En medio de la incertidumbre global por la caída de las grandes compañías tecnológicas y la posibilidad de una recesión, el especialista en desarrollo tecnológico Carlos Pallotti dialogó con Canal E para analizar cómo impactan estos movimientos en la economía digital y los servicios tecnológicos.
“El problema es que se está hablando únicamente del comercio de bienes, cuando en realidad los servicios no están alcanzados por los gravámenes aduaneros”, explicó. Según Pallotti, Estados Unidos es uno de los principales exportadores de servicios, aunque ese dato suele quedar fuera de la discusión sobre la balanza comercial. “Lo que no dice Trump es que su país tiene superávit en exportación de servicios”, puntualizó.
Los servicios, fuera de la disputa comercial
Consultado sobre el posible impacto de las políticas proteccionistas de EE.UU. en el sector tecnológico, Pallotti fue claro: “Ni los servicios de streaming que compramos desde Argentina, ni los servicios que exportamos a Estados Unidos van a tener recargos por esta situación”.
Esto se debe a que los servicios, al ser intangibles, no están sujetos a los mismos controles que los bienes físicos. “Es muy difícil valorar un servicio para aplicarle un impuesto de frontera. En cambio, un bien tiene un precio FOB definido que permite establecer un gravamen”, explicó el especialista.
En este sentido, destacó que Argentina exportó el año pasado alrededor de 9.000 millones de dólares en servicios basados en el conocimiento, y el 42% de ese total tuvo como destino a Estados Unidos. “Ese flujo comercial no está alcanzado por ningún nuevo impuesto y continuará sin cambios”, remarcó.
La maquila como ejemplo del cambio de paradigma
Pallotti también hizo referencia a un fenómeno que está reconfigurando el comercio internacional: “Durante años se consideró que la maquila en México era simplemente importación y exportación de bienes, pero hoy se la interpreta como un servicio de transformación, lo que la deja fuera del alcance de los gravámenes aduaneros”.
Según explicó, este tipo de operaciones —como el ensamblado de celulares u otros dispositivos cerca de EE.UU.— no serían afectadas por barreras comerciales porque “lo que se vende es el servicio, no el bien en sí mismo”.
Sobre el cierre, advirtió que si efectivamente se produjera una recesión en Estados Unidos, eso sí podría ralentizar la inversión en tecnología, pero aclaró que, por el momento, “los servicios siguen fluyendo sin restricciones ni incrementos de costos”.