Más de 15 horas después de comenzar su segundo intento por llegar a Estados Unidos, Leonardo Herrera estaba convencido de que había visto Florida.
El mecánico de 23 años originario de Boyeros, Cuba, se había concentrado en las olas que mecían y levantaban el bote de madera que lo transportaba a él, a otros 11 cubanos y todas sus esperanzas de un futuro libre de represión y privaciones. Los delfines los acompañaban. Cuando Herrera levantó los ojos, creyó ver la anhelada costa, aunque estaba a muchos kilómetros de distancia. Sus compañeros estallaron de alegría; los hombres se abrazaban y las mujeres lloraban.
Quizás la celebración explica por qué no repararon en el avión de la Guardia Costera de EE.UU. hasta que estuvo sobre sus cabezas. Minutos después, se acercó un barco guardacostas y, en cuatro días, estaba de regreso en territorio cubano.
El 28 de mayo, Herrera se convirtió en uno de los cientos de migrantes cubanos que han sido interceptados este año por la Guardia Costera. El covid y una crisis económica han arrasado la isla comunista, provocando una explosión de protestas callejeras y una avalancha de balseros que navegan casi 150 kilómetros para cruzar el estrecho de Florida. La frustración desborda las calles y el régimen cubano reprime las manifestaciones, por lo que EE.UU. ha advertido estrictamente a los posibles refugiados que no se aventuren. Herrera duda que escuchen.
Herrera intentó huir por primera vez en enero. Intentó viajar de polizón en un avión con destino a EE.UU., pero fue capturado por la Policía y pasó una semana en la cárcel, relató a Bloomberg en una entrevista.
La economía cubana sufrió un colapso sin precedentes el año pasado, una contracción de 11%, luego de que la pandemia acabara con los dólares de los turistas y la Administración Trump endureciera un embargo comercial de seis décadas. La frustración y la desesperación hicieron que miles de personas huyeran por tierra a través de México y, cada vez más, por mar.
La Guardia Costera dice que ha capturado a 554 migrantes cubanos en lo que va del año, frente a los 49 del año fiscal 2020. Dicha migración se había reducido fuertemente frente a los 5.396 de 2016, cuando se facilitó con la llamada política “de pies secos, pies mojados”, que concedía un camino a la ciudadanía si los cubanos pisaban costas estadounidenses. El presidente Barack Obama eliminó la medida en los últimos días de su segundo mandato.
A Herrera no le preocupaba su estatus legal. Vendió su computadora para pagar US$400 por un sitio en un barco descubierto impulsado por un único motor diésel. La embarcación partió de la playa de Baracoa, a unos 27 kilómetros al oeste de La Habana, el 27 de mayo. El joven viajó solo con maní, pan, agua y una mochila con ropa limpia.
“Más de 15 horas en el mar, bajo el sol y la lluvia, y todo en vano”, dijo entre lágrimas.
Los migrantes fueron recogidos y trasladados a otro barco de la Guardia Costera donde se encontraban detenidos otros cubanos. Fueron devueltos a la isla el 31 de mayo, semanas antes de que comenzaran las protestas.
Herrera fue liberado de la cuarentena cubana el 5 de junio. Y rápidamente comenzó a buscar un pasaje en otro bote.