Después de endurecer varias veces los controles de capital, el Gobierno argentino sorprendió a los inversores al modificar su táctica, en lo que parece ser un esfuerzo incipiente para restaurar la confianza.
Frenó el crecimiento de la oferta monetaria en octubre, elevó las tasas de interés y prometió no financiarse con anticipos temporales del banco central en el corto plazo, retrocediendo en algunas de las políticas monetarias más expansivas implementadas durante el pico de la pandemia.
La medida representa el último intento de Argentina de frenar la demanda de dólares, después de que el peso se desplomara 24% este año en el mercado cambiario oficial. Las restricciones de acceso al dólar han empujado a inversores y ahorristas familiares que buscan protegerse de la inflación a mercados paralelos utilizados para eludir los controles de capital, donde el peso es un 51% más débil.
“Aunque por ahora este cambio es insuficiente, es una señal de que no avanzan más hacia políticas heterodoxas”, asegura Miguel Kiguel, economista y director ejecutivo de la consultora Econviews.
Argentina enfrenta una crisis en muchos frentes: se espera que la economía se contraiga alrededor de 12% en medio de la pandemia de Coronavirus y se pronostica que la inflación terminará el año en alrededor de 40%. Incluso después de una reestructuración de la deuda de U$S 65.000 millones, los costos de los préstamos son tan altos que el país no puede financiarse a través de los mercados de deuda, sino que recurre a la emisión de dinero del banco central.
“Aunque por ahora este cambio es insuficiente, es una señal de que no avanzan más hacia políticas heterodoxas”.
Los inversores extranjeros están atentos: el director ejecutivo de BlackRock, Larry Fink, dijo el jueves que el país tenía un largo camino por recorrer antes de poder recuperar la confianza.
La alianza de izquierda gobernante tiene la reputación de evitar opciones políticas ortodoxas, como aumentar las tasas de interés, y en su lugar recurrir a oscuras restricciones del mercado y al patriotismo para tratar de solucionar problemas como la brecha entre la moneda oficial y la paralela. Es un Gobierno que también ha estado dispuesto a financiarse a sí mismo mediante transferencias de efectivo del banco central.
Un funcionario del Ministerio de Economía dijo que el Gobierno no adopta enfoques ortodoxos o heterodoxos, sino solo enfoques pragmáticos. Su objetivo era reducir el gasto público, pero la pandemia lo alteró, agregó la fuente.
Estas son las medidas:
1. Ralentización de la expansión de pesos
La cantidad de efectivo en poder del público se ha estancado desde agosto. La tasa de crecimiento de la oferta monetaria, que había alcanzado 83% anual en agosto, se desaceleró a 81% en octubre. Analistas advirtieron que el número creciente puede conducir a una mayor inflación.
“El exceso de pesos sigue siendo alto”, dice Kiguel. “Pero el Gobierno está tratando de ser más cuidadoso. Es un punto de inflexión que muestra que algo ha cambiado”.
2. Aumento de las tasas de interés
El banco central comenzó a subir las tasas de interés de sus Pases a 1 día el 1 de octubre, de 19% a 31% anualizado. Al mismo tiempo, la tasa de referencia Leliq se redujo del 38% al 36%. El promedio ponderado de las dos tasas aumentó de 32,6% a 34,2%, según Diego Chameides, economista jefe de Banco Galicia en Buenos Aires.
Es un cambio que contrasta con la decisión del Gobierno al principio de su administración de reducir las tasas, que habían llegado al 85%. También debería ayudar a aliviar algo de la presión sobre el peso paralelo, que se ha fortalecido recientemente después de tocar un mínimo histórico en octubre.
“Esta es una medida en la dirección correcta, pero probablemente será necesario aumentar aún más la tasa, dadas las mayores expectativas de inflación y depreciación del tipo de cambio para los próximos meses”, asegura Chameides. Las tasas implícitas en el mercado de futuros sugieren que se espera una devaluación del peso de 45% para octubre de 2021.
3. Menor emisión de pesos en el futuro
El Gobierno dijo esta semana que no pedirá más anticipos transitorios al banco central este año, sino que apunta a obtener financiamiento mediante la venta de bonos locales y utilizar esos ingresos para frenar sus solicitudes a la autoridad monetaria. Todavía puede buscar hasta 400.000 millones de pesos (US$5.000 millones) del banco central a través de otra vía de impresión de dinero, conocida como transferencias de utilidades.
La reducción del monto de la emisión de pesos también debería ayudar a frenar la demanda del dólar. Probablemente sirva para reducir las posibilidades de que la inflación se dispare el próximo año, asegura Alejo Costa, estratega jefe para Argentina de BTG Pactual en Buenos Aires. El momento es propicio previo a la visita de una misión del Fondo Monetario Internacional a finales de este mes para discutir un nuevo programa, agrega la fuente consultada. “Creo que al menos quieren mostrar que no son extremos, que un acuerdo con el FMI es posible con un ajuste gradual del financiamiento monetario y el déficit fiscal”, concluye Costa.