Durante la emisión de este martes del programa "Desde el canil", Franco Lindner reveló la existencia de un caso de espionaje cometido sobre Jorge Bergoglio en 2006, por aquel entonces el jefe de la Iglesia en Argentina. Según contó el periodista, durante la presidencia de Néstor Kichner, —quien se refería a Bergoglio como "el jefe de la oposición"—, los servicios de inteligencia intrusaron tanto la computadora como la línea telefónica del sacerdote.
La tensión entre Bergoglio y el matrimonio Kirchner venía escalando desde principios de 2003, cuando el entonces arzobispo comenzó a criticar en sus homilías, con tono firme pero sutil, la corrupción y la falta de diálogo político.
Lindner relató que una semana antes del Tedeum del 25 de mayo, tradicionalmente celebrado en la Catedral metropolitana, "uno de los dos Fernández del Gobierno" (sin especificar si se trató de Alberto, jefe de Gabinete o de Aníbal, ministro del Interior) se comunicó telefónicamente con Bergoglio al Episcopado y le expresó: "El presidente no sabe si va a ir al Tedeum porque está preocupado por algunas cosas que están en su homilía". Acto seguido, el jefe de la Iglesia se sorprendió dado que ese texto había sido escrito por él mismo unos pocos días atrás en su máquina de escribir, y aún no había visto la luz. "El presidente no quiere que usted sea injusto con él", dijo Lindner que completó la voz al otro lado de la línea.
Según se supo luego, la secretaria del sacerdote, María Luisa, había pasado en limpio en la computadora el texto completo de la homilía. Fue entonces que, según se presupone, los servicios de inteligencia hackearon el dispositivo y accedieron al documento. De ese modo, una semana antes, Kirchner ya conocía las palabras que Bergoglio iría a mencionar.
Finalmente, Néstor Kirchner asistió a la Catedral metropolitana el 25 de mayo de 2006 junto con su esposa, Cristina Fernández. Bergoglio, en su sermón, según Lindner, "los destrozó, porque habló de rencor, confrontación, choque, negocios, persecución y resentimiento", en alusión al mandatario. La presión política ejercida sobre quien se convertiría en Papa siete años después resultó infructuosa.
"Esa fue la última vez que el matrimonio Kirchner asistió al Tedeum", concluyó Lindner.
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