Basta con mirar de reojo las noticias para advertir que el fallecimiento del Papa Francisco no entiende de fronteras. En el programa “Comunistas”, el corto tránsito que separa los homenajes en distintos puntos del globo de las exequias programadas para el próximo sábado 26 en el Vaticano fue amplificado en sintonía con la trascendencia histórica de su figura.
Desde este lunes, el mundo católico hace intersección con buena parte del mundo no católico en una ceremonia global que pone en superficie el valor de la bondad, de la mesura y del amor para con el prójimo.
En Nairobi, capital de Kenia, África, la Catedral de la Sagrada Familia se vio desbordada de fieles que participaron de una misa con cánticos y danzas tradicionales. La Iglesia keniana recordó el compromiso del Papa con los más pobres y con el cuidado del ambiente. También se organizaron vigilias en otras regiones del país.
A más de 11.000 kilómetros al norte, en Dublín, Irlanda, la Catedral de San Patricio fue escenario de una misa especial con miles de asistentes. Se recordaron sus visitas y su pedido de perdón a las víctimas de los abusos cometidos por miembros de la Iglesia en suelo irlandés. El gobierno decretó luto simbólico y las campanas redoblaron en todo el país.
En el epicentro de las exequias en ciernes, el Vaticano, miles de personas se movilizaron hacia la Plaza San Pedro. El cuerpo del Papa Francisco fue velado en la capilla de la casa Santa Marta, según su voluntad. Allí se celebraron misas multitudinarias encabezadas por cardenales y representantes eclesiásticos de todo el planeta.
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En Londres, Reino Unido, se llevó a cabo una ceremonia interreligiosa en la Abadía de Westminster, donde participaron representantes católicos y anglicanos. El primer ministro británico, Keir Starmer, envió un mensaje de condolencias, y el rey Carlos III destacó “el puente de diálogo” que el Papa tendió entre religiones y culturas.
Finalmente, en Estambul, Turquía, en la Catedral del Espíritu Santo se celebró una ceremonia ecuménica que contó con la participación del Patriarca Ecuménico Bartolomé I. Fue una de las despedidas más significativas por el símbolo de unidad entre religiones. También se encendieron velas en la plaza Taksim, en señal de duelo.
BR / FPT