que tiene China en Argentina, simplemente por haberle prestado 8.000 millones de dólares a un Banco Central que carece de reservas. Entonces, si querés seguir insultándolos, te exponés a entrar en default con el Fondo Monetario Internacional. Digamos, se termina tu gobierno. Por eso, me parece una muestra de talento político que él tenga la capacidad de decir: “Bueno, no me conviene decir esto; ahora tengo que decir esto otro.” ¿Para qué? Para preservar el poder, que es el eje de la política. Termino con esto: Ortega y Gasset tiene un libro titulado Mirabeau o el político. En este libro, Ortega examina la figura de Mirabeau en Francia, uno de los grandes políticos de la época de la Revolución. En ese ensayo, una extraordinaria reflexión sobre la política, sostiene que al político no se lo puede juzgar con las categorías morales convencionales. En un intelectual, en un líder religioso o en un líder moral, la incoherencia, el decir una cosa y hacer otra, es inmoral y deleznable. Que el político despierte rechazo es parte de su oficio. Por eso, no le pedimos a los políticos que sean buena gente. No digo que debamos pedirles que sean corruptos, pero no esperamos que sean buena gente. Lo que se espera es que sean eficientes en el manejo del poder y, por lo tanto, en el gobierno. Esto es lo que Max Weber definió como una ética distinta, que no es la ética de la convicción, sino la ética de la responsabilidad, es decir, considerar las consecuencias de los actos antes de actuar.
—¿Coincide con los que sostienen que algunas decisiones que tomará Donald Trump podrían ser un problema para Milei?
—El triunfo de Trump tendrá distintas dimensiones en relación con la Argentina. Se me ocurren al menos tres. La primera, la más inmediata, es que es probable que Trump, también un narcisista extremo, valore a Milei por el solo hecho de ser su amigo y haberlo apoyado en la campaña. Esto podría resultar en un favoritismo de Trump hacia Milei que se refleje en el Fondo Monetario Internacional, permitiendo que el fondo le provea a Milei, por influencia de Estados Unidos, un respaldo similar al que ofreció a Macri. La amistad con Trump fue clave para que el FMI proporcionara a Macri los recursos necesarios para liberar el cepo, un tema que probablemente sea uno de los más urgentes para el actual gobierno. Resolver el régimen cambiario es fundamental, ya que sin un régimen claro, es muy difícil que la economía se reanime y se desarrolle. Esta es una dimensión. No digo que esté acordado ya, no digo que sea algo que va a suceder, pero es probable que suceda. Después habrá que ver qué plasticidad tiene el fondo frente a Trump, pero Estados Unidos influye mucho en el Fondo Monetario. Hay una segunda dimensión que tiene que ver con lo que llamo el "efecto de convalidación". Como ganó Trump, significa que alguien con quien soy afín y quien tiene una visión de las cosas similar a la mía, un populismo de derecha, triunfa políticamente. Es decir, la gente lo vota, no solo en Argentina, sino también en Estados Unidos. En consecuencia, acelero, me enamoro aún más de mis ideas y confío en que tengo mayores probabilidades de éxito. Es un pensamiento algo mágico, porque la sociedad estadounidense es distinta de la nuestra, y las ideas de Trump no son las de Milei; es más una cuestión de estilo político que de programa. Sin embargo, esto tendrá un efecto no solo en Argentina, sino también en figuras como Bolsonaro en Brasil y en todos los movimientos de ultraderecha que se están desarrollando, como en España, quienes sentirán que el triunfo de Trump les da aún más impulso. Hay una tercera dimensión, una consecuencia no deseada y una derivación involuntaria de la política de Trump respecto de la Argentina. Si Trump cumple con su promesa de reforzar los rasgos proteccionistas de la política económica, incluso más que en su presidencia anterior, esto podría tener efectos significativos: se produciría un aumento de precios en Estados Unidos. Trump propone recalentar la guerra comercial con China, imponiendo un arancel del 60% a los productos chinos. Dado que el mercado global está inundado de productos chinos, un arancel de esta magnitud elevaría el precio de muchas cosas, no solo de productos terminados, sino también de insumos y componentes que contienen materiales de origen chino. Además, Trump promete un arancel adicional del 10% para todos los productos importados, ya sean de China o de cualquier otro país. Para los productos chinos, el arancel sería del 60%; para el resto, del 10%. Si estas medidas se implementan, incluso aunque no sea en esta magnitud, se produciría un aumento de precios en Estados Unidos, que los economistas estiman en torno al 2-2,5%. Una inflación del 2,5% anual en Estados Unidos, sumada a la ya existente, sería escandalosa. La Reserva Federal va a decidir hacer lo contrario: enfriar la economía para controlar los precios, alentando el ahorro y reduciendo el consumo. Y para incentivar el ahorro, ¿cómo lo lograrían? Subiendo la tasa de interés. Entonces, alguien que invierte en Argentina se preguntará: ¿me conviene invertir acá, o es mejor y más seguro aprovechar la tasa de interés en Estados Unidos? Tal vez prefiera comprar bonos del Tesoro, que se adquieren en dólares. Así, todos los inversores del mundo que quieren comprar bonos del Tesoro salen a comprar dólares. Esto generaría una mayor demanda de dólares a nivel mundial, lo que llevaría a la apreciación del dólar y, como consecuencia, a la devaluación de otras monedas. Si el dólar se encarece, es lógico suponer que el contado con liquidación, el dólar libre, el dólar MEP y todos los tipos de cambio paralelos en Argentina también se encarecerán. Esto ampliará la brecha entre el dólar oficial y los dólares paralelos, alejándonos de la posibilidad de levantar el cepo cambiario.
—¿Milei debería preocuparse por este escenario que usted describe?
—Estoy describiendo una cadena de efectos que van desde el proteccionismo de Trump hasta las dificultades cambiarias de Argentina. Además, cada vez que suben las tasas de interés en Estados Unidos, es importante tener en cuenta que los inversores tienden a abandonar otras posiciones, como expliqué antes, y entre esas posiciones se incluye el mercado de las commodities. Yo, por ejemplo, invierto en futuros de soja. No soy productor, pero utilizo la soja de manera similar a un bono o una acción en una empresa. Si me retiro de la soja, el precio cae, lo cual afecta también el precio de los productos que generan divisas para Argentina. Este es un segundo problema. ¿Qué quiero decir con esto? Que Trump, siendo amigo de Milei, podría ayudarlo en el plano personal, pero en términos de la política general, las medidas de Trump no favorecerán a países como la Argentina. El proteccionismo estadounidense daña a las economías emergentes. ¿Qué podría decirle Milei a Trump? “¿Por qué lo hiciste?” Trump se enfoca en los intereses de su propia ecuación política. Esto muestra que, en algunas decisiones sobre economía, la visión de Milei y la de Trump son el día y la noche. Trump se parece mucho más a Cristina Kirchner. En términos económicos, Trump se asemeja más a Cristina que a Milei. Comparte la idea de una economía más cerrada y autosuficiente, de “vivir con lo nuestro.” Como decía Cristina, “no hay que importar ni un tornillo”, porque el problema es proteger los empleos. En el fondo, lo que Trump está diciendo al trabajador estadounidense es que cierra la economía para que no pierda su empleo y para evitar que las empresas se trasladen a China.
—¿Qué es lo que más le sorprendió de Milei?
—Me sorprendió que haya llegado al poder, me sorprendió bastante toda su carrera, pero quien realmente me sorprendió fue la sociedad argentina, o al menos una parte de ella, ese 30% que decidió caminar hacia lo desconocido. Eso me sigue asombrando, porque no es común que la gente diga “estoy tan harta de lo conocido que prefiero lo desconocido.” Esto me obliga a observar y ajustar mi perspectiva sobre Milei, quien demuestra un manejo astuto del poder. Como mencioné antes, es algo visceral, no intelectual; el poder es como el erotismo o la sensualidad, capacidades que no pasan por el cerebro, sino por otras facultades del ser humano, y daría la impresión que Milei las posee. Eso es importantísimo en un líder. A Macri lo está volviendo loco con esa actitud de “te quiero, pero no te quiero; te digo, pero no te digo; te doy, pero no te doy,” como hacía Menem con Cafiero, a quien le ganó. Nunca se tiene la certeza de ser enteramente su amigo; nadie sabe realmente quién es un verdadero amigo de Milei. Esa capacidad de generar incertidumbre es una cualidad esencial en un líder, y todos están pendientes de sus movimientos. Otra característica importante de Milei como líder es que ha sabido captar el tema del momento. Pescó bien que el tema es la inflación, y, a pesar de tener pocos recursos políticos, apostó todo a una sola carta: la inflación. Creo que es una estrategia acertada, porque la gente, por ahora, puede perdonarle la recesión si los precios bajan. Milei llegó un poco por casualidad, con mucha persistencia y apostando a un estilo y a un método que se ajustan muy bien a su personalidad. Es eficiente porque es verdadero, es auténtico, volvemos a la pregunta por su autenticidad. Da la impresión de que tiene ciertas condiciones naturales para la política, aunque no conozca los códigos partidarios ni los códigos profesionales de la política. En el ámbito político, genera una gran retracción: aún no he visto a ningún diputado levantarse y decir “yo no soy una rata,” todos admiten ser tratados de esa manera. Es llamativo que nadie quiera aprovechar la oportunidad política de enfrentarlo diciendo “discúlpeme, señor, yo soy una persona decente.”
—¿Qué análisis hace del regreso de Cristina Kirchner?
—Cristina sigue siendo, para todos, una figura con una visión de izquierda, populista y claramente anti-Milei. Creo que podría expresar algo más que su propia figura si fuera la única opción disponible. ¿Por qué? Porque Cristina mantiene un arraigo muy fuerte en el conurbano bonaerense, especialmente entre los sectores más vulnerables, donde aún nadie pudo desplazarla. Kicillof, por ejemplo, no consigue hacerlo. Si Cristina aparece, Kicillof pierde apoyo como en vasos comunicantes, ya que los votos de Kicillof parecen pertenecerle a Cristina en realidad. No creo que debamos menospreciarla. Su principal limitación, paradójicamente, es ella misma: es rígida y no tiene esa capacidad de “traicionarse” de la que hablábamos antes. Se aferra a la misma fecha, el mismo discurso y las mismas obsesiones, las mismas obsesiones por ir al bingo. Le vendría mejor un poco más de pragmatismo. Creo que, además, tiene otra dificultad que voy a señalar de manera muy irónica; no lo tomen como algo que digo en serio: el gran problema de Cristina es que es madre, madre de Máximo. Esto la pone en un dilema constante entre salvar a La Cámpora o salvarse a sí misma, un dilema complicado para una madre. Así, además de su rigidez, enfrenta la dificultad de tener que defender no solo posiciones políticas teóricas en un sentido amplio, sino también posiciones específicas, las candidaturas y las intendencias, vinculadas a su hijo, lo cual le resta universalidad. Sin embargo, creo que en el peronismo aún no ha surgido nadie con la capacidad de desplazar a Cristina, aunque haya deseos de hacerlo. Basta ver la candidatura de Quintela, respaldada por todos los gobernadores peronistas. Cristina no cuenta con el apoyo de ningún gobernador, pero esos son solo deseos.
—¿Qué opinión tiene de la oposición en la actualidad?
—Si yo mirara líderes políticos con capacidad para hacerle daño a Milei, uno de ellos es Cristina; aunque esto depende en gran medida de cómo evolucione la economía. Una cosa es una economía que se reanime, reabsorba pobreza y genere empleo, y otra es una economía que reduzca la inflación, pero a costa de una recesión persistente que mantenga la preocupación por el empleo. En este último escenario, la voz de Cristina suena de otra manera. Sin embargo, creo que un gran déficit de Kicillof y de otros como él ha sido la falta de capacidad para generar un reemplazo discursivo. Otra figura que podría hacerle un enorme daño a Milei es Victoria Villarruel, quien está mejor posicionada que él en las encuestas, no se ensucia las manos con decisiones antipáticas, y recorre el país con una sonrisa algo inexpresiva y cultivando un discurso peronista de derecha, nacionalista, con elementos carapintada y malvinero, que interpela al peronismo. Si yo mirara líderes políticos con capacidad para hacerle daño a Milei, uno de ellos es Cristina; aunque esto depende en gran medida de cómo evolucione la economía. En política, el mayor peligro no es quién habla mal de vos, sino quién disputa tus votos, y este es el problema que enfrenta Macri con Milei. Macri sigue sin poder ubicarse cómodamente en esta situación, y creo que hay dos mujeres que podrían representar una amenaza para Milei.
—En su libro El nudo, usted analiza el clientelismo en los territorios populares de la provincia de Buenos Aires. Si Milei logra controlar a la inflación y contener al dólar, ¿podría quitarle al peronismo esa práctica que lleva décadas en el Conurbano?
—Creo que existe una franja de pobreza estructural. ¿Qué es un pobre estructural? Es alguien que, aún con la mejor política económica, reactivación de la economía y creación del empleo, sigue siendo pobre porque ya está fuera del sistema; no tiene acceso a educación, salud, y vive en zonas con una infraestructura detonada. Esa gente, creo, nunca terminará votando a Milei, ya que depende del sistema clientelista, de la asistencia del Estado y de un vínculo estrecho con los punteros y la estructura peronista. Luego, existe una clase media baja, compuesta por personas que aspiran a no caer en la clase baja o que, habiendo sido de clase media, descendieron. Esto es clave, ya que son muchísimos; Argentina es un país que expulsa a su clase media. La política antiinflacionaria de Milei podrá evaluarse realmente cuando haya reactivación económica, ya que es probable que con ella vuelva cierta inflación, aunque no tan alta como antes. Si logra esa obra de arte, entonces sí creo que Milei podría ser una amenaza importante para el peronismo, algo que ya es en cierto grado. Milei no es un gobernante liberal y republicano; es más bien una especie de populista de mercado que impulsa una política de mercado, pero con categorías políticas y un hambre de poder propias del populismo, así como una falta de respeto por las reglas y la institucionalidad. Se parece mucho más a Menem que a Macri, y los peronistas perciben eso, no lo ven como alguien agresivo o ajeno. Así que, sí, podría haber un cambio, pero dependerá de su continuidad en el poder y del éxito que tenga para que ese cambio se produzca.
—Agradecemos su participación en este Ciclo de Entrevistas con los estudiantes de la Universidad del Sur de Buenos Aires y le damos la posibilidad de cerrar con un comentario final.
—Me siento muy bien de haber participado en esta reunión. Les agradezco mucho; las preguntas fueron excelentes y todas me estimularon a pensar en temas que uno no suele observar todos los días, así que solo quiero decirles gracias. Entusiásmense mucho con lo que están haciendo, que es algo muy importante.
Por Ariel Alasia, Alan Ares, Magdalena Montero
Estudiantes de la Facultad de Comunicación
Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA)